La Nacion (Argentina), 9.05.1996

Uruguay. Años después cuatro muchachos aún sueñan la misma pesadilla: «El padre Antelo llora porque lo abandoné».

Es una de las evidencias del fenómeno de sugestión generado por el sacerdote salesiano Adolfo Antelo quien fundó hace años una asociación privada de fieles la Comunidad Jerusalén rebautizada Misioneras de Cristo Resucitado. La Iglesia uruguaya la disolvió el año último debido a serias denuncias contra el sacerdote por abuso sexual empleo de técnicas de sugestión y castigos físicos contra sus fieles.

La comunidad está presente en tres diócesis argentinas -San Isidro San Miguel y Viedma- y aguarda que una decisión del Vaticano adonde apeló la disolución uruguaya le permita instalarse oficialmente en nuestro país.

«Funcionan como una secta» afirma el psicólogo Daniel Corlazzoli de la Universidad Católica de Montevideo.

«Nos contagió su delirio paranoico» asegura Eduardo Bello ex integrante.

Pablo Dabezies vicario pastoral de la diócesis montevideana sostiene que «lo que está enfermo es la asociación. Contaminarán allí donde vayan».

El padre Antelo mira hacia la Argentina Con la venia del Vaticano la comunidad de laicos prohibida por la Iglesia uruguaya intentaría que la acepte un obispo argentino.

MONTEVIDEO.- Inteligente pintón y de buena estampa pese a su pierna ortopédica de madera carismático ególatra al extremo de permitir que circulen estampitas con su imagen el sacerdote salesiano Adolfo Antelo es un santo para quienes descubrieron a Cristo gracias a su obra la Comunidad Jerusalén destinada a evangelizar. Rebautizada Misioneras de Cristo Resucitado y constituida no por religiosas sino por laicas de sectores sociales medios y altos del Río de la Plata la Comunidad está presente en el Uruguay la Argentina el Brasil y Chile.

Para quienes fueron sus seguidores más cercanos este sacerdote obsesionado con el demonio es precisamente un demonio y la Comunidad una antesala del infierno donde sufrieron fracturas o cortes en la cara exhibiciones obscenas abuso sexual y sesiones de ensueño dirigido.

Seis jóvenes relataron a La Nación que «El Padre» llegó a convencerlos de que así les extraía el mal. Estos hechos también ocurrieron desde 1989 en la sede de Olivos diócesis de San Isidro. «Jamás recibimos una denuncia» asegura el vicario general de ese obispado padre Carlos Franzini.

«Funcionan como una secta y emplean técnicas de sugestión» afirma el psicólogo Daniel Corlazzoli que atiende a cuatro ex miembros y es profesor adjunto de Psicología de la Religión en la Universidad Católica del Uruguay.

«No teníamos voluntad. Nos contagió su delirio paranoico. Muchos nos escapamos varias veces y volvimos. Cuando pude irme me creí condenado al infierno hasta que el arzobispo de Montevideo (José Gottardi) me abrazó cuando le conté todo y me dijo: Eduardo Dios está contigo» relata Eduardo Bello hoy un ingeniero agrónomo de 37 años.

Fueron nulas las gestiones de La Nación para hablar con Antelo y sus seguidores en ambos países.

En la Justicia

Varios ex miembros declararon en 1993 ante un tribunal eclesiástico ordenado por el arzobispo. Días atrás lo hicieron ante el juez penal José Balcaldi que investiga a Antelo e incorporó al sumario una causa abierta en Maldonado por la muerte de un joven que investigaba a la comunidad donde vivía su hermana.

«Me acariciaba los senos. Nos abrazaba y nos preguntaba qué sentíamos y nosotras debíamos responder: «El amor de Dios padre». A una le ordenó quedarse en ropa interior y se burló de un defecto físico» cuenta a La Nación Ana Coutinho de 26 años.

«Me partió el labio de una trompada. Me dijo: «Yo soy Cristo para vos» cuando me convenció de mentir ante el tribunal eclesiástico» afirma Carlos Villar de 23 años. Villar teme que sus declaraciones perjudiquen a su hermana que vive en la comunidad en San Miguel Buenos Aires.

«Estas cosas sólo pasaban en el círculo de los más íntimos. Por eso hay miembros de la rama de matrimonios que no pueden creer que nos castigara y se fracturara las manos golpeándonos y son sinceros al defender al padre» explica un muchacho que pide reserva del nombre.

Expansionismo

Las notas del semanario Tres y las declaraciones del psicólogo Corlazzoli dieron origen a la investigación judicial en la cual Antelo afectado por un cáncer de pulmón declaró que las acusaciones son mentiras.

Antelo -o su obra- tiene cierto apoyo en el clero uruguayo: el jesuita Pablo Touyá ex delegado (interventor) de Gottardi en la comunidad y el obispo emérito Andrés Rubio salesiano quien lo ordenó sacerdote en 1975 y permanece con un grupo en San Miguel. Un delegado del Vaticano tampoco habría encontrado motivo de escándalo y un documento de Joaquín Navarro Valls vocero del Papa salió en apoyo de la comunidad.

