Diario Información, Alicante, José Antonio Martínez, 10.03.2011
El turno de los denunciantes. El juicio contra doce dirigentes de la congregación religiosa El Olivo de Ondara continuó ayer en la Audiencia Provincial con las declaraciones de los exseguidores que presentaron una denuncia contra la organización. Muchas normas y mucha presión y aquel que no se sometía se le hacía el vacío fue el resumen de sus declaraciones. Por su parte, los acusados sostienen que no son una secta y que todos sus miembros eran libres de hacer lo que quisieran y de hecho nadie les impidió marcharse. El fiscal les acusa de asociación ilícita, estafa y por las lesiones psicológicas que sufrieron hasta nueve exadeptos.
Una de las principales denunciantes fue Battsión F. que dijo que vio cómo su matrimonio fue destruido en una semana a raíz de que tomó la decisión de dejar el grupo. «En siete días mi marido ya no quería saber nada de mi. No quiso venir ni al entierro de mi hijo cuando se mató en un accidente de coche», relató, hechos que achacó al dominio que tenía el pastor sobre él. La mujer llevaba ayer una camiseta con la foto de su hijo fallecido. El marido, Zhariah V. A. que también está acusado por estos hechos, achacó su divorcio a problemas estrictamente de pareja y dijo que no fue al funeral «para no ser linchado por la familia de mi esposa. Pasé esa tarde llorando en mi despacho».
Battsión había pertenecido al Remanente, el supuesto grupo de élite secreto dentro de la organización que era el brazo ejecutivo de todas las órdenes que recibían del pastor, Yehudah L. F. «Yo misma me he encargado de retirar el saludo a las personas díscolas cuando estaba en el grupo», dijo. Según su testimonio, el grupo de los escogidos se reunía en cenas privadas con el pastor, en las que al calor del vino se acababan conociendo muchos de los secretos de confesión que recibía del resto de seguidores en lo que se llamaba «revisión de vida».
Otro de los exseguidores manifestaron que el Remanente era el cebo con el que el pastor lograba mantener el control sobre ellos. «Todos aspirábamos a estar dentro y si no seguías la doctrina nunca podrías entrar en él», señaló. Asimismo, Abraham C. F., que pertenecía al Olivo desde 1990 cuando seguía los preceptos de la Iglesia Evangélica, señaló que a raíz del cambio al judaísmo «cada vez todo eran más normas y obligaciones». En este sentido, aseguró que tuvo que pedir perdón en el púlpito a raíz de que hubiera discrepado en alguna cuestión teológica con el pastor. «Llegó un momento en que me dí cuenta que estaba en una secta pero tuve que obedecer hasta que no estuve seguro de que iba poder sacar a mi esposa también», dijo.
Asimismo Eliahu C. aseguró que «en teoría el pago del diezmo era voluntario, pero aquel que no lo hacía estaba en boca de todos y podía sentir la presión del grupo». Los mensajes que recibían era que fuera del grupo solo les esperaba el mal y la enfermedad.
En la vista de ayer también declararon otras tres personas, miembros de El Olivo que señalaron que era una organización religiosa normal.
Investigación
Los agentes de la Guardia Civil señalaron que los seguidores de El Olivo vivían en un entorno cerrado, un edificio en el que solo vivían los miembros del grupo. Una denuncia por abandono de un menor fue la que inició la investigación. El joven había huido de El Olivo y sus padres le denunciaron por abandono de familia. Cuando los agentes fueron a hablar con él, fue éste quien les alertó del funcionamiento. Los agentes reiteraron que el grupo tenía una doble contabilidad y que había numerosos desvíos de fondos a Israel. Según dijeron, el líder de la congregación recibía numerosos pagos al margen de su sueldo. Los miembros del grupo le pagaban el sueldo.