Tiempo (México), 8.08.2016

Sin alumbrado público ni servicios de agua, de salud, ni televisión o Internet. Así es Nueva Jerusalén, una comunidad rural de Michoacán, en el occidente de México, donde las mujeres se cubren el cabello con pañuelos y rige una secta religiosa desde hace más de 40 años.

Ubicada a 137 kilómetros de Morelia, la capital michoacana, en Nueva Jerusalén un parpadeo abre el telón al escenario de pobreza en el que viven más de 5.000 habitantes, la mayoría dedicados a la agricultura.

La precariedad sin embargo contrasta con la fortaleza de los templos en los que veneran a la Virgen del Rosario durante las 24 horas del día. Un rito que derivó del catolicismo y que se instituyó en 1973, cuando supuestamente la Virgen, en una aparición, dio la orden de construir esa comunidad.

Esta secta ve en la educación, la tecnología y el desarrollo «cosas del diablo». En 2012, por ejemplo, destruyeron las tres escuelas que existían en la comunidad en rechazo a la educación laica que se imparte en los centros educativos federales y, aparentemente, por «órdenes» de la Virgen.

«El gobierno ha sido omiso», dijo a dpa Filiberto Avilés, un habitante de Nueva Jerusalén, disidente del culto religioso que ahí se profesa. «Le es más cómodo decir que no quiere generar un enfrentamiento y no es capaz de acercarnos los servicios básicos solo porque los fanáticos los consideran cosas del demonio», añadió.

Avilés comenta que tiene una hija discapacitada, pero que pese a eso los líderes religiosos de la comunidad evitaron que reciba ayuda médica. «No le permitieron el ingreso al personal médico que tenía que administrarle un medicamento», relató.

El grupo disidente de la comunidad exige estos derechos y más. Han denunciado abusos sexuales de niños, así como amenazas y homicidios, de lo que responsabilizaron a algunos de los líderes religiosos de Nueva Jerusalén y a la Guardia de Jesús y María, una especie de «Policía de Dios», integrada por unos 60 hombres.

Según versiones de los habitantes, estos «policías» portan armas de grueso calibre y son los encargados de proteger al obispo y «vidente» de turno, así como de hacer acatar la voluntad de la Viren del Rosario.

«Los religiosos nos hostigan de esa manera. Ellos tienen el poder total aquí», comentó Margarita Mora, una madre de familia. «Yo creo en Dios, pero no me considero fanática. Traigo este trapo en la cabeza porque no quiero que mis hijos escuchen que me ofendan».
Óscar Montero, de 30 años, contó a dpa que cuando tenía siete fue víctima de abuso sexual por uno de los sacerdotes de la congregación. Asegura que se tiene registro de al menos una decena de casos parecidos, pero que ninguna autoridad judicial u organismo nacional o internacional de derechos humanos ha intervenido.

«En el núcleo de su congregación hay al menos 400 niños, muchos no tienen una identidad ante el Registro Civil, ¡legalmente no existen! No les permiten ir a la escuela y están expuestos a la explotación laboral en faenas y al abuso sexual», afirmó.

Sin embargo, la titular de la Dirección de Asuntos Religiosos del gobierno de Michoacán, Teresita Vega, dijo desconocer las versiones de abuso sexual, aunque admitió que no existen registros legales que acrediten a Nueva Jerusalén como una congregación religiosa.
«Existe un derecho de libertad religiosa», sostuvo Vega sobre las quejas y denuncias. «Es complicado, ya que si se tocan fibras sensibles podríamos generar un escenario de violencia», explicó.

De acuerdo con Vega, han invitado varias veces a dialogar a la actual autoridad suprema de Nueva Jerusalén, Antonio Lara Barajas, autonombrado «Martín de Tours», pero este no ha accedido, aunque existe una mesa de diálogo con los dos grupos rivales de la comunidad.
El clérigo Martín de Tours asumió el liderazgo en 2008 tras la muerte del fundador, el párroco Nabor Cárdenas, conocido como Papá Nabor, que había sido buscado por una mujer llamada Gabina Romero, a quien en 1973 la Virgen del Rosario «le ordenó» la creación de la comunidad en una supuesta aparición. Eventualmente, la Iglesia Católica excomulgó al párroco.

Actualmente, De Tours comparte el liderazgo de La Ermita, como también se conoce a la comunidad, con la «vidente» Rosa Gómez, a quien supuestamente «hablan» alrededor de 200 «bienaventurados», una especie de espíritus con quienes se «comunica».

En La Ermita, cuya entrada principal parece una muralla con pequeños castilletes que remiten al medioevo, está prohibido leer periódicos, escuchar la radio o jugar al fútbol. También se prohíbe el ingreso de mujeres con faldas cortas, maquillaje o con la cabeza descubierta.
«No creemos que Dios quiera a un pueblo sometido en la ignorancia, la pobreza y la marginación», manifestó Agustín Blas Hernández, habitante de La Ermita que lamenta las condiciones de esa comunidad.

«Este ambiente hostil no puede ser el más óptimo para nuestros hijos, están creciendo sin una educación adecuada, sin alternativas, sin nada, ¿hacia dónde los vamos a conducir si no somos capaces de darles educación?», finalizó.