El Periódico (España), Ferrán Cosculluela, 16.07.2016

Empresas de venta piramidal, asociaciones de carácter deportivo, organizaciones que ofrecen técnicas de memorización y lectura rápida a los estudiantes,expertos en terapias alternativas, congregaciones de carácter religioso, tarotistas, astrólogos. El mundo de las sectas, o mejor dicho, de los comportamientos sectarios y la manipulación psicológica se ha diversificado en los últimos años y su número va en aumento. Un incremento constado por los expertos que tratan a sus víctimas y que, sin embargo, no va acompañado de un aumento de las denuncias o de las sentencias condenatorias, que son prácticamente inexistentes. Es la impunidad de las llamadas sectas de segunda generación.

“Los grupos de antaño, los de primera generación, se dirigían a aspectos periféricos de la persona, como la visión del mundo o la transformación social. Era la época hippy, la de la ufología, el discurso estaba alejado del individuo. Sin embargo, ahora se dirigen a la identidad, al ‘self’, lo que esperas de ti y de la vida, el cuidado de uno mismo, la salud, el bienestar, el crecimiento personal”, explica Miguel Perlado, psicólogo especializado en comportamientos sectarios con 17 años de experiencia y coordinador del Grupo de Trabajo en Derivas Sectarias del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña (COPC).

Las sectas o grupos sectarios actuales no tienen nada de esotérico, ni sus acólitos llevan túnicas y se recluyen en las montañas. Y muchas veces tampoco se trata de grandes estructuras, sino que puede ser un pequeño grupo reunido en torno a un gurú o líder, que se erige en maestro, sanador, guía espiritual o conseguidor de bienes materiales, y al cual los adeptos entregan su confianza, con seguidismos extremos.

Manipulación

“La gente sitúa las sectas en algunos grupos que tiene muy visualizados o de los que se ha hablado mucho, pero no incluye otro tipo de grupos como puede ser una ONG o una empresa. Por eso nosotros hablamos de grupos de manipulación psicológica y no de sectas, porque muchas personas asocian ese término a una práctica religiosa”, explica un inspector de los Mossos especializado en esta problemática y que pide que su nombre no salga publicado.

“No importa si crees en ovnis o en la reencarnación. Lo que importa es que puedas creer libremente, en un ejercicio libre de tu razón y sin haber sido manipulado por otras personas con prácticas de alteración de la personalidad o técnicas de persuasión coercitivas”, destaca el especialista de los Mossos.

Los expertos calculan que en Catalunya hay un centenar de grupos sectarios y que entre 30.000 y 50.000 personas pueden haber caído en sus redes, aunque los afectados son muchos más si se tiene en cuenta que muchos de adeptos tienen hijos y familiares que también sufren las consecuencias de este tipo de manipulaciones.

Difícil de demostrar

Pero a pesar de estas cifras, los Mossos aseguran que en la actualidad no existe ninguna sentencia judicial que haya condenado a ninguno de esos grupos, por eso tampoco hay ninguna lista oficial de ellos. “No hay sentencias porque la manipulación psicológica es muy difícil demostrar ante un tribunal y también son muy difíciles de perseguir policialmente. Tampoco hay apenas denuncias, porque muchos afectados sienten vergüenza y a veces miedo. Hay personas de 50 años que han hipotecado sus casas y han sido exprimidas por un solo individuo y luego tienen dificultadas para ponerlo en conocimiento de la policía por sensación de ridículo”, comenta el mando policial.

El Código Penal (en el artículo 515.2) reconoce la figura del control de la personalidad, pero en el caso de personas adultas es extremamente complicado demostrar que las donaciones económicas que han hecho para una causa o las relaciones sexuales que han podido mantener con el líder del grupo, si es el caso, no han sido voluntarias.

Libertad de culto

“Otro escollo es que muchas sectas se revisten de un lenguaje pseudoreligioso y se escudan en la libertad de culto a la hora de defenderse en los tribunales”, apunta Perlado. “Estos grupos lo reconvierten todo en una disquisición religiosa y el jurista dice entonces que no puede entrar en temas de libertad de creencias”, añade el psicólogo.

Cuando alguno de estos casos llega a conocimiento de la policía, los investigadores intentan averiguar si de esas actuaciones se desprende algún tipo de delito conexo, como estafa, abuso sexual o cualquier otro comportamiento delictivo que sea objetivable que les permita actuar. “Pero es muy difícil –insiste el inspector-, porque no suele haber recibos ni grabaciones ni otros tipos de pruebas”.

«Decía que era Dios»

Raquel (que es un nombre ficticio) explica que pasó casi dos años ‘enganchada’ a un grupo que, tanto ellla como el psicólogo Miguel Perlado (que ha tratado a tres afectados), aseguran que estaba basado en la manipulación psicológica. El líder y maestro, Francesc Fonollet, un homeópata de Sabadell, seguiría en activo si no hubiera sido condenado a seis años de cárcel el pasado mes de mayo por abusar sexualmente de dos pacientes.

