Clarín (Argentina), 1.04.2010

La Justicia de La Rioja dio un giro sorpresivoal dejar en libertad al gurú Ricardo Javier Ocampo, más conocido como «Maestro Amor», por considerar que el delito de corrupción de menores había prescripto a pesar de que su detención había sido ratificada en varias oportunidades a través del rechazo de recursos planteados por su defensa.

La decisión fue tomada por el juez de Instrucción Alejandro Arce, quien sobreseyó a Ocampo en forma definitiva en la causa por corrupción de menores abierta luego de que un joven denunciara en 1998 que había abusado de él. «Han transcurrido más de doce años de la causa en la que se lo acusa, es por eso que la acción penal se extinguió», explicó el magistrado. El gurú obtuvo así la libertad absoluta y no podrá volver a ser juzgado por ese hecho en la misma jurisdicción.

«Quienes me denunciaron me hicieron un bien, lo que me llevo es muy fructífero», dijo el polémico gurú al recuperar anoche en libertad. «Tengo una sensación de amor y compasión.Hice relación con mucha gente adentro, formamos una familia. Es lindo salir de un lugar como éste», agregó en referencia al Servicio Penitenciario. Afuera de la cárcel –donde estaba preso desde el 15 de septiembre pasado- lo esperaban decenas de sus seguidores felices de recuperar a su líder.

Según trascendió, Ocampo visitaría a algunos conocidos en La Rioja -su provincia natal- antes de regresar a la «Comunidad Meditazem», que fundó en Catamarca, donde fue procesado por cargos similares y también quedó libre de culpa y cargo.

La causa contra Ocampo en La Rioja fue iniciada por la denuncia de un joven al que el «Maestro» le daba hace años clases de Kung fu. Según consta en la acusación, el después devenido gurú, abusó en ese momento de él y de otros dos chicos que, sin embargo, nunca se presentaron ante la Justicia.

El joven había denunciado que el «Maestro Amor» les decía a sus alumnos que «él era Dios y que debían permitir que los penetrara su luz divina». Recordó que les decía «yo soy el maestro, confíen en mí» y que los amenazaba para que le contaran nada a sus padres, bajo el argumento de que para los adultos la sexualidad era «algo perverso». Con esos manejos, consiguió someterlos sexualmente, afirmó el denunciante, tanto a él como a sus compañeros.