J. A. – Madrid El País, 23/05/1994

No todas son iguales

Los jóvenes españoles, entre 16 y 28 años, son los que sienten con mayor fuerza la atracción por las sectas, llamadas también religiones juveniles. El 45% declara haber conocido alguna de ellas personalmente y el 23% las juzga positivamente. Pero los que las abandonan acaban siendo los más críticos. Llegadas con retraso de 20 años, las sectas crecen hoy en España a un ritmo mayor que en otros países europeos. La burocratización de las religiones oficiales y la atracción y curiosidad por los temas esotéricos, por la astrología, la mística y el deseo de socialización es lo que empuja a los jóvenes, sobre todo a los más conflictivos, a la atracción fatal de las sectas

Etimológicamente, la palabra secta no implica ningún valor negativo como, sin embargo, se le da en la opinión de la calle. De ahí que muchos prefieran -empezando por el Parlamento Europeo y el mismo Vaticano- llamarles nuevos movimientos religiosos o bien religiones juveniles. A la vez que se distingue entre secta positiva y secta destructiva. Porque es muy amplia esa galaxia infinita de sectas, que pueden ser de origen cristiano, judaico, islámico, hindú, budista, animista y hasta satánico. Sólo de origen oriental existen unas 100 sectas. Pero en ninguno de sus troncos pueden considerarse todas al mismo nivel. Y es que, por el hecho de que no sean Iglesias o movimientos ortodoxos u oficiales, no se les puede satanizar. Baste recordar que muchas de las órdenes y congregaciones religiosas hoy bendecidas por el Vaticano habían sido en sus orígenes excomulgadas Y. hasta perseguidas por la Iglesia, empezando por el franciscanismo del Pobrecillo de Asís, probablemente un secuaz del sufismo, antes de que el Vaticano le obligara a entrar por el aro.Como resultaría injusto meter en el mismo saco a movimientos orientales, de origen hindú o budista, que se inspiran en la meditación, el yoga, el tantra o el zen, que a las sectas cuyo comportamiento delictivo ha acabado ante los tribunales. Porque si no se podría caer en la paradoja de quienes colocan entre las sectas destructivas a organizaciones como el Opus Dei e incluso a la misma Iglesia católica, acusados por algunos de destruir psicológicamente a sus secuaces por medio de un lavado de cerebro, o de abuso de menores como ha ocurrido en la Iglesia católica norteamerica recientemente.

Fanatismo católico

Ni se puede acusar indiscriminadamente a todas las sectas de ser destructivas por el hecho de contar con un líder carismático fuerte que exige a los suyos disciplina y autoridad, que les promete paraísos de felicidad si permanecen dentro y amenazas si lo abandonan. Porque, como ha dicho a EL PAÍS el teólogo Enrique Miret Magdalena, «también existe sectarismo y fanatismo entre los católicos». Y recuerda cuando, en la España del nacionalcatolicismo, jesuitas y religiosos del Corazón de María sostenían que «quienes muriesen con ellos se salvarían y que quienes estuvieran fuera se exponían a condenarse».Tanto el Parlamento Europeo como las Cortes Españolas, al analizar el problema, han subrayado que la libertad de culto y de religión impide perseguir a las sectas como tales. Cabe sólo castigar los presuntos actos delictivos de miembros de las mismas contra las leyes del Estado. O negarles la oficialidad si no dan garantías de seriedad.

¿Por qué gustan a los jóvenes?

La juventud se siente atraída por las sectas porque encuentra en ellas muchos de los elementos que hoy más fascinan a las nuevas generaciones. Un 73,5% cree en la astrología; un 54%, en los ovnis; un 46%, en los curanderos, y un 31,1%, en los medios espiritistas. Nada menos que un 23% cree en las mismas sectas, mientras que sólo un 13% confiesa tener interés por la política. Solamente un 53% afirma no haber tenido ningún contacto con una secta.Según el informe elaborado para la Comisión Interministerial de la Juventud, los jóvenes españoles, defraudados por la religión oficial y por los movimientos políticos y sociales, suelen buscar en las sectas «un sentido a la vida y a la muerte», y de ahí su interés «por lo esotérico, místico y trascendente» al mismo tiempo que por los aspectos «asociativos».

