La Republica (Perú), Maritza Espinoza, 16.01.0214

Michel Simon, Maestro de meditación Raja Yoga.

¿Eres una persona desde siempre espiritual o hubo un giro en tu vida?

Fue un proceso, porque cuando estaba joven comía mucha carne y vivía agitado, gastando mi energía… A los 18 años, un amigo tenía un padre psicoanalista, y él me enseñó a pensar acerca de mí y en la introspección. Yo pienso que de acuerdo a lo que eres en tu esencia, aunque no lo veas, tú encuentras lo que necesitas y desarrollas lo que tienes dentro.

¿Cuáles fueron aquellas circunstancias que te llevaron a la espiritualidad?

Yo empecé a ser vegetariano a los 14 años y, a los 18, cuando encontré a mi amigo, que era vegetariano, ya lo fui en un 80%. Ahora sí tengo razones muy específicas para ser vegetariano, porque serlo te abre la mente para ser más sutil y entras en el mundo del pensamiento, de la paz, de la no violencia. Después quise saber más y más sobre los valores y tener una vida de valores.

¿No tuviste un maestro…?

No. Cuando tenía 19 años, viví tres meses solo en París trabajando en una gran empresa. Cada tarde, cuando regresaba a mi departamento de 10 metros cuadrados, comía y me echaba en la cama a reflexionar sin parar desde las 7 de la tarde hasta medianoche y desde que me despertaba a las 5 de la mañana hasta las 7 antes de ir al trabajo.

¿Reflexionar es como meditar?

La única diferencia es que meditar es a base de conocerte como ser espiritual. Entonces, me di cuenta de que yo era más que un cuerpo, que las cosas de la mente y del intelecto son más importantes que una vida materialista o de placer físico. Tenía 19 años y todos mis amigos hablaban de sexo, y yo pensaba: “si voy a encontrar una chica, primero hay que tener una relación mental, intelectual”.

¿Cuándo llega lo espiritual tal cual?

Después de tres meses de ser muy reflexivo, viajé por dos años y medio. Estuve en Canadá, México, Guatemala y después fui a Polonia, donde nació mi madre. Pasé dos meses allá y luego me fui a África. Fue en ese momento en que realmente empieza una vida espiritual.

¿En África? ¿Cómo?

¿Por qué? Anduve 1000 kilómetros en África. Fui de un pueblo a otro pueblo a pie. En uno de esos pueblos de frontera, encontré a un pastor de Camerún, que tenía una fe muy fuerte y me impactó mucho. Me quedé una semana con él. Cuando me fui, tenía el sentimiento interior de: “Ah, ahora estoy solo”. Y no sé por qué luego me dije: “Ahora tú tienes a Dios contigo”. En este momento, miré al cielo y del cielo vino una energía muy fuerte de amor y me dio la experiencia más fuerte e intensa que nunca he tenido. Una experiencia de amor y poder. Yo realmente estaba arriba del suelo, flotando. Naturalmente, reconocí que eso era Dios.

¿El Dios del cristianismo…?

No, nada de cristiano. Desde esta experiencia me pude decir a mí mismo: Dios es una energía consciente en el Cielo. Él me conoce y tiene amor para mí. Después tuve una fe total en Dios.

¿Fue una sola experiencia?

Sí, hasta este momento. Después continúo mi viaje caminando. Antes iba solamente a las casas de los africanos. Después quería solamente ir a la Iglesia y quedarme con los curas. [Risas] Cada vez que llegaba a un lugar preguntaba: ¿dónde está la iglesia más próxima? Yo quería ir a la iglesia a sentir a Dios. Pero después de esa experiencia de Dios fui buscando con consciencia y determinación para realmente conocer a Dios o encontrarlo y ver cómo nos podemos relacionar con él.

Has venido a hablar del problema climático. ¿Qué puede aportar la espiritualidad a solucionarlo?

Hay que saber cómo consumir bien. Yo, por ejemplo, soy vegetariano, y se dice que para dar comida a los animales se necesita mucho espacio, mucho campo, y eso genera mucha polución y acelera el calentamiento del planeta… Si toda la gente del mundo fuera vegetariana, no habría tanta polución.

Yo me refería a cómo se puede intervenir en eso espiritualmente.

La espiritualidad es antes que todo cambiarse a sí mismo, tener una vida sana, respetarse uno mismo, a los otros, a los animales, al planeta y a la naturaleza.

Hay quienes dicen que si las personas vibraran energéticamente en una misma dirección podría mejorarse la realidad en el planeta. ¿Es así…?

Ser espiritual quiere decir entender las cosas sutiles, invisibles, incógnitas, y todo empieza con un pensamiento y el pensamiento es energía, información, conocimiento, sentimiento, conciencia, que se esparce desde la mente hacia afuera en el mundo. Si yo soy un ser positivo, lleno de amor, esta vibración se esparce e influye en cualquier aspecto de la vida… ¿Conoces los experimentos de los japoneses con el agua?

¿Esos en los que los cristales de agua reaccionan a los pensamientos?

Sí. Solamente poniendo la palabra amor, los cristales de agua se forman de una manera maravillosa. Si pones odio, se desordenan. Quiere decir que la palabra tiene su información y la información se transmite de cualquier manera.

¿Eres de quienes piensan que somos una unidad con la Tierra, algo así como en Avatar, la película?

No. Yo pienso en términos de interdependencia, que quiere decir que si la Tierra tiene problemas, vamos a tener problemas, y si nosotros tenemos problemas, la Tierra los tendrá. Sin la Tierra no podemos vivir, y si nosotros no estuviéramos en la Tierra, la Tierra sería nada.

LA FICHA

Nací en París hace 57 años. De niño, jugaba al fútbol y veía mucha televisión, pero a los 14 años tuve el deseo de cambiar y comencé a leer mucho. Estudié Ciencias Matemáticas.

Después de un largo proceso personal, me convertí en maestro de meditación Raja Yoga. He viajado por 60 países. Fundé la Universidad Brahma Kumaris en Francia y ahora trabajo en Serbia. Estoy en Lima por segunda vez para dar un curso de Raja Yoga y una charla pública el 19 de este mes titulada «Una mente sin frontera».