Diario Norte (Argentina), 20.08.2022
Las sectas son grupos que exigen a sus miembros una dedicación y devoción que va en aumento y que despliegan mecanismos de control coercitivo de la personalidad para tenerlos dominados y sometidos.
El psicólogo y psicoterapeuta español Miguel Perlado, autor del libro «Captados, Todo lo que debes saber sobre las sectas» (Ariel, 2020), define así a las organizaciones que aprovechan la vulnerabilidad de sus víctimas para tender una trampa disfrazada de paraíso que luego se convierte en un infierno.
Los allanamientos y detenciones ordenados por la justicia federal en un barrio porteño en el marco de una investigación a la Escuela de Yoga Buenos Aires volvieron a instalar en la agenda pública el debate sobre el funcionamiento de grupos que someten a sus seguidores a todo tipo de engaños, maltratos, humillaciones y abusos.
El especialista Miguel Perlado explica que cuando una persona atraviesa momentos de crisis personal, esa situación la vuelve mucho más vulnerable a la seducción de una secta. Según el especialista, contrariamente a lo que la mayoría de la gente piensa, las sectas no son exclusivamente religiosas.
En realidad, afirma, en todo el mundo hay un amplio abanico de organizaciones coercitivas que van desde las religiosas hasta sistemas comerciales, de mejoramiento personal, coaching grupal o métodos para conectar con uno mismo, entre otras propuestas pensadas para atrapar la atención de la víctima.
Todo comienza cuando la persona acepta sumarse a un proyecto que tiene una fachada positiva, pero que en el fondo esconde prácticas de manipulación y de anulación de la persona. El autor del libro «Captados» señala que lo que define a las sectas no son sus ideas, por extrañas que pudieran parecer, sino más bien sus prácticas que tienen que ver con niveles variables de abuso.
Estas organizaciones, más allá de la forma y el contenido con los que se presentan en sociedad, se aprovechan de la necesidad de las personas de encontrar sentido a la realidad y de formar parte de un grupo.
Perlado sostiene que el denominador común de las sectas tiene que ver con una dimensión del control de la persona, un abuso psicológico sostenido a lo largo del tiempo que se institucionaliza en un contexto de grupo y que finalmente transforma a las personas en instrumentos a los cuales emplear.
Además, observa el experto, hay una característica en el ser humano que lo hace más vulnerable en ciertas circunstancias y es que la mente tiende a simplificar la realidad. «Cuando tenemos un problema, buscamos que nos den respuestas simples, directas y que nos eviten tener que hacer frente a la complejidad de la vida, respuestas simplificadoras que terminan funcionando como mantras».
Es por eso que algunos grupos pseudo religiosos insisten en mostrar supuestos «milagros» a sus seguidores. ¿Cómo darse cuenta del engaño? Los estudiosos del fenómeno de las sectas explican que hay víctimas que experimentan un momento en el que descubren un factor diferente a la realidad que creían estar viviendo y percibiendo dentro del grupo.
«Son procesos que requieren tiempo y que implican un desgaste. Fruto de ese desgaste y de la explotación se produce un giro en la mente que obliga a replantearse todo y que da lugar a los primeros pasos de salida física del grupo, que es el primer tramo de salida», explica Perlado. «Después está la salida emocional y psicológica», añade.
Resulta difícil de creer que este tipo de prácticas coercitivas que tienen como propósito anular la voluntad de las personas sigan existiendo en pleno siglo XXI. Nunca antes en la historia de la humanidad las personas han tenido más acceso a una gran cantidad de información que en otros períodos solo estaban al alcance de unos pocos.
Sin embargo, muchos hombres y mujeres siguen siendo víctimas de manipuladores e inescrupulosos que saben aprovecharse muy bien de las vulnerabilidades humanas, de los momentos de debilidad emocional que atraviesa cualquier persona en algún momento de su vida.
Los líderes de las sectas saben utilizar muy bien una serie de trucos para captar adeptos y siempre esperan que la víctima baje la guardia para doblegar su voluntad, de modo tal que pierda su identidad y responda dócilmente a las reglas que impone el grupo.
Por ello es necesario promover un mayor espíritu crítico en las personas, fortaleciendo el rol de las familias como núcleo básico de la sociedad para que puedan brindar la mejor contención emocional a todos sus integrantes.