CG (Argentina), Paloma González, 7.08.2020
Un brutal culto de Brasil escandalizó al mundo en los años 90 cuando se descubrió que estaba detrás del asesinato y desaparición de al menos 19 niños.
Joaquin Phienix escapó de un culto cuando era niño, Tom Cruise forma parte de uno en el que muchas celebridades participan y la actriz Allison Mac fue prisión por haber reclutado mujeres para un programa de empoderamiento que en realidad se trataba de un brutal culto sexual, pero ninguno de esos se compara con un terrible culto de Brasil que fue responsable de la tortura y muerte de al menos 19 niños.
El culto L.U.S o Lineamiento Universal Superior creía en la existencia de los extraterrestres y, por alguna extraña razón (y a pesar de que estaba formado por médico, abogados y personas con un mayor grado de educación), estaban convencidos de que los niños que habían nacido después de 1981 eran demonios, o al menos estaban todos poseídos por demonios.
El culto se estableció en el bosque del Amazonas, que usaron como escondite para cometer algunos de los crímenes más brutales de la historia de Brasil.
En 1989, la ciudad Altamira comenzó a recibir reportes de niños desaparecidos, pero las autoridades no tenían pistas que los apuntaran en la dirección de los culpables y, para 1993, ya tenían reportes de 19 niños perdidos, todos entre 8 y 13 años. Ese mismo año, los cuerpos sin vida de cinco de los niños fueron encontrados con signos de tortura y castración, que fue el detalle que llevó a los expertos a pensar que un médico podría estar detrás del caso.
Con las nuevas pistas, que eran pocas, las autoridades decidieron abrir una nueva investigación sobre el caso y empezaron a conectar los asesinatos con los reportes de los niños desaparecidos (algunos de ellos eran niños que trabajaban en las calles, pero la mayoría habían sido reportados por sus familias).
El caso era confuso y las pistas no llevaban a ningún lado, pero recibieron el avance más importante cuando un niño llamado Wanderlei Pinheiro apareció y les contó que había escapado de sus captores en el bosque. Pinheiro eventualmente testificó en contra de los miembros del culto L.U.S.
El niño le dijo a los oficiales que los hombres y mujeres que lo capturaron torturaban, violaban y mutilaban niños, alegando que sus órganos eran después vendidos en el mercado negro (y comenzaron a circular rumores de que los miembros del culto incluso se comían los órganos, pero eso nunca fue demostrado). El caso se volvió más escandaloso cuando Pinheiro identificó a los criminales, todos eran miembros respetados de la comunidad. El niño nombró a dos médicos, un empresario, un oficial de policía y a la líder de un culto religioso, Valentina de Andrade.
Valentina de Andrade era la líder del culto Lineamiento Universal Superior, que creía que el apocalipsis estaba cerca y que solo los miembros del culto podrían salvarse (¿será que todos los cultos se van a salvar?, todos dicen lo mismo). La mujer dijo que había sido contactada por extraterrestres (seguro ella también creería eso de que el Popocatépetl es una base alienígena) que le advirtieron que el fin se estaba acercando y que si ella le avisaba a unas cuantas personas especiales, iban a mandar una nave espacial para salvar a todos sus seguidores antes del desastre.
En 1981, de Andrade comenzó a predicar su nueva revelación y sus preceptos religiosos, que aseguraban que Dios no existe y que Jesús era en realidad un extraterrestre que había llegado a la tierra para enseñarnos sobre la iluminación y el amor. Lo más loco de todo es que ella estaba convencida de que los niños varones nacidos después de 1981 eran la encarnación del mal y su misión era eliminarlos como un pago a los extraterrestres que iban a salvar a los miembros del culto.
El caso tardó 11 años en poder resolverse y 5 de los niños desaparecidos nunca fueron encontrados. La policía arrestó a 4 de las personas que habían sido identificadas, pero de Andrade logró huir del país y no fue hasta años después que por fin fue detenida y juzgada por sus crímenes.
En el juicio, la líder del culto logró presentar una coartada que supuestamente demostraba que era inocente. Ella dijo que no estaba en la ciudad cuando ocurrieron los asesinatos y fue exonerada, mientras los dos médicos y los dos policías que fueron identificados por el niños sobreviviente fueron encontrados culpables y enviados a prisión.