Los seguidores de Antelo hablan de un complot y recuerdan casos de santos vilipendiados en vida.

Cuesta creer que también complote el ex cocinero de la comunidad Solís Vidarte un hombre de tez oscura o morocho como se dice aquí: «Escuché los golpes y a un muchacho que rogaba «Por favor padre no me pegue más».

Vidarte da fe del afán expansionista del padre que aún quiere desparramar su semilla por el mundo: «Mandó a mi hija a evangelizar al Africa. Volvió al poco tiempo con paludismo y tuvo que tratarse en Buenos Aires. Los dos nos fuimos. Mi hija me pidió que tuviera cuidado porque es gente que tiene mucho poder».

Cinco ex integrantes se convertirán en sacerdotes y monjas. En desmedro de la teoría del complot tres de ellos muy críticos con el cura reconocen que descubrieron su vocación gracias «al padre Antelo de los primeros años».

«Cuando aparece una figura que se inviste como padre de los demás suele generar sumisión. Hay figuras omnipotentes que presentan la doble cara de dios y demonio. Los líderes crean complicidades cuando hacen participar a los otros en los castigos como se denunció en este caso. Con el apoyo de la autoridad somos capaces de hacer cualquier cosa. ¿Cuál es el precio para ganar el paraíso? ¿Ceder nuestra persona para no vivir en la Tierra?» plantea Daniel Garat secretario de Asuntos Internacionales de la Coordinadora de Psicólogos.

«Vayan donde vayan -agrega el psicólogo Corlazzoli- reproducirán los errores teológicos de Antelo: cree que sólo hay salvación en la comunidad y atribuye a un milagro el haberse curado de un cáncer hace años.»

Jorge Urien Berri

Lenta reacción de la Iglesia

Divergencias: mientras el arzobispo de Montevideo José Gottardi suprimió la Comunidad con el apoyo de todo el episcopado oriental en el Vaticano se revocó esta medida. Roma aún debe adoptar una decisión definitiva

MONTEVIDEO.- La Iglesia uruguaya reaccionó tarde. A partir de 1982 recibió las primeras denuncias sobre una enérgica captación de fieles. Luego hubo padres que notaron el alejamiento y la transformación de los hijos que entraban a vivir en la Comunidad tras consagrarse y hacer votos de obediencia pobreza y castidad. Carlos Villar tuvo que consagrarse a los 17 años.

En 1993 el arzobispo de Montevideo disolvió la rama masculina y ordenó un juicio eclesiástico sospechado de serias irregularidades. El padre José Luis Mendizábal presidente del tribunal y rector de la Universidad Católica asegura que se respetó el derecho canónico.

Según reza un documento el arzobispo suprimió la Comunidad porque el grupo «no le hacía bien a la vida y misión de nuestra Iglesia». El Vaticano revocó la medida y el arzobispo apeló en Roma con el apoyo del episcopado uruguayo en lo que al principio pudo interpretarse como un enfrentamiento con el Vaticano.

Aún falta la palabra definitiva de Roma donde siempre hay dos integrantes de la Comunidad. En la curia montevideana se presume que son óptimas las relaciones de la Comunidad con ciertos niveles jerárquicos de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica una suerte de ministerio vaticano que debe laudar.

Algunos religiosos uruguayos se preguntan por qué interviene ese organismo y no el Pontificio Consejo de Laicos que preside el cardenal Eduardo Pironio puesto que se trata de una asociación privada de fieles un movimiento de laicos cuyas consagraciones eran «ad hoc».

«Tienen poder en el Vaticano y se enteran de sus decisiones antes que nosotros» dijo una fuente eclesiástica.

«Lo que cuenta no es el episcopado uruguayo sino el Vaticano. Aguarde y verá.» La misma frase emplearon dos autoridades -uruguaya y argentina- de la Rama de Matrimonios que no quieren identificarse «porque el Vaticano ve con agrado que se eviten las polémicas». Los padres de las fieles publicaron cartas de apoyo pero el número de firmas disminuye. La hija de dos firmantes fue una de las más castigadas.

«No es un complot»

El padre Pablo Dabezies vicario pastoral de la diócesis montevideana afirma: «Creo en las denuncias y no en un complot. Es inverosímil que alguien haga acusaciones que también lo salpican».

Las palabras del padre Dabezies tienen especial importancia para nuestro país. Se prevé que el Vaticano respetará la decisión de la Iglesia uruguaya pero al mismo tiempo aguardará que algún obispo argentino o brasileño invite a la Comunidad y gestione su funcionamiento como una congregación a partir de una nueva fundación en su diócesis.

«Si ocurrieron los hechos denunciados pertenecen al pasado. Hubo errores el padre fue separado y la situación se saneó también al separarse de algunos cargos altos a algunas de las consagradas. Hay que aguardar la palabra de la Santa Sede» expresó una fuente eclesiástica argentina