ANA CARBAJOSA – El Madrid, Madrid – 13/07/2001

El movimiento espiritual chino Falun Gong aterrizó ayer en Madrid, un día antes de la posible elección de Pekín como sede de los Juegos de 2008, para denunciar las violaciones de derechos humanos a las que son sometidos sus seguidores por parte del Gobierno chino.

‘Fui encarcelada en una prisión para hombres. Me encadenaron los pies y me daban palizas todos los días. Bebía agua del inodoro y comía los restos de los otros presos’, relata Cuying Zhang, una ciudadana australiana que fue detenida en China cuando fue a conocer a los miembros de Falun Gong. El uso de bastones eléctricos que introducen a las mujeres en la vagina, la fustigación con plantas venenosas y la inhalación de ácido serían otros de los métodos con los que el Gobierno chino les tortura.

‘La denominación de secta es el arma que utiliza el gobierno de Jiang Zemin para crimminalizar al movimiento’, afirma Liwei Fu, una pintora argentina practicante de Falun Gong, que defiende que ellos no son una religión, que no tienen una estructura jerárquica y que no rinden culto a ninguna deidad.

Falun Gong, que se dio a conocer en 1992, cuenta con 100 millones de seguidores en todo el mundo, casi el doble que el Partido Comunista Chino. Según la organización, al menos 280 de sus adeptos han muerto torturados y más de 10.000 han sido encerrados en campos de trabajos forzados en los últimos dos años.

Los seguidores de Falun Gong defienden que se trata de una antigua disciplina budista basada en los principios de verdad, compasión y la sanación de la mente, el cuerpo y el espíritu. Principios que no son compartidos por el régimen comunista chino y que, a su juicio, son el origen de la persecución a la que son sometidos. Pero, pese a lo oportuno de su visita, declaran no tener opinión respecto a la candidatura olímpica de Pekín. ‘El Gobierno sólo trata de demostrar a los países occidentales que es como ellos’, añade Liwei Fu.