VEJA (Brasil), Ricardo Gallardo, 13.09.2000 [Traducción: Miguel Perlado]
Existe una droga legal en el país: la ayahuasca, un alucinógeno producido por la mezcla de dos plantas de la Amazonia. Servida como té, fue empaquetada desde hace al menos tres décadas para las «experiencias espirituales» de los seguidores del Santo Daime y la Unión del Vegetal. La bebida es consumida regularmente por cerca de 15.000 personas, entre las que se encuentran artistas como el cantante Ney Matogrosso, el compositor Peninha o las actrices Lucélia Santos y Maite Proenca. Estas personas dicen que la ayahuasca, amarga como el diablo, les permite tener contacto con una dimensión divina y absurdidades del estilo. Sería un detalle bizarro sin importancia si no reflejara cómo van las cosas en Brasil.
Hay indicios claros de que la droga empieza a ser consumida fuera de los rituales del Santo Daime y la Unión del Vegetal. En Río Branco, capital de Acre, cualquier taxista sabe dónde conseguirla. Un reportaje de VEJA lo constató: 1 litro de hojas de té por 50 reales. En media hora, el producto se encuentra en las manos del cliente. La ayahuasca también se exporta a Sao Paulo bajo el nombre de «té medicinal». Informada de estos hechos, la Secretaría Nacional Antidrogas encargó a la Universidad Federal de São Paulo un estudio más detallado acerca de los riesgos de la ayahuasca. Aunque todavía no está listo, el psiquiatra Dartiu Xavier da Silveira, director de la investigación, dijo que la bebida color ocre y de nauseabundo olor tiene efectos similares al ácido lisérgico. Puede desencadenar episodios psicóticos y, si se combina con otras sustancias, puede causar la muerte súbita. Y aquí el dato curioso. Independientemente de los resultados del estudio encargado por su personal, el General Alberto Cardoso, primer ministro del Gabinete de Seguridad Institucional y secretario nacional antidrogas, dijo: «No prohibiremos el uso del té en los rituales. La religión es la religión».
De esta afirmación pueden extraerse dos conclusiones: a) el gobierno tiene la costumbre de solicitar una investigación para luego tirarla a la basura, y b) si un brasileño desea fundar una religión que emplee marihuana, cocaína, éxtasis, LSD o crack, la Secretaria Nacional Antidrogas se la aprobará. Después de todo, «la religión es la religión». Pero hay una razón subterránea para esta extraña tolerancia de la ayahuasca. Es una sustancia «verde», ya que nació en el hábitat de estos «habitantes de los bosques». Y es que el lobby ecoxiita a favor del té amazónico es ruidoso. En abril pasado, dos brasileños que dijeron ser representantes del Santo Daime fueron detenidos en el aeropuerto de Madrid (España) con 10 litros de té. Cargos: el narcotráfico. Después de 53 días en la cárcel, la policía los liberó. Los españoles no aguantaron el ruido. En pos de la liberación de la pareja se llegaron a movilizar en Brasil los senadores Tiao Viana y Marina Silva, así como el presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, Don Jayme Chemello, e incluso el fraile dominico Frei Betto y el ex fraile Leonardo Boff. «Dai-me», danos paciencia.