MSN (Estados Unidos), 29.08.2022

El 18 de noviembre de 1978 ocurrió el mayor suicidio en masa de la historia, donde más de 900 personas, entre ellas bebés y niños, perdieron la vida luego de ingerir cianuro. El hecho tuvo lugar en Jonestown, una comunidad religiosa en Guyana creada por el reverendo estadounidense Jim Jones.

Doce años antes de la masacre, en 1956, James Warren Jones (Jim Jones) había creado la Iglesia del Templo del Pueblo en su natal Indianápolis, Estados Unidos. Durante su infancia, el pastor se había interesado por los marginados, los segregados y los pobres. Es por eso que en su juventud se involucró en la lucha por la integración racial y el socialismo, afiliándose a los 20 años al Partido Comunista. Con esa ideología, buscaba crear una comunidad donde no existieran fronteras de raza o de nacionalidad.

Jones logró captar un gran número de seguidores, lo que le permitió expandir su iglesia a San Francisco, California. El reverendo había elegido este destino porque creía que en la Costa Oeste estarían salvados de un posible ataque nuclear contra Estados Unidos. Allí aumentó aún más la importancia del templo y creció el número de adeptos. Además, la Iglesia Cristiana reconoció a la congregación y a Jones como su legítimo predicador y líder.

Jones estaba teniendo una carrera fructífera en San Francisco e incluso comenzaba a incursionar en la política. Sin embargo, su iglesia captó la atención de la CIA, por lo que el líder de la secta decidió instalar el templo fuera de Estados Unidos.

El lugar elegido fue Guyana debido a que hablaban inglés y no habría problema con la inmigración de los seguidores. En 1975, el templo arrendó al gobierno guyanés un predio de 140 hectáreas para fundar su colonia. Comenzó así la construcción de Jonestown bajo la supervisión de los jefes de la comunidad y Jones volvió a California a animar a todos sus seguidores a mudarse al país sudamericano.

En septiembre de 1977, la revista New West publicó una investigación donde acusaban a Jones de torturas físicas y morales a sus seguidores, de impulsar y participar de orgías y de manejar “hitlerianamente” a las personas. Ante esto, la reputación del pastor sufrió un fuerte golpe y se mudó definitivamente a Guyana, seguido por más de 900 adeptos a quienes les había advertido que Estados Unidos sería arrasado por un ataque nuclear.

“Jonestown, un paraíso socialista»

Guardias armados patrullaban el pueblo para asegurarse de que las órdenes de Jones fueran cumplidas.© Proporcionado por Perfil

Jones se quedaba con el caudal financiero y económico de su secta. Por su parte, los seguidores tenían tres reglas que cumplir: no podían desertar, tenían que entregarle todos sus bienes materiales al Templo del Pueblo y debían estar dispuestos a morir envenenados cuando el líder lo ordenara.

Los habitantes de la comunidad cultivaban sus alimentos y criaban animales. Pero las altas temperaturas no ayudaban a realizar la labor. Además, tuvieron problemas de abastecimiento agrícola por las malas e insuficientes cosechas.

Simulacros de suicidios

Con sus facultades mentales deterioradas, Jones decía que podía haber “traidores” y que la comunidad supuestamente era amenazada por la CIA. Es por eso que creó las “noches blancas”, simulacros de suicidios masivos en los cuales medía la lealtad de sus seguidores. Estas prácticas se realizaban una o dos veces por mes.

En una declaración jurada, Deborah Layton -desertora de la comunidad- escribió que durante una de esas noches, se le dijo a la gente que morirían. Los individuos fueron forzados a tomar lo que creían que era veneno. Aquellos que dudaron fueron amenazados de muerte.

«Durante estas noches blancas, Jones les daba a sus seguidores cuatro opciones: huir a la Unión Soviética, cometer un ‘suicidio revolucionario’, quedarse en Jonestown para luchar contra los invasores o huir hacia la selva», reveló un informe del FBI que calificó este accionar como lavado de cerebro.

La investigación de Estados Unidos que desencadenó el suicidio

En mayo de 1978, Deborah, tercera generación de la familia en el Templo del Pueblo, escapó de Jonestown y se refugió en la embajada estadounidense. En la sede diplomática realizó una declaración donde afirmaba que la secta mantenía a más de mil personas en Guyana contra su voluntad. Sumado a esto, familiares de los miembros de la comunidad, que residían en Estados Unidos, realizaron denuncias por privación ilegítima de la libertad de sus seres queridos.

Por estos motivos, el congresista californiano Leo Ryan comenzó a seguir el caso de cerca y visitó Guyana en noviembre de ese año en una comitiva integrada por algunos familiares que habían solicitado ayuda y periodistas para documentar el viaje.

El 17 de noviembre de 1978, la noche previa a que Ryan regresara a Estados Unidos, algunos residentes le pidieron al congresista si podían abandonar la colonia con él. Al día siguiente, la comitiva junto a 14 desertores, entre los que se encontraba Larry Layton, se dirigió al aeropuerto de Kaituma.

Una vez dentro del avión, Layton disparó contra los ocupantes, hiriendo a varios. Miembros de la comunidad que habían escoltado el coche de Ryan dispararon al avión, asesinando al congresista, a tres periodistas, a una de las desertoras -madre de tres hijos que lograron huir- e hiriendo a otros nueve. Los supervivientes del ataque huyeron a campos cercanos y otro grupo entró en la selva, donde estuvieron perdidos durante tres días hasta que los rescataron.

Mientras tanto, Jones reunió a sus seguidores y les recordó las amenazas que estaba sufriendo su comunidad. “Por el amor a Dios, ha llegado el momento de terminar con esto”, se lo puede oír en las grabaciones recuperadas por el FBI.

Los integrantes de la comunidad fueron obligados a beber jugo mezclado con cianuro. A los bebés y ancianos se les inyectó el veneno. “Hemos obtenido todo lo que hemos querido de este mundo. Hemos tenido una buena vida y hemos sido amados. Acabemos con esto ya. Acabemos con esta agonía” es lo último que dijo el líder religioso.

«No fue un suicidio masivo. La gente no dijo ‘quiero hacerlo’. Fue un asesinato en masa», declaró Laura Johnston Kohl, ex integrante de la secta.

Un total de 918 fueron las personas que murieron aquel día. Jones se encuentra entre las víctimas fatales. Sin embargo, su causa de muerte fue un disparo de escopeta. En la actualidad se desconoce si se suicidó o si le ordenó a alguien que le disparara.