EL Informador (méxico), 19.07.2012
Las expulsiones masivas de familias y denuncias por violación y otras vejaciones estuvieron presentes en la historia de la Nueva Jerusalén por dos décadas.
La fundación de la comunidad inició con tres mil personas atraídas por la nueva y milagrosa deidad de la Virgen del Rosario. Era 1973, Nabor Cárdenas Mejorada fue excomulgado por la Iglesia Católica ese año, pero hizo creer a todo el mundo que en realidad lo habían ungido como el Papa Nabor, al convertirse en “elegido” de la Virgen.
Además, le había encomendado la suerte de Gabina Sánchez Romero —convertida ya en Mamá Salomé— y a ambos la conducción de la comunidad con todo y sus reglas. Todo para salvar al mundo que “se va a perder y ya está perdido”, según había sido el mensaje dado a través de Gabina en su primera aparición y que prevalece hasta nuestros días.
En menos de siete años, la Nueva Jerusalén ya era un poblado con nueve mil habitantes y un número creciente de feligreses acudían en peregrinaciones copiosas y dejaban gustosos la vida mundana para dedicarse a la oración las 24 horas del día. O bien dejaban cuantiosas sumas de dinero “por los favores recibidos”. Además, como toda iglesia que se precie de serlo, recibía “diezmos y donaciones” cuantiosas que permiten la vida en oración.
Armas y expulsiones
A la muerte de Mamá Salomé, en 1982, su figura fue reemplazada por Mamá María de Jesús, una monja que según se dijo llegó junto con otras 200 de sus compañeras para unirse a la Nueva Jerusalén. En ese momento empezaron las pugnas por el poder, que ponían en riesgo el liderazgo de Papa Nabor y que derivó ese mismo año en la expulsión violenta de unos cuatro mil habitantes.
A finales de la década de los 90, vecinos de la Nueva Jerusalén denunciaron ante autoridades estatales que la comunidad se convirtió en el refugio de la extinta Gavilla de los 30, un grupo armado de presuntos sicarios, asaltantes y narcotraficantes de la región de Tierra Caliente, entre los que salió a relucir el apellido Gómez Aguilar.
Agapito Gómez Aguilar ya era entonces un vidente de la Nueva Jerusalén y el brazo derecho de Papa Nabor, pero una parte de la población lo culpaba de muchos de los embarazos de las jóvenes monjas y de la desaparición con lujo de violencia de varios de sus detractores.
El 15 de mayo de 2005, Bartolo Eugenio Cruz, un orador que con varios lugareños de Puruarán denunció ante la PGR los delitos de acopio de armas, tráfico de drogas, secuestro y violación perpetrados presuntamente por Gómez Aguilar y un grupo de seguidores, fue asesinado a balazos cuando salía de rezar de una de las capillas.
El Ministerio Público del fuero común y elementos de la Agencia Federal de Investigación tardaron más de 24 horas en ingresar a la zona, tiempo que —según los lugareños— fue aprovechado para sacar armas, drogas, e incluso, una avioneta, de tal forma que cuando llegó la policía no encontró nada, sólo el cadáver de Bartolo.
Nuevamente, tras estos hechos fueron expulsadas e incendiadas las viviendas de 30 familias.
Niñas embarazadas
Agapito, el vidente, que llegó como peregrino procedente de Guerrero, era el único que tenía en toda la Nueva Jerusalén una televisión a color y una videocasetera; invitaba a su casa a jovencitas para que vieran la televisión y abusar de ellas, de acuerdo con varios testimonios que denunciaron y que fueron consultados. Pero no fue hasta 1995 cuando salió a relucir la punta del iceberg de lo que acontecía tras los muros de la Nueva Jerusalén.
Georgina Vigueras, madre de dos niñas presuntamente violadas a mediados de los 90, denunció ante las autoridades el ataque sexual que sufrieron sus dos hijas a manos, presuntamente, del vidente de la comunidad, Agapito Gómez Aguilera.
De acuerdo con el relato que cuenta la diputada local Cristina Portillo Ayala, quien atendió el caso, el asunto se destapó cuando Remedios, una de las hijas de Georgina, resultó embarazada a los 11 años de edad.
A ella y a su hermana se les obligaba, como a todas las mujeres, a hacer faenas domésticas en casa de los padres, los monjes y los videntes, sin la presencia de sus padres y en los domicilios de los líderes religiosos.