De los testimonios de jóvenes que se han adherido a las sectas se descubre que se dirigieron a ellas por las siguientes causas: «Por la posibilidad de conocer gente nueva y hacer amigos». «Hay gente que te cae bien, y entonces te vas metiendo poco a poco». «Por falta de comunicación, porque te encuentras encerrada en ti misma y no sabes qué hacer». «Te arrastra la curiosidad cuando te encuentras aburrido. Vas a ver lo que es y terminas dentro».

Pero Andrés Canteras, profesor de Sociología de la Complutense de Madrid, se pregunta cómo se explica que, trantándose muchas veces de organizaciones piramidales y jerarquizadas, bajo un líder carismático a veces severo, que les despoja de su libertad, puedan atraer a jóvenes que van en busca de mayor felicidad y libertad.

Al parecer, se trata de esa ambivalencia típica de la adolescencia y de la juventud por la que no acaban de saber lo que quieren. Puede ser la búsqueda subconsciente de la figura fuerte del padre o de la madre que les faltaron. Una búsqueda de seguridad y de afecto que piensan encontrar en el ambiente cálido y protector de las pequeñas comunidades sectarias.

De ahí que sea más fácil que se fascinen por las diversas sectas los jóvenes con mayores problemas psicológicos o sociológicos, los más frágiles afectivamente, los que arrastran mayores complejos o problemas de adaptación familiar o de drogadicción.

Este miedo a que los jóvenes prefieran las sectas a las parroquias católicas o cristianas ha hecho que el papa Juan Pablo II promulgase un documento vaticano sobre el tema, pero tratándolo con guante blanco. Se afirma, en efecto, en el documento que las sectas «están en íntima relación con las necesidades y aspiraciones que aparentemente no alcanzan en la Iglesia», ya que, subraya el documento, «ayudan a salir del anonimato, a construirse una identidad ofreciendo calor humano, compañerismo ( … ) especialmente en situaciones de crisis y marginación ( … ), mientras que parroquias enormes están orientadas a la administración dejando poco espacio para el encuentro con cada persona».

¿Cómo reclutan?

Los métodos de las sectas, tanto las positivas como las destructivas, suelen ser muy similares: seminarios terapéuticos, sesiones de sanación, reuniones de meditación, cuestionarios de personalidad, invitación a conferencias sobre temas esotéricos, visitas domiciliarias, campus universitarios, ofertas para resolver problemas de alcoholismo o drogadicción…Una vez que alguien se interesa por ellas se pone en juego toda una serie de mecanismos de captación. Lo describe muy bien la joven

 

Sandra Santarelli, citada por Pedro Rodríguez en su libro El poder de las sectas:  «Primero te crean problemas con tu familia. Después te dicen: ‘Aquí te acogemos. ¿Para qué los quieres a ellos? Ellos no te comprenden, nosotros sí. Nosotros te ofrecemos la salvación, la amistad, todo’. Y una vez que ha caído en las redes se le empieza a aislar del mundo, a controlarle la correspondencia, a suprimirle todo tipo de información que no sea la de la secta. Todo lo bueno está dentro y todo lo malo fuera. Y si intentas escapar comienzan las amenazas, los castigos corporales y en casos extremos hasta la aniquilación física».

 

Éste suele ser el esquema clásico de las llamadas sectas destructivas.  Pero sería injusto no añadir que muchas de estas cosas que se achacan a ciertas sectas se podrían hallar, por lo menos hasta no hace mucho, por ejemplo, en algunos de los llamados «seminarios menores» donde entraban internos niños de 12 años. Son bien conocidas las técnicas usadas para que no se salieran y la iniciación a las penitencias corporales, al control de las cartas de la familia, a la prohibición de leer los periódicos o de encontrarse a solas con un familiar femenino, etcétera. Sin contar los abusos de carácter sexual. Conocí a un religioso profesor en uno de esos seminarios menores que obligaba a pasar cada semana a los alumnos de su clase, después de la ducha, desnudos, a su habitación. Les hacía tumbarse en la cama y les frotaba el cuerpo con alcohol afirmando que así «se vigorizaba también el espíritu».

