La Nación (Argentina), Darío Palavecino, 21.05.2022
Los responsables de una secta que reducía a servidumbre, explotaba laboralmente a sus fieles e incluso abusaba sexualmente de algunos de ellos recibieron condenas de hasta 25 años de prisión y resarcimientos económicos a las víctimas de hasta 30 millones de pesos.
Desde el Ministerio Público Fiscal, representado por el fiscal capitalino Fabián Céliz y el local Carlos Fioriti, se han reclamado penas de hasta 40 años de cárcel en indemnizaciones por más de 60 millones de pesos para los diez damnificados.
El fallo estuvo a cargo de los jueces Roberto Falcone, Nicolás Toselli y Marcelo Fernando Machado Pelloni, que integraron el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata y se conoció hoy, al cabo de un proceso que abundó en testimonios y pruebas que resultaron suficientes para determinar la culpabilidad de los imputados.
Falcone estuvo a cargo de la lectura del veredicto en el que se resolvió la pena de 25 años de cárcel para Cristina Capossiello, esposa de Eduardo Nicosia, el fallecido líder de la secta. Se la consideró coautora del delito de trata de personas, bajo modalidad de captación y acogimiento con fines de explotación laboral y reducción a la servidumbre agravado en perjuicio de cuatro víctimas; participante en cuatro hechos de violación reiterada agravada y coautora del delito de alterar documentación personal de un menor.
Sinecio de Jesús Coronado Acurero recibió una pena de 14 años de prisión como partícipe necesario del delito de trata de cuatro personas y Luis Antonio Fanesi fue condenado a seis años de cárcel como partícipe necesario del mismo delito que su cómplice.
La organización funcionaba en el Hotel City, en zona centro de esta ciudad, donde bajo el formato de un instituto de yogui se acercaba a decena de personas a las que luego se los captaba. Una vez en esas filas se los reducía a la servidumbre y se los obligaba a entregar su bienes a los responsables del grupo.
Durante el juicio quedó claro, en particular desde los distintos testimonios de las víctimas, los sometimientos que sufrieron durante largos períodos. Desde maltrato hasta violaciones.
“Queda en evidencia el alto grado de manipulación al que eran sometidas las víctimas de esta secta criminal, quienes lejos de poder tomar dimensión de las atrocidades vividas eran cargadas con un sentimiento de culpa y aceptación de los castigos por fallarle al gurú”, planteó el Fioriti al presentar el alegato de la fiscalía.
En ese escrito había incorporado pedidos de resarcimiento de más de seis millones de pesos para cada una de las diez víctimas identificadas en este juicio. El tribunal atendió este reclamo fijó reparación económica a dos de las víctimas por un total de 30 millones de pesos y de 15 y 10 millones de pesos para otras dos.
Estos fondos están relacionados con decomisos que ordenó la justicia sobre bienes de los acusados. Incluyen el inmueble del hotel, departamentos en Capital Federal, automotores y dinero en efectivo que fue secuestrado tanto en las viviendas allanadas como en cuentas en el exterior que estaban a nombre de algunos de los ahora condenados.
En ese detalle mencionó los casos de niños que nacieron y fueron criados en ese ámbito, con víctimas a las que se les impedía tener contacto con otros miembros familiares o amistades. A esos menores no se les permitía estar escolarizados ni tener vida social.
Los testimonios volcados en el expediente confirman que Nicosia sometía y violaba a algunas de sus víctimas, hechos que derivaron en 14 hijos con seis mujeres diferentes y también con dos de sus hijas biológicas, de las que también abusó. Su esposa no era ajena y en los que siempre se destacaba la situación de vulnerabilidad de esas personas, que estaban sin posibilidades de pedir ayuda.
Todos los condenados están en prisión y continuarán en esa condición, donde deberán cumplir las penas impuestas en este juicio oral y público. El mismo tribunal también dispuso que se avance con más investigación por posible comisión de delitos de acción pública por parte de otras siete personas, además de determinar paradero de una de las víctimas de la secta.