La Arena (Argentina), 22.12.2021
Resulta habitual durante las fiestas, y también en otras épocas, observar en distintas ciudades la aparición de jóvenes foráneos que mendigan un aporte para la fundación Remar, aprovechándose de la solidaridad y una cierta dosis de ingenuidad del vecindario. A pesar del carácter cuasi fraudulento de sus gestiones, a veces cuentan con autorización de los municipios, a los que acuden en nombre de esta fundación supuestamente dedicada a la rehabilitación de adictos, pero que se parece más a una secta destinada a captar personas para que trabajen en sus campañas de recaudación.
En los últimos años, Remar acuñó innumerables denuncias y procesos judiciales por trata de personas, en Argentina, Chile, Uruguay y España, entre otros países. En septiembre de 2016, un pastor evangélico y su esposa (Pedro Goméz y Maité Varela), ambos españoles y titulares de una sede de Remar en Río Cuarto, fueron procesados por el delito de trata de personas. La denunciante fue una joven pampeana de General Pico, a quien sus padres debieron rescatar ante la penosa situación que atravesaba.
Por estos días, un grupo de estos «recaudadores» recorre los barrios de Santa Rosa y algunas esquinas céntricas. Ante la consulta, responden que tienen autorización municipal, mientras solicitan donaciones en efectivo a nombre del merendero «Luz de Esperanza, de la calle Gaich», al que dicen ayudar con su tarea benéfica.
La Arena consultó al municipio y a los titulares del merendero, y ambos negaron esa información. Las autoridades comunales explicaron que las campañas benéficas no se consideran actividad comercial, y tampoco existen controles sobre la mendicidad. Desde el merendero, Mónica Monges confirmó que no participan de ningún programa de este tipo. «Asistimos a unas 50 familias con ayuda del colegio Ricardo Nervi y el Sanatorio Santa Rosa, con cuyas donaciones armaremos 50 bolsitas navideñas y sus respectivas viandas», detalló. Y agregó: «nos manejamos con nuestra página web, y jamás pedimos donaciones en la calle».
Organización religiosa
El término Remar deriva del nombre de la organización, «Rehabilitación de Marginados». Fue fundada en España, en 1982, por el pastor Miguel Diez, para ayudar a personas con problemas de adicciones, pero no gestionan habilitaciones sanitarias porque no se consideran parte del sistema de Salud, ya que solo utilizan «la palabra de Dios» para curar a sus internos. «Llevamos a cabo una labor social y humanitaria en la que la filosofía imperante es contribuir a mejorar las condiciones de vida de las personas con menos recursos y oportunidades», aseguran en su página web.
En pocos años, esta ONG llegó a los cinco continentes. En Latinoamérica se extendió por varios países, especialmente Argentina, Chile y Uruguay. En este último, sus actividades fueron desenmascaradas por una minuciosa investigación periodística del programa «Santo y Seña», donde además de contar con lujo de detalles su modus operandi, entrevistan a profesionales, internos, ex internos y hasta responsables de la fundación, como su líder máximo, el pastor Martín Alvarez.
Granjas y trata
Según la página web de Remar, cuando algún «marginado» acepta realizar su rehabilitación, es enviado «a una granja para cumplir retiro espiritual». Allí realizará diversas tareas durante «30 ó 60 días», y luego será enviado «a trabajar» como forma de superar su adicción o el motivo de su marginación. La rehabilitación en granjas de Remar no está en manos de técnicos ni profesionales, sino de «voluntarios». No permiten la presencia de psicólogos ni otro tipo de asistencia sanitaria, lo que en Uruguay motivó una intervención del Ministerio de Salud, para verificar el carácter de sus actividades. «Nuestros hogares no son centros para prestar servicios sanitarios» reconoce el pastor en «Santo y Seña».
En el mismo programa, el coordinador de la Asociación Iberoamericana de Abuso Psicológico, Miguel Perlado, consideró que en Remar «sustituyen una dependencia por otra: se alejan de la heroína, por caso, para engancharse con la Biblia y la lectura que hacen de los textos religiosos». También imparten discursos en sus iglesias, financiadas con recursos de la ONG, y en España cuentan con un canal, Solidaria TV, donde publican videos con prédicas religiosas, muchos de los cuales fueron repudiados por sus contenidos homofóbicos y por defender a abusadores de menores, culpando a las víctimas.
Secta lucrativa
Si bien es una «institución sin fines de lucro», su actividad principal en todos los países consiste en recaudar dinero, a través de «voluntarios que trabajan» a cambio de techo y comida. Según cuentan los mismos internos, todo el dinero que recaudan deben cederlo a Remar para cubrir gastos de su «rehabilitación». Además, la organización recibe donaciones de productos que vende en sus comercios, desde muebles hasta ropa, situación que quedó al descubierto en Uruguay con el escándalo de «Cortefiel», una compañía textil que entregó miles de prendas nuevas creyendo que eran donadas «a los más necesitados». Una vez al año celebran además, «la ofrenda del oro», jornada en la que sus seguidores deben dejar algún objeto de oro para ayudar a la organización.
En España, la fundación ha sido investigada también por el prestigioso programa televisivo «Equipo de Investigación», cuyos periodistas advertían en una edición de 2014, que Remar mantiene «un volumen de negocios que es envidia de muchas empresas: cinco millones de euros con la venta de muebles que reciben como donaciones». En 2020, este programa entrevistó a Carlos Cruzado, técnico del Ministerio de Hacienda, quien reveló que el volumen de recursos movidos por Remar en 2018 alcanzaba a «unos 8 millones de euros».
El calvario de Nadia
Una joven de General Pico fue víctima de Remar en 2016. Su familia realizó una denuncia ante la justicia federal y un tribunal procesó a un pastor religioso y su esposa por presunta «trata de personas». La granja donde la joven estaba internada funciona en Río Cuarto (Córdoba) y el caso fue difundido por el diario El Puntal y por el portal piquense Maracó Digital.
La joven es Nadia Ayelén Robidu, quien entonces tenía 22 años y se internó voluntariamente para rehabilitarse de un problema con las drogas. Un mes después, debió ser rescatada de urgencia por sus familiares. La granja de Río Cuarto estaba dirigida por el pastor evangélico Pedro Gómez y su mujer Maité Varela, ambos españoles, y la denuncia de la joven pampeana disparó un espectacular operativo policial. En su denuncia, reveló las condiciones inhumanas a las que fue sometida, en una quinta reservada para mujeres con sus hijos. «Mamá, sacame de acá, me estoy cagando de hambre y nos tratan como ratas» fue el mensaje que logró enviar a sus padres.
Robidu contó ante la justicia que los folletos promocionaban una organización gratuita, «pero lo primero que hicieron cuando llegué a Río Cuarto fue preguntarme cuántos ingresos tenía», y explicó que los responsables del centro administran el dinero que las internas reciben por asignaciones o pensiones. A partir de su denuncia, la Policía Federal y la Secretaría de Trata de Córdoba desarrollaron un operativo para allanar cinco de las siete propiedades que Remar posee en Río Cuarto, y el resto de las mujeres internadas allí fueron fueron enviadas a refugios de la provincia. Según El Puntal «los encargados de Remar venían siendo investigados desde 2014, después de una serie de denuncias públicas y una presentación formal en la Justicia Federal, donde se asentaba que las internas vivían en condiciones inhumanas, trabajando gratis y sometidas a maltratos».