La Nación (Argentina), Jorge Urien Berri, 16.05.1996
La decisión del Vaticano de mantener la prohibición para que las laicas seguidoras del padre Adolfo Antelo actúen en Montevideo y al mismo tiempo permitir que las reciba algún obispo de un país vecino no sólo no zanjó la peor crisis que ha sufrido la Iglesia uruguaya sino que posiblemente haya trasladado sus remezones a la Argentina.
La ex Comunidad Jerusalén rebautizada Misioneras de Cristo Resucitado tras las denuncias contra su fundador por presunto abuso sexual castigos físicos y psicológicos y privación ilegal de la libertad está presente en las diócesis de San Isidro Viedma y San Miguel.
Fuentes seguras del obispado de San Miguel expresaron a La Nación que si las integrantes del grupo lo piden monseñor Abelardo Francisco Silva les otorgaría tanto el permiso para trabajar en su diócesis como para que constituyan en ella su sede eclesiástica.
Fieles vinculados con la comunidad sostienen que el Vaticano respetó la decisión oriental pero que no la compartiría plenamente.
«¿Lo que es malo para la Iglesia uruguaya es bueno para la de otro país?» se preguntan fuentes religiosas de Montevideo.
Marcelo Melani obispo de Viedma afirma: «Continuarán tranquilos en mi diócesis (en Chimpay) y yo no tengo nada que agregar porque si los acepta la Santa Sede…». Antes aclaró: «Ustedes (los periodistas) importaron un problema que aquí no existía».
PROHIBICIÓN
En el obispado de San Isidro cuyo titular Jorge Casaretto viajó a Polonia consideran muy probable que «aquí se adopte una decisión similar a la de la Iglesia uruguaya». Es decir la prohibición.
Fue lo que hizo el arzobispo de Montevideo José Gottardi en una medida que luego apoyó el episcopado oriental en pleno. Gottardi se instaló durante más de dos semanas en Roma para defender su decisión de suprimir la presencia del grupo.
El apoyo del episcopado uruguayo significaría que en los hechos tampoco podrían llevar adelante su labor evangelizadora en las otras diócesis de ese país.
El grupo cuyo funcionamiento fue caracterizado como «similar al de una secta o con aristas de secta» por el sacerdote uruguayo Julio Elizaga especialista en el tema también actúa en La Serena (Chile) y San Leopoldo (Brasil).
El salesiano Antelo su fundador es investigado por el juez penal de Montevideo José Balcaldi. Cuenta con el apoyo de sectores altos de la sociedad rioplatense y mantendría una óptima relación con el dicasterio vaticano que el martes laudó en la polémica. Se trata de la Sagrada Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
El comunicado de ese ministerio vaticano respeta como es de rigor la decisión del arzobispo montevideano. Pero también abre la puerta a una salida que algunos interpretan como salomónica: otro obispo puede recibir a las fieles de esta asociación «y asumir la responsabilidad sobre ella. Si la asociación le presentase nuevos estatutos al obispo le corresponde reconocerlos».
Se trata de los estatutos para ser admitida como congregación religiosa la gran aspiración del padre Antelo quien no se opuso a la circulación de estampitas con su imagen y de una videocassette sobre su vida.
DOBLE INCÓGNITA
Antelo negó ante el juez penal José Balcaldi las acusaciones y en los próximos días será careado con sus denunciantes.
Fuentes cercanas a la ex Comunidad Jerusalén aseguran que el padre quien sufre cáncer había sido separado de la misma y que se removió de los cargos jerárquicos a sus fieles preferidas que eran una suerte de «superioras».
En cambio religiosos uruguayos explican que Antelo no habría respetado la prohibición de mantener contacto con sus seguidores.
Por el momento existe una doble incógnita. Si se confirman las denuncias ¿es posible determinar si los métodos violentos del padre y sus presuntos vicios teológicos se encarnaron en algunos de sus fieles?
Ex miembros narraron a La Nación que en los últimos años el padre llegó a considerarse el Cristo histórico y que la salvación sólo estaba en su comunidad. De ser cierto se trataría de elementos sectarios.
En el obispado de San Miguel se afirma que este punto será debidamente analizado si las fieles presentan al obispo los estatutos para constituirse como una nueva congregación religiosa trámite que luego debería continuar en el Vaticano.
Quedan finalmente aspectos financieros referidos a las donaciones internacionales y a la compra de propiedades que los denunciantes habrían aportado al juez Balcaldi.
Y también la captación de fieles que según ex miembros produjo roces con los sacerdotes de Casaretto. En la casa que la comunidad tiene en su diócesis en Olivos habrían ocurrido entre 1991 y 1993 algunos de los episodios más violentos.
EL COMUNICADO DE ROMA
El siguiente es el comunicado de la Sagrada Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica del Vaticano que el Obispado de San Miguel entregó a La Nación:
«El Congreso del Dicasterio resolvió:
«l. Ante la situación conflictiva que se ha creado en la Iglesia particular de Montevideo en relación con la Asociación Misioneras de Cristo Resucitado es preciso que se respete la decisión del excelentísimo Sr. arzobispo (de Montevideo) de suprimir la presencia de la Asociación en la Arquidiócesis.
«2. Lo anterior no impide que la asociación pueda ser acogida en otra diócesis por el obispo que quiera recibirla y asumir así la responsabilidad sobre ella que establece el derecho. Si la asociación le presentase nuevos estatutos a él le corresponde reconocerlos.
«El dicasterio ha tomado esta decisión con la intención de respetar la autoridad pastoral del Sr. arzobispo en la Arquidiócesis de Montevideo y de considerar adecuadamente el compromiso de vida consagrada de las Misioneras de Cristo Resucitado.» .