Levante EMF (España), Alberto Moncada, 22.09.2012
El Opus Dei vuelve al primer plano de la actualidad con motivo de la polémica por la financiación pública de los colegios concertados no mixtos. Separar los niños de las niñas ha sido siempre una de las peculiaridades de la organización católica española.
El primer Opus Dei se desarrolla en el seno del bando victorioso en la guerra civil al calor del fervor religioso de la época y Escrivá lo concibe como una especie de alternativa católica a la Institución Libre de Enseñanza. En los años cuarenta, favorecidos por un ministro de Educación simpatizante, una docena de sus miembros ocuparon posiciones importantes en la universidad española y en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y trataron de establecer, sin saberlo muy bien ellos mismos, una versión española de la Action Française.
La progresiva cercanía del grupo al poder y, en particular, la estrecha relación entre Carrero Blanco y Laureano López Rodó, que destaca como organizador administrativo en el CSIC, permitió la segunda y más productiva etapa. Durante ella, años cincuenta y sesenta, Franco entrega la dirección de la maltrecha economía española a tres o cuatro opusdeistas, Alberto Ullastres, Mariano Navarro, Gregorio López Bravo y, con ocasión de esa preeminencia, surge un vigoroso lobby de miembros, amigos y favorecidos de la Obra, que se asocian y crean un montón de empresas nacidas al calor de la nueva familia. Paralelamente, hombres y mujeres del Opus „Federico Suárez Verdeguer, Angel López Amo y Laura Hurtado de Mendoza„ tomaban posiciones en la naciente Casa del Príncipe.
Lo más importante de la etapa actual es la transformación del Opus en una organización dedicada preferentemente a la enseñanza privada heredando la atención a las clientelas de clase media que los jesuitas están abandonando. Escrivá había escrito en los documentos fundacionales que la Obra no tendría nunca centros de enseñanza. Sin embargo, el monseñor de Barbastro supo acoplarse a las circunstancias que le rodeaban y hacer de la necesidad virtud. En ese empeño pedagógico, y en la burocracia interna, gastan sus energías la mayoría de los socios numerarios del Opus que se ha transformado en algo parecido a aquellas congregaciones de enseñanza, como la de los Hermanos de la Salle o los Maristas, que surgieron en Francia como reacción contra el laicismo y el anticlericalismo de la Revolución.
Pero en ese éxito aparente está el germen de sus nuevos conflictos, la acusación por una gran parte del mundo católico de que el Opus Dei practica el sectarismo de menores en gran escala al reclutar a los numerarios con apenas catorce, quince años. Recientemente, el Parlamento belga ha incluido al Opus Dei en la lista de las sectas peligrosas para la juventud teniendo en cuenta, entre otros factores, las protestas de muchas familias cuyos hijos han sido objeto del implacable proselitismo opusdeista.
Actualmente, los directivos del Opus están asistiendo a una gran desbandada. Se van los más inteligentes, los más capaces y quedan los leales a cualquier precio.