El Periódico Mediterráneo (España), Núria B. Bigné, 28.04.2023
El desmantelamiento de la secta sexual de Vistabella por parte de la Policía Nacional cumple un año con la instrucción cercana a su finalización. Así lo han confirmado fuentes de la Fiscalía Provincial a este diario, que en su día se hizo eco de la macroperación policial en la masía de La Chaparra, donde durante años se habrían perpetrado abusos sexuales a adultos y menores de edad.
Aunque con el fallecimiento del líder de la organización destructiva, Antonio G.L. (conocido como Tío Toni y durante años un artista local que expuso sus esculturas dedicadas a los niños en el centro de salud de Vall d’Alba) quedó extinta la mayor responsabilidad penal, el cabecilla de la trama no fue el único detenido por los investigadores. Cabe recordar que su mujer y su nuera también ingresaron en prisión tras el registro en La Chaparra y hubo, además, otros seis detenidos, que tendrán que responder ante la Justicia.
La secta de Vistabella desde dentro
Antonio G.L., de 64 años y con movilidad reducida, estuvo en prisión provisional durante casi dos meses. Concretamente, en el módulo de enfermería debido a sus problemas de salud, pero falleció entre rejas poco después de la operación policial y mucho antes de que el peso de la Justicia pudiera caer sobre él por sus presuntos delitos cometidos durante tres décadas.
En la masía convertida en sede de la organización los agentes se incautaron de libros sobre cursos de milagros y esoterismo, más de un centenar de relojes de pulsera de alta gama, 15.000 euros en efectivo, cuadernos con anotaciones sobre la contabilidad y organización y dispositivos electrónicos de memoria con vídeos y fotografías, entre otras cosas.
Dos menores liberados
Durante el desmantelamiento de La Chaparra, los agentes liberaron también a dos menores, un niño de ocho años y una niña, de 13, cuya tutela asumió la Generalitat.
El líder de la secta sexual sometió, supuestamente, a los miembros de la comunidad a extenuantes jornadas de trabajo dentro y fuera de la misma, además de solicitar que realizaran aportaciones económicas bajo supuestos fines altruistas, desviando ese dinero para aumentar su patrimonio.
La comunidad, que se habría establecido bajo fines humanitarios y sociales como una hermandad de amigos, se fue transformando, poco a poco, en un grupo de carácter hermético y aislado.
El Tío Toni se presentaba ante sus miembros como un enviado de Dios y, según fuentes de la investigación, mantuvo relaciones sexuales con un buen número de víctimas, cuyo consentimiento estaba viciado.