Las Provincias, Alicante, 30.12.2010

El enriquecimiento de los líderes suele ser uno de los objetivos que frecuentemente persiguen las sectas. La del Olivo, al parecer, no era una excepción. Así, la Guardia Civil calcula que, desde 1993 hasta 2002, el principal acusado, Yehuda L., pudo conseguir hasta 800.000 euros que sus adeptos entregaban voluntariamente, aunque sólo están acreditados perjuicios por valor de 100.000 euros.

Las principales vías de financiación de El Olivo eran dos: el diezmo (la aportación del 10% de sus ingresos que hacía cada uno de sus miembros) y la venta de «elementos religiosos con valor económico sumamente elevado». Es el caso de los ‘tefilin’, unas pequeñas cajas de cuero típicas de la religión judía que ‘el Pastor’ obligaba a comprar a sus correligionarios «a un precio desorbitado», según consta en el escrito de acusación de la Fiscalía.

Además, «bajo coacción psicológica», Yehuda L. conminaba a las víctimas a entregar parte de sus ingresos, y también, de manera extraordinaria, debían pagar un porcentaje a la congregación cuando vendían alguna propiedad. El escrito de calificación explica que «todas las aportaciones realizadas eran supuestamente para financiar las necesidades económicas no sólo del grupo en sí mismo, sino también de los miembros que lo necesitasen». Sin embargo, la realidad era otra. Y es que, «aprovechándose del carácter ‘secreto’ del diezmo, que impedía verificar la cuantía de los ingresos que producía la secta, el líder siempre exigía más a los miembros, aduciendo el exceso de gastos», según la calificación.

Sin embargo, el autodenominado ‘Pastor’ «se dedicaba a obtener un lucro personal de tales ingresos, destinándolos esencialmente a sí mismo y a su núcleo familiar», explica la Fiscalía. De hecho, el presunto cabecilla de la secta no sólo recibía un «sueldo pactado», sino que también se beneficiaba de «un sobresueldo adicional desconocido por el resto de miembros» con el que sufragaba «todos sus gastos personales y familiares de todo tipo, de tal modo que el lucro probado de Yehudah en un período de poco menos de cinco años es de 265.746 euros», relata el escrito del Ministerio Público.

Pero ‘el Pastor’ no actuaba solo. Sus más íntimos colaboradores, agrupados en el núcleo bautizado como el ‘Remanente’, eran «conscientes del fraude o engaño. En el grupo de Ondara, Mosheh L. , también acusado, se encargaba de administrar los ingresos procedentes de esa congregación y también controlaba el dinero procedente del grupo de Zaragoza, recaudado por otro de los procesados, Mariano M.

La Fiscalía detalla concretamente qué responsabilidad tenía cada uno de los acusados en la presunta estafa. Así, Mosheh L. «administraba los fondos, eItsjak V. los conocía al estar autorizados y Mariano M. los recaudaba en el grupo de Zaragoza, puesto que disponían de acceso al beneficio obtenido previo a su ingreso en cuentas bancarias». Al parecer, todos conocían el destino del dinero.