Impacto (México), Carlos Villa Roiz, 22.07.2012
Acontecimientos religiosos en todo el mundo han llegado a ser pilares de desarrollo económico y cultural de ciertas regiones, y los llamados lugares santos son tan variados como la Basílica de San Pedro, en el Vaticano; La Meca, en Arabia Saudita; los sitios bíblicos en Medio Oriente; santuarios como Santiago Compostela, en Galicia; Lourdes y Fátima, en Francia y Portugal; Medjugorie, en Yugoslavia, o la Basílica de Guadalupe, en el Tepeyac.
El fenómeno religioso no es exclusivo de las iglesias históricas. En lo cotidiano se presenta como algo dinámico y va desde la superstición y la magia hasta lo que Mahoma llamaba las religiones cultas, es decir, aquellas que cuentan con libros de revelación divina. La constante formación de sectas, las supuestas revelaciones y la segregación al interior de las iglesias tradicionales que promueven personas inconformes son algunas de las causas de esta movilidad.
En México hay varios ejemplos. En Espinazo, Nuevo León, en los últimos años del siglo XIX, un curandero mexicano, el Niño Fidencio, cuyo verdadero nombre era José de Jesús, se convirtió en modelo de culto que prevalece hasta nuestros días; en Culiacán, Sinaloa, un bandido que, según la leyenda, operaba contra los ricos, para ayudar a los pobres, a inicios del siglo XX es recordado, por sus seguidores, en un “santuario” local, aunque su culto se ha extendido por el país.
Con un esquema similar, pocos años después de las reformas litúrgicas del Concilio Vaticano II, en Puruarán, Michoacán, un inconforme con las nuevas disposiciones de la Santa Sede, Nabor Cárdenas Mejorada, decidió fundar, en tierras ejidales, un pueblo apartado del contaminante mundo y donde imperara un tipo de vida más religiosa. Así surgió “La Nueva Jerusalén”, donde los “usos y costumbres” no tardaron en entrar en contrapunto con la legalidad civil, en total contrapunto con la Iglesia católica y la ortodoxa.
El padre Nabor Cárdenas Mejorada, quien, hasta entonces, celebraba misas en un pequeño templo del municipio de Lázaro Cárdenas, conoció, en 1973, a una supuesta vidente, Gabina Sánchez Romero, de Turicato, quien afirmaba que se le apareció la Virgen del Rosario en el paraje conocido como El Callejón, el 13 de junio de aquel año, y le reveló que el padre Nabor era el elegido para que celebrara misas en el cerro que llamaban El Mirador, donde ahora está la “Cuenca Celeste”, un sitio al que sólo tienen acceso los “elegidos”. Este religioso, sin consentimiento de sus superiores, validó las supuestas apariciones y se convirtió en líder de la comunidad autonombrándose “Papá Nabor”, y luego designó a la supuesta vidente Gabina Sánchez como “Mamá Salomé”, a quien le dio gran poder.
“La Nueva Jerusalén” asumió un autogobierno de facto que fue tolerado por todas las autoridades, tal vez para evitar conflictos sociales cuyas consecuencias pudieran derivarse del fanatismo religioso.
En 1983, al lugar acudió el obispo Néstor Guijarro González, de la Santa Iglesia Católica Apostólica, Ortodoxa, Antigua y Tradicional de México, para anunciar la excomunión de Nabor Cárdenas, pero, por extraña razón, designó obispo a Papá Nabor.
A estos vuelcos se suman otros personajes: Agapito Gómez Aguilar, quien se fue a vivir a “La Nueva Jerusalén” procedente de San José del Valle, Hidalgo, y quien obtuvo el cargo de vocero de la secta, y Santiago Mayor, quien, a la muerte de Papá Nabor, se disputó con Agapito Gómez la dirección de la comunidad.
El actual líder es Martin de Tours, quien está al frente de 31 sacerdotes y unas 5 mil personas, de 200 familias. Las reglas impuestas en “La Nueva Jerusalén” son extremadamente rigurosas y restringen la libertad de conciencia de los habitantes. Está prohibido tener puntos de vista personales porque la secta exige el total sometimiento a la forma establecida de pensar.
Todas las mujeres tienen que usar velos, que les caen a las espaldas, faldas largas o hábitos, y tienen vedado usar maquillaje; los hombres no deben usar cabello largo. Están obligados a usar un grande escapulario o un rosario al cuello.
Con los años, “La Nueva Jerusalén” se ha convertido en centro de peregrinaciones, principalmente de los estados de México, Oaxaca, Guerrero y Chiapas, sobre todo en la fiesta patronal, el 7 de octubre, y en Semana Santa, lo que genera una derrama económica que es compartida con el Patriarca y la Iglesia.
“La Nueva Jerusalén” cuenta con un grupo encargado de la seguridad del pueblo y que ejecuta las órdenes político-espirituales de sus líderes, entre las que se contempla la expulsión de la zona. Este grupo, posiblemente armado, vigiló la destrucción de la única escuela del poblado el pasado 6 de junio. El plantel federal “Vicente Guerrero”, abierto hace seis años, fue demolido a golpes de mazo, dejando a cerca de 200 niños del pueblo sin la posibilidad de estudiar la primaria.
Cruz Cárdenas, encargado del orden en “La Nueva Jerusalén”, considera que en la destrucción del colegio no hay delito que perseguir y, en todo caso, responsabiliza a las autoridades federales y locales de la demolición por no haber consultado con el pueblo si quería una escuela, pues ya contaban con una, dicen, que atienden sus religiosas.
El problema que se presenta en la comunidad lo han querido politizar algunas personas, con diversos fines, en medio del ambiente poselectoral.