FRANCESC VALLS, El País, Barcelona – 16/12/1989
El cardenal arzobispo de Barcelona, Narcis Jubany, ha sido puente de diálogo entre jóvenes cercanos a la prelatura del Opus Dei y sus familias, que pretenden que se alejen de la Obra, según diversos testimonios ante los que el arzobispado ha preferido no pronunciarse. En el caso de la alumna Gemma Saiz, del centro de estudios El Vallés, próximo a Barcelona, las partes afectadas han reconocido esta mediación. Lo mismo ha sucedido en otro caso, el de Susana Crespi, estudiante del centro cultural Pineda de Barcelona, del que depende El Vallès, y compañera durante un año de Gemma Saiz.
Las familias de ambas jóvenes han dado testimonios en este sentido, aunque no han abundado en detalles. En ambos casos, el arzobispo de Barcelona mantuvo entrevistas con las jóvenes y sus padres. Susana Crespi, que nunca llegó a ser numeraria auxiliar de la Obra debido a que era menor de edad, causó baja en su colegio por voluntad de sus padres. Jaume Crespi explicó que su hija había mantenido contactos con la prelatura cuando tenía 15 años de edad y que a los 16 se la llevó de una casa en la que servía, propiedad de un matrimonio de la Obra.En una carta que Susana Crespi dirigió a su amiga Gemma Saiz, cuando ambas eran menores de edad se decía: «Mis padres no querían que nos viésemos con las señoritas [del Opus Dei], pero ni caso; en tres ocasiones vinieron al pueblo [cercano a Vic] y mis padres lo descubrieron y hubo gritos…. Al final», prosigue la carta, «nos vemos en Vic…, pero no puedo cumplir ninguna norma, ni ir a misa los domingos. Ahora», continúa, «estoy cuidando a una niña hija de un matrimonio; los dos son de la casa [del Opus] «.
«Mis padres me han dejado estar aquí para trabajar con la condición de que no me vea con nadie de Barcelona -bueno, de la Obra-. Lo bueno es que mis señores están de acuerdo. Esto hasta después de Reyes, así ellos verán si tengo vocación», se añade en la carta.
Los padres de la joven Susana Crespi entraron en contacto con la Asociación Pro Juventud. Este colectivo se encarga de luchar contra los presuntos efectos nocivos provocados por las sectas. Pro Juventud utiliza técnicas de desprogramación mental, a petición de las familias, con aquellos que dejan de ser miembros de la prelatura. Esto ha sido negado categóricamente por el Opus Dei en reiteradas ocasiones, puesto que ello supondría reconocer que sus miembros son programados, cuando la relación que se mantiene con la prelatura es, afirman, «libre y flexible».
El caso de la participación de obispos en estos problemas que surgen entre padres e hijos es, según diversos testimonios, bastante habitual. Los prelados intentan la conciliación, ya que la prelatura forma parte de la iglesia católica. En este sentido, la familia de un miembro del Opus -que había entrado en contacto con la Obra a los 14 años- se dirigió cuando éste ya era mayor de edad a la autoridad eclesiástica de su diócesis, el arzobispo Elías Yanes (Zaragoza), y al presidente de la Conferencia Episcopal española, cardenal Angel Suquía. La familia estaba preocupada porque su hijo utilizaba cilicios.
Carta de Suquía
En la respuesta del presidente del episcopado, fechada el 19 de septiembre de este año, se decía: «Poco o nada puedo hacer sobre este asunto», y recomendaba reflexión y el diálogo familiar. La carta de Elías Yanes, de abril de 1988, era más explícita. El arzobispo reconocía que las afirmaciones del padre coincidían con otras ya recibidas y afirmaba que había tratado el problema con la Obra. La oficina de información del Opus Dei en Barcelona difundió ayer una nota en la que anuncia que se reserva «el ejercicio de acciones legales» ante algunas informaciones que afirmaban que el obispado de Barcelona investigaba los centros de formación del Opus.