Inventario de los principales grupos

No siempre es fácil distinguir las llamadas sectas destructivas de las demás. Es una galaxia complejísima. Y resulta difícil conocer el número exacto de sectas que operan. en España. Existen 419 dadas de alta, según Ramón Vallés en Las sectas, el cáncer del año 2000. Manuel Guerra Gómez, en una de las obras más completas sobre el fenómeno de las sectas, Los nuevos movimientos religiosos (Editorial Eunsa), habla de 312 implantadas, pero está convencido de que su número es muy superior. Hace un estudio muy exhaustivo de las 57 más importantes. Entre ellas figuran:

Testigos de Jehová. Son los más antiguos y numerosos: 90.000 en España y unos cuatro millones en 212 países. Difunden cada año en el mundo 300 millones de folletos de propaganda. Su centro principal está en Ajalvir, cerca de Torrejón de Ardoz (Madrid). No aceptan las transfusiones de sangre.

 

 

Mormones, o Iglesia de los Santos de los últimos Días. En toda España. Son unos 20.000 adeptos y mil misioneros. Están en 128 países, con casi ocho millones de fieles.

 

 

Secta Moon, Iglesia de la Unificación o Liga Anticomunista Mundial. Su fundador nació en Corea en 1920. Es una de las más fuertes y poderosas económicamente., Su sede central está en Estados Unidos. En España lucha por ser legalizada desde 1974, sin conseguirlo. Está oficialmente prohibida en países como Alemania e Israel. Cuenta con más de dos millones de adeptos en 120 naciones. Se inspiran en un libro supuestamente dictado por Dios al fundador Moon en 1957.

 

 

Iglesia de la Cienciología. Es, junto con la Moon, otra de las más discutidas, pero también de las más extendidas en el mundo. Cuenta con más de cinco millones, con 600 delegaciones en 30 países. Está registrada en España como Dianética Española, pero el Ministerio de Justicia le ha denegado la inscripción como Iglesia Universal de la Cienciología. Nació en Estados Unidos. En nuestro país está en Madrid, Barcelona y Bilbao.

 

 

Niños de Dios. Está considerada como una de las más peligrosas. Presente en 72 países y en Es en varias ciudades. Viven en en comunidad y sus miembros son acusados de incitación a la prostitución y al abuso sexual de menores. Pero en el último juicio celebrado en Barcelona fueron absueltos todos.

 

 

Hare Krishna. Aparece a mediados de este siglo en la India, de donde pasó a EE UU, financiada por una multinacional de refrescos y apadrinada por el poeta hippy Allen Gisberg. Son un verdadero movimiento religioso que cuenta con 50 millones de adeptos. En España tienen cinco centros y un templo en Brihuega (Guadalajara), En Rusia tienen ya 700.000 seguidores.

 

 

Centro Esotérico de Investigación (Ceis). Presente en 70 países. En España están sobre todo en Barcelona.

 

 

Meditación Trascendental. Están en 100 países, con más de un millón de adeptos. En España son de pleno derecho, unos 20.000. Su centro mundial está en Suiza.

 

 

Nueva Acrópolis. En España tiene 36 centros, en 32 ciudades distintas, con más de mil adeptos. En un documento del Parlamento Europeo están considerados como «movimiento neofascista» más que como religioso. Nació en Argentina en 1957.

 

 

Nueva Era, o Era de Acuario. Es una de las más interesantes desde el punto de vista de «nueva espiritualidad sincretista». Nace en 1971 del éxito de ventas del libro Be here now, de Baba Ram Dass. Cuentan con más de un millón de adeptos en EE UU y Canadá, con 2.500 librerías. En Madrid posee diez centros y varios más en otras 20 ciudades españolas. Proclama una «conciencia cósmica universal». Defiende una vida suave, sana, ecológica y placentera; defiende actitudes pacifistas, la relajación y la interioridad.

En España, las autóctonas más conocidas son la Iglesia Cristiana del Palmar, Ágora, Arco Iris, y Raschimura, en San Cugat de Vallés (Barcelona) en 1971.