Una tarde, ella y su hermana hacían trabajos domésticos y fueron forzadas a tener relaciones sexuales y practicar sexo oral al vidente, según la denuncia. Pasaron varios meses antes de que la madre se diera cuenta de lo que sucedía, cuando una de las niñas no pudo ocultar ya su preñez.
El caso llegó hasta los medios de comunicación y Agapito fue aprehendido, pero quedó libre 15 días después con el pago de una fianza de 15 mil pesos. La familia de Georgina y otras 70 más fueron expulsadas con violencia.
No conforme, Agapito Gómez la denunció por “difamación”. Georgina fue mandada a declarar ante el Ministerio Público pero cuando se le iba a entregar el citatorio se generó una trifulca en donde salieron a relucir armas de fuego y uno de los líderes de la Nueva Jerusalén resultó herido, por lo que Georgina fue detenida y llevada al penal de Tacámbaro donde fue sentenciada a purgar 15 años de prisión.
En el penal, Georgina Vigueras fue violada, golpeada y ultrajada por lo que en 2002 un grupo de ocho alcaldes solicitó a las autoridades estatales su intervención, a fin de que se revisara su caso. Las perredistas Ana Lilia Guillén Quiróz y Cristina Portillo Ayala tomaron el caso en sus manos y le dieron seguimiento hasta lograr su liberación.
Hoy, la diputada local Portillo Ayala declara que este es sólo un ejemplo “de la situación de descomposición e impunidad que priva en ese lugar”.
Georgina finalmente salió libre. Hoy dirige una panadería en Tacámbaro, pero su familia quedó seriamente afectada al grado que varios de sus integrantes padecen problemas sicológicos y de adicciones.
“Herederos” en pugna
A la muerte del viejo patriarca de la Nueva Jerusalén, el 18 de febrero de 2008, las pugnas se recrudecieron entre dos grupos antagónicos: por un lado, Agapito Gómez; por el otro, el llamado obispo Santiago Mayor.
Para Agapito Gómez, el favorito siempre fue el hasta entonces padre Martín de Tours, a quien formó, protegió y solapó. Santiago Mayor era, por su parte uno de los favoritos de Papa Nabor, a quien todo mundo veía como sucesor natural de su trono.
Pero las cosas cambiaron un día en el que en su lecho de muerte Martín de Tours fue a despedirse con unas hojas en la mano. Esas hojas, según dijo después, era la sucesión firmada y con la huella digital de Papa Nabor que lo hacían el nuevo jerarca, amo y señor del lugar y dejaba fuera a Santiago Mayor, quien se separó del núcleo central para formar en las inmediaciones del pueblo una iglesia llamada “De las 11 mil vírgenes”.
Sin embargo, nadie creyó del todo el asunto y la mitad de la comunidad empezó a cuestionar a De Tours, al tiempo que él se atrincheraba protegido por la Guardia de Jesús-María, que él mismo creó y armó.
Una nueva expulsión sobrevendría y al menos 30 familias fueron sacadas de sus casas y echadas a la calle bajo amenazas de muerte. Una de ellas fue la de Sandra Hernández, una ex monja que fue testigo de “la vida de lujo que —dice— tiene Martín de Tours y su gente, llena de excesos, mujeres y dinero”.
Ella ahora vive y trabaja en Morelia, pero sus padres todavía viven en la comunidad de la Nueva Jerusalén. Ella dice temer por la vida de ellos, quienes como muchos otros ya fueron amenazados de que serán sacados por la fuerza a más tardar el 15 de agosto.
A la muerte del viejo patriarca de la Nueva Jerusalén, en febrero de 2008, las pugnas se recrudecieron entre dos grupos antagónicos: por un lado, Agapito Gómez; por el otro, el llamado obispo Santiago Mayor
CLAVES
La batalla
1. A la muerte del viejo patriarca de la Nueva Jerusalén, el 18 de febrero de 2008, las pugnas se recrudecieron entre dos grupos antagónicos: por un lado, Agapito Gómez; por el otro, el llamado obispo Santiago Mayor.
2. Para Agapito Gómez, el favorito siempre fue el hasta entonces padre Martín de Tours, a quien formó y protegió.
3. Santiago Mayor era, por su parte, uno de los favoritos de “Papa Nabor”, a quien toda la comunidad consideraba como el sucesor natural de su trono.
4. Para restablecer el orden, el nuevo patriarca ordenó la expulsión de al menos 30 familias, que fueron echadas a la calle bajo amenazas de muerte.
5. Se ordenó que durante las 24 horas del día, de los 365 días que componen el año, se deben realizar cánticos y rezos en el templo para pedir por la salvación del mundo.