Clarín (Argentina), 15.08.1996
La sede de París de la secta de origen argentino «Nueva Acrópolis»fue blanco en la madrugada de ayer de un atentado con bomba que provocó daños materiales y heridas a un guardia del local.
Fundada por el argentino Jorge Livraga hace treinta años, «Nueva Acrópolis» es considerada por varios organismos europeos como unaorganización internacional ultraderechista, de ritos esotéricos ocultos bajo supuestos fines culturales, ecológicos y educativos.
Según el último informe sobre sectas del Parlamento francés, este grupo reivindica unos diez mil adherentes y veinte mil alumnos solo en Francia, donde se estableció en 1973 por obra del argentino Fernando Schwartz, brazo derecho de Livraga.
El atentado, que aún no fue esclarecido, se produjo en la madrugada de ayer en la sede parisina de la organización, donde además funciona una librería. El autor del ataque logró escapar sin ser identificado.
La sede principal de la secta está en Bruselas. Desde allí, bajo la fachada de una asociación cultural, organiza el reclutamiento y adoctrinamiento de jóvenes para su movimiento, con una estructura autoritaria y jerarquizada que incluye comandos supremos, brigadas femeninas y hasta un «servicio de seguridad» propio que se ocupa de las «acciones punitivas» contra los desertores, según un informe de la revista italiana «Nueva Humanidad».
Nazis esotéricos
Los jóvenes argentinos Jorge Livraga y Ada Dolores Albrecht crearon el grupo en 1957, como una escisión de la Sociedad Teosófica Internacional, un movimiento esotérico que inspiró a los nazis en la década del 30.
La sede principal se fijó en la casa de la madre de Livraga en Buenos Aires, en el número 866 de la calle Amenábar. En la década del 70, la época de mayor apogeo de la secta, la organización se mudó a un edificio en la calle San Martín y comenzó a profundizar su adhesión al pensamiento y la acción del nazifascismo.
Livraga, quien según testimonios solía jactarse de su contribución al golpe de Estado de 1973 del ex dictador chileno Augusto Pinochet y al de ese mismo año en Uruguay, logró construir lentamente una estructura que hoy está presente en 40 países del mundo. La mayoría de los adeptos se concentrarían en Sicilia y Francia.
En un comunicado publicado ayer en París, «Nueva Acrópolis» protestó por la «violencia ciega», denunció que sufre de «campañas de desinformación» y negó ser simpatizante de la extrema derecha.
Los intentos de Clarín por rastrear datos oficiales sobre esta organización en la Argentina a través de la Secretaría de Culto resultaron infructuosos.
Según el Centro de Documentación y Acción contra las Manipulaciones Mentales de Francia, en cambio, el grupo es una secta de neto corte autoritario, con pretensiones políticas y adiestramientos religiosos y paramilitares.
Fuerzas vivas
De acuerdo a testimonios de ex miembros de la secta, recogidos por la revista «Nueva Humanidad», la iniciación de los nuevos adeptos es muy lenta, dura años, con el paso gradual a los «secretos» y finalmente la participación en celebraciones sagradas, fiestas mitológicas y ceremonias trascendentales.
Después de algún tiempo, se convierten en «Fuerza viva», o miembros efectivos «que visten uniforme, se saludan con el brazo en alto, estudian los libros de Evola (ideólogo del neofascismo) y de (la fundadora de la Sociedad Teosófica) Helene Blavastsky», relató Giovanni A., un ex adepto de la secta, a la revista «Sicilia Libertaria».
El racismo es un elemento ideológico importante para «Nueva Acrópolis». Para los jefes, relató un ex miembro, la humanidad se divide «en siete razas que van desde la inferior, la negra, hasta la blanca, definida como aria».