El Confidencial (España), Marta Neto, 30.03.2025
Nuevos propietarios desembarcan en el emblemático hotel Claridge (Alarcón, Cuenca, 176 habitantes) después de tres décadas sin actividad. La organización Nueva Acrópolis, calificada como «secta» por la Asamblea Nacional francesa en 1995, compró el edificio brutalista el año pasado para congregar en un único espacio a todos los miembros de las diferentes filiales que la entidad tiene en España y realizar distintas actividades. Además, según señaló el experto Manuel Guerra en su Diccionario Enciclopédico de las Sectas, el Parlamento Europeo reconoció que el grupo promueve la «ideología neofascista».
El origen de Nueva Acrópolis está en la teosofía. Un movimiento nacido en el siglo XIX que cree contar entre sus filas con personas iluminadas por la divinidad que pueden dar respuesta a las cuestiones espirituales. «Se creen la avanzadilla de la sociedad», expresa Luis Santamaría, miembro y cofundador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas. El experto explica que la raíz de este tipo de sectas se debe buscar en las sociedades secretas e iniciáticas como la masonería.
El tronco está en la teosofía y más recientemente, como si de una rama se tratase, han aparecido grupos modernos como Nueva Acrópolis. «Hay muchas personas que realizan actividades con ellos. El problema viene cuando una persona destaca porque comienzan a aplicar técnicas de captación, como hacerte sentir especial o que verdaderamente formas parte de una gran élite intelectual. Una persona acude porque le interesa la filosofía y acaba en un grupo que le absorbe completamente», señala. El grupo se describe en su página web como «una escuela internacional de filosofía que promueve la cultura y practica el voluntariado».
El responsable de las relaciones institucionales de Nueva Acrópolis, Miguel Ángel Padilla, señala por su parte que «la descripción de sectas es muy ambigua. No se puede juzgar más allá de los delitos, lo que es bueno o malo que piense la gente». Asimismo, defiende que el grupo es «una organización que promueve la capacidad crítica y reflexiva, justamente lo que se necesita para parar a las sectas. Cualquiera puede acercarse y conocernos». Entre las actividades que quiere llevar a cabo la organización en el Claridge están jornadas de filosofía, voluntariado, cultura o deporte, disciplinas en las que «buscan a la élite y forman grupos muy cerrados», señala Santamaría. El experto incide en que este tipo de organizaciones «busca a personas de alto nivel intelectual para alcanzar posiciones desde las que ejercer influencia», y tienen entre sus miembros a reconocidos profesores de universidad y expertos, por lo que es «más complicado actuar sobre ellas». Además, respecto a la relación que Bruselas señala de Nueva Acrópolis con el neofascismo, Santamaría subraya que «tienen una nomenclatura de tipo paramilitar y una estructura muy rígida de alabanza y respeto al superior». Por ejemplo, el grupo utilizaría, según distintos testimonios, símbolos y saludos similares a los propios de los nazis. «Es absurdo. Nueva Acrópolis se funda bajo tres principios: la fraternidad internacional, el estudio comparado y el desarrollo del potencial humano; unos principios que van totalmente en contra de lo que puede ser la ideología nazi», detalla Miguel Ángel Padilla.
Una joya arquitectónica en la Cuenca olvidada
En 1998, José María Aznar inauguró la nueva A-3 para conectar Madrid con Valencia. Desde ese momento, el hotel Claridge, ubicado en el paso de la antigua carretera N-3 por Alarcón, se quedó congelado en el tiempo. La vajilla reposó durante mucho tiempo, colocada sobre las alacenas y las sábanas se quedaron preparadas para vestir las camas. «Los dueños pensaron que al pasarse el tráfico a la autovía, no iba a ser rentable y lo cerraron», cuenta Mayte Cuesta, arquitecta municipal de Alarcón. No obstante, durante los casi treinta años que ha estado sin uso, este emblemático alojamiento ha recibido cientos de visitantes. Seguidores de la arquitectura brutalista, amantes de los edificios abandonados, artistas que encuentran en las ruinas el mejor escenario para un videoclip y el espacio donde quedan muchos jóvenes los fines de semana para hacer botellón.
Todo el personal del Claridge salió un día del hotel para no volver nunca. En el pueblo «se recuerda con mucho cariño porque era una fuente de ocio y trabajaba mucha gente», recalca Cuesta, y añade: «Es un emblema del brutalismo en la provincia». Hasta su cierre, el hotel era propiedad de Auto-Res, una filial de la compañía Avanza Grupo. En 2007 lo vendieron y su último dueño fue el banco Santander. Desde que la entidad bancaria lo compró, se convirtió en un lugar de culto para el vandalismo. Distintas personas se interesaron a lo largo de los años en esta joya del brutalismo, pero el precio no estaba al alcance de cualquiera —según medios especializados en arquitectura, en 2020 el propietario pedía unos 750.000 euros—. «Fue una oportunidad económica», subrayan desde Nuevo Acrópolis. El grupo incide en que «sus recursos provienen de pequeñas donaciones y el granito de arena que ponen los voluntarios». La idea de Nueva Acrópolis es conservar el edificio tal y como está, porque «es un emblema de la arquitectura y especialmente de Cuenca». De momento, todo lo que han podido hacer es limpiar. «Va a ser una oportunidad para la zona porque va a venir gente de todo el país», señala Padilla e incide en que «estamos tratando de que toda la reforma repercuta positivamente en la localidad». No es la primera vez que Nueva Acrópolis elige la región manchega como punto neurálgico. En Sigüenza (Guadalajara, 4.800 habitantes) el grupo ya utilizaba el Castillo de Riba de Santiuste como su sede en los años ochenta, explica Luis Santamaría. Además, en Chinchilla de Montearagón (Albacete, 4.500 habitantes) también tienen una propiedad icónica: el Palacio de San Jorge, del siglo XVII. El lugar ha sido en varias ocasiones sede de los Juegos Olímpicos que organiza el grupo, el escenario del Encuentro Internacional de las Artes y de distintas jornadas de Educación Olímpica. De hecho, la relación de Nueva Acrópolis con el olimpismo es uno de los puntos de mira de los expertos en sectas, quienes han criticado duramente las relaciones que mantiene el Comité Olímpico Internacional con la organización y piden a la recién elegida presidenta que «rompa los lazos que tanto dañan al olimpismo».
Muchos ojos miran estos días hacia este tramo de la N-3 al conocer que llegará el grupo a Alarcón. Aunque el brutalismo sea un estilo sin ornamentación basado principalmente en yeso, hormigón y acero, despierta un gran interés en la comunidad técnica. De hecho, hace un par de años la Fundación Docomomo Ibérico —una organización especializada en arquitectura moderna— puso los ojos en el Claridge. «Es una pieza única y, sin duda, es el edificio por el que más me han preguntado», sostiene José Antonio Herce, miembro de Docomomo. Su singularidad se multiplica por el entorno rural en el que está: en toda Castilla-La Mancha solo hay 12 edificios modernos registrados en esta fundación y en Cuenca, apenas cuatro. «Su recuperación es un ejemplo de lo que debería hacerse en la España Vaciada», expone Herce. Y aunque cumple décadas sin uso, los técnicos sostienen que «ha aguantado como una joya moderna». Después de años con las paredes decoradas con capas de graffiti, los arquitectos se preguntan ahora qué pasará en el futuro con el edificio.