“Era una época en la que estaba decaída y triste. Acababa de romper una relación de ocho años y había cambiado de trabajo. Un amigo me aconsejó que fuera a la consulta», comenta. En la primera visita, el terapeuta puso en duda su forma de pensar y todo lo que había hecho en la vida. Lo que había estudiado, lo que había leído.

Un curso para sanar

Después le hizo unas pruebas para saber qué emociones le estaban perturbando. “Me dio una lista de 12 emociones, entre ellas tristeza, angustia y problemas sexuales”, dice Raquel. A partir de ahí, empezó a acudir a su consulta y luego el homeópata le propuso realizar un curso. “Se había ganado mi confianza y me dijo que tenía aptitudes para ser una buena terapeuta. Que, si quería, podía ser como él, pero tenía que renunciar a algunas cosas”, recuerda.

El curso, que duró un año, se realizaba un fin de semana al mes en Sant Cugat. Había entre 15 y 20 alumnos y la formación se basaba en aprender a amar. “Decía que la pareja era la antítesis del amor, que si nos desprendíamos de las emociones podríamos amar de verdad y sanar a la gente. Decía que él era dios”, afirma.

Nadie ponía en duda sus enseñanzas, todos pagaban religiosamente el curso y la mayoría de alumnos acudían además a la consulta del maestro, un hombre de más de 60 años de personalidad arrolladora. El curso establecía niveles, pero Fonollet (que ha declinado dar su versión de los hechos a este diario) hacía dudar a los alumnos de en cuál se encontraban.

Proposiciones sexuales

Raquel asegura que sus insinuaciones sexuales eran constantes. “Decía que era una persona experta y que si las chicas queríamos experimentar una liberación, se lo dijéramos. Que si no, nunca podríamos sentirnos bien y felices. Decía que si trataba nuestras almas, por qué no le dejábamos tocar nuestros cuerpos”, rememora.

La joven explica que el terapeuta a veces la rozaba con sus partes íntimas cuando la trataba en la camilla, una situación desagradable que se repetía en las llamadas sesiones de abrazos. Al final del curso les dijo a los alumnos que todavía no estaban preparados y que debían repetirlo. Esa gota colmó la paciencia de Raquel, que dejó el grupo, aunque con bastante temor. “Nos dijo que había puesto un chip en nuestro interior y creía que me perseguía”, explica.

Seducción y manipulación en un momento de vulnerabilidad

“En las sectas no te metes, sino que te meten”, afirma el psicólogo Miguel Perlado, que destaca que estos nuevos grupos de comportamientos sectarios ya no llevan a cabo labores de captación y proselitismo callejero. “Muchas personas son atraídas aconsejadas por otros, no te abordan agresivamente, sino que puede ser alguien de tu trabajo o un amigo que un día, tomando una cerveza, te dice: ‘A mí también me ha pasado lo que te ocurre a ti, igual te iría bien venir a este grupo, o visitarte con este terapeuta”, explica.

Todos los especialistas coinciden en que esa captación es mucho más probable cuando la persona afectada se halla en una situación de vulnerabilidad emocional, ya sea debido a una ruptura sentimental, a la muerte de un familiar, a una enfermedad, a la pérdida del empleo, a un traslado geográfico, u otras cuestiones similares.

Bombardeo de amor

Perlado añade que bajo el pretexto “de una gran sonrisa, de una gran ayuda” se esconde un propósito de explotación. Pero no es el primer día, es paulatino. De entrada es la seducción. En un momento de vulnerabilidad encuentras un grupo en armonía que te acoge. “Con un ‘bombardeo de amor’, en el que se prodigan los abrazos. No sabes cómo, pero todo el mundo te quiere, es un pelotazo afectivo que te reflota”, afirma este especialista.

Una vez seducido, viene la parte más adoctrinante, porque lo buscan estos grupos es alimentarse de las personas, pero es una inmersión que se va haciendo por capas, con individuos más involucrados que otros. “Se acata la autoridad del líder, que dice que para hacer ese proceso de transformación que necesitas tendrás que ser igual que él, pero se da la paradoja de que nunca lo consigues, por más cursos u horas que dediques”, avisa Perlado. Muchos de los adeptos se convierten en trabajadores compulsivos para el grupo y el gurú, con los que tienen un sentimiento de deuda.

Meta inalcanzable

Los líderes se erigen en figuras pseudoparentales, reinterpretan la historia del adepto, sus apegos, su forma de pensar, y sobre todo, les hacen sentirse diferentes a los demás, por encima del resto, llamados a una gran tarea que la sociedad todavía no entiende. De ahí que tampoco sea conveniente ni necesario explicar las interioridades del grupo a ‘los de afuera’, a los otros, a lo que todavía no han visto la luz.

La salida de estos grupos se produce generalmente cuando los adeptos, frustración tras frustración, comprueban que están persiguiendo una meta inalcanzable. Es entonces cuando se da el clic de la desconexión. A pesar de constatar ese fracaso, muchos afectados necesitan un tratamiento posterior que suele durar entre uno y dos años.