El Mundo, MADRID. 8.08.1994

Una mujer ha denuncia la desaparición de su hija, Inmaculada Marín, y su nieto, Alberto José Macano Marín, de unos doce años de edad, tras haber pasado por una secta japonesa hace unos tres años.

María Janeiro, la denunciante, cree que su nieto corre peligro y «que le está pasando lo peor». Esta mujer ha denunciado los hechos ante el Grupo de Menores de la Policía Nacional (GRUME) y ha recurrido a numerosos organismos sin haber encontrado respuesta.

María reside habitualmente en el poblado chabolista de Pitis desde hace tres años. Antes vivía con sus hijos y su nieto en la localidad de Navalcarnero. Su existencia era apacible hasta que el 24 de noviembre del 91 su hija Inmaculada Marín, «Ada», se fue con su nieto, Alberto José Macano Marín.

«Ada» estuvo un tiempo trabajando como secretaria hasta que empezó a vender enciclopedias por las casas. «Estuvo una semana vendiendo libros hasta que comenzó una relación amorosa con un compañero de trabajo que se trajo a casa», cuenta su madre.

Asegura María Janeiro que «cuando me quise dar cuenta no podía echar de mi casa a este hombre, no se iba. Acudí a la comisaría de Sol para denunciarlo». María Janeiro afirma que este hombre le había dicho que «si me echa de casa a su hija y a su nieto no los ve más». Cuando su abuela quiso saber para que quería un niño tan pequeño (8 años en el 91) éste le contestó que «por los niños dan dinero».

Este hombre, que se convirtió en compañero amoroso de su hija Ada, introdujo a ésta y a su hijo Alberto en la secta japonesa llamada Soka Gakkai «de clara tendencia nazi», según declaró la desesperada abuela a este periódico. La secta tenía su sede en Madrid en el número 32 de la calle Ercilla, pero actualmente se desconoce su paradero.

María Janeiro inició una persecución para tratar de contactar con su hija y, sobre todo, con su nieto. Esta trató de encontrar a ambos por todos los lugares.

Su hija Inmaculada Marín sufre algunos trastornos de la personalidad por lo que su madre se teme que «está internada en algún sitio en tratamiento psiquiátrico o quizás está secuestrada, pero nadie me lo quiere decir».

Teniendo en cuenta la edad de su nieto, María Janeiro acudió al colegio San Fernando de Colmenar Viejo, dependiente de la Comunidad de Madrid. Allí unos niños reconocieron una foto de su nieto, asegura, incluso un niño le condujo hacia la habitación donde se encontraba, pero en el último momento los responsables del centro se lo impidieron. La abuela asegura que «nadie me puede negar el derecho a ver a mi nieto».