MILAGROS PÉREZ OLIVA – Barcelona – El País, 09/08/1995
El viernes por la noche, Elena Lumbreras dejó de vivir. Tenía 58 años y murió a causa de un cáncer tras varios meses de terrible sufrimiento. Unas horas después, de madrugada, el marido y dos hijas, destrozados, presentaban denuncia en el Juzgado de Guardia de Barcelona contra Vicenç Herrera Adell, uno de los médicos que aplica en España el método Hamer. Según el testimonio de la familia, Herrera apartó a la enferma del hospital Clínico, le hizo abandonar el tratamiento y convirtió la enfermedad en una pesadilla familiar. Herrera es uno de los tres médicos que sigue en Barcelona el controvertido método y en estos momentos atiende un centenar de pacientes de cáncer y otros tantos de sida.
Herrera es uno de los 120 médicos de toda España que asistieron en junio y julio pasado a dos cursos impartidos por Ryki Geer Hamer para extender la que califica de «nueva medicina». Hamer, al que se atribuye personalidad psicótica, fue suspendido de su licencia de médico por un tribunal alemán en 1986. Un juez de Austria ha dictado orden de busca y captura y la fiscalía de la ciudad alemana de Colonia, donde reside -aunque ahora está en paradero desconocido-, abrió el lunes un sumario contra él por homicidio ínvoluntario porque lo primero que hacen los seguidores de Hamer es suprimir el tratamiento de quimioterapia y radioterapia que siguen los pacientes, alegando que impiden la curación.Herrera afirmó ayer que Elena Lumbreras murió «porque no supo resolver el conflicto emocional y psicológico origen del cancer que sufría».
Y en cualquier caso, añadió, él no se responsabilizaba de esa muerte porque la familia se había empeñado, contra su criterio, en volver a llevarla al Clínico. Efectivamente, Elena Lumbreras volvió en la última fase de su agonía al Clínico. Había luchado ocho años, primero contra un cáncer de mama y luego contra la metástasis de hueso que irrumpió en su vida en 1991. Y ya no podía más. «Haced con mi cuerpo lo que queráis», respondió, extenuada, a la petición de su familia.
Llevaba meses sufriendo lo indecible bajo el método Hamer. «Cuando le pedíamos que accediera a tomar morfina, ella respondía que el dolor significaba que se estaba curando». «No queréis que me cure, de lo contrario no me pediríais que tome morfina», les decía.
.»Desconfiaba de nosotros y en cambio creía a pies juntillas al doctor Herrera», recuerda su hija. Volvió, pues, al Clínico y todavía tuvo tiempo de ver por televisión las noticias sobre la niña de Viena. Murió con una terrible certeza: «¡Cómo he podído cometer semejante error!», le dijo a su hija. Era pintora, una mujer culta, y siempre había hecho gala de un carácter optimista. Cayó en la órbita de Hamer cuando le dijeron que tenía que comenzar un nuevo tratamiento de quimioterapia. En ese momento tenía pendiente una exposición en Italia. Se aferró a la alternativa en la que alguien le prometía que se curaría sólo con el control de su mente.
«Lo primero que hacen es indisponer al paciente con su familia. Igual que las sectas», explica su marido. Además de ver como su esposa caminaba inexorablemente hacia la muerte sin poder hacer nada, Mariano Lisa sufrió en su propia piel las consecuencias del método Hamer. «Primero le dijeron a mi esposa que la causa de su cáncer era un conflicto conmigo. Y que mientras no lo resolviera, no se curaría. Ella lo creyó. Luego le dijeron que también tenía un conflicto con la hija. Un día me pidió que me fuera de casa porque de lo contrario nunca se curaría. Me marché, pero fui enseguida a pedir explicaciones al doctor Herrera. Él insistía en que había un conflicto, y yo le decía, pero, ¿cuál?, y me respondía ‘ustedes tienen que averiguarlo’. Y de ahí no salía».
La familia no sabe cómo llegó Elena Lumbreras a la consulta de Herrera ni cuánto le pagó. Sí sabe que influyeron en ella, y mucho, dos programas de La 2 dedicados al método Hamer en el espacio Preguntas y respuestas que presenta Adelina Castillejos. «Los vídeos de ese programa se usan ahora como propaganda. No saben cuánto daño han llegado a hace», dice Mariano Lisa.