El Temps (España), Moisés Pérez, 23.01.2022
A pesar de que el negacionismo pandémico y el movimiento antivacunas español ha contado, de momento, con un arraigo sensiblemente inferior al existente en Italia o Alemania, las organizaciones opuestas a la inmunización contra la COVID-19 de todo el territorio estatal sí que han compartido los vínculos con la ultraderecha que se han visualizado en otros lugares de Europa. Un ejemplo es el País Valenciano, donde los chats de grupúsculos como por ejemplo Unión Activa Valencia o Triple V están llenos de mensajes de extrema derecha, partidos neofascistas como por ejemplo España 2000 han promocionado sus manifestaciones y antiguos ultras de antecedentes violentas han estado detrás pancartas de los antivacunas.
Los palos de las banderas transalpinas y los puntapiés con botas militares habían destrozado las puertas de la Confederación General Italiana del Trabajo. La central sindical más importante de Italia había sido víctima a principios de octubre de un asalto protagonizado por militantes de la organización fascista Forza Nuova, los cuales acabaron de manera virulenta una manifestación de oposición a la vacunación contra el coronavirus y la instauración del pasaporte COVID. La relación entre la ultraderecha italiana, representada por este colectivo con antiguos miembros del grupo terrorista Núcleo Armado Revolucionario a sus filas, y el movimiento antivacunas no era causal, sino que se había convertido en habitual a las convocatorias celebradas en Italia por parte del negacionismo pandémico. Todavía más, ha sido, junto con los círculos ultracatólicos, un actor principal de este movimiento anticientífico.
Los vínculos entre el enredo de sectores situados en el llamado negacionismo pandémico y la extrema derecha se han repetido en territorio germánico. La formación de ultraderecha Alternativa por Alemania ha promocionado, a través de mentiras, movilizaciones contra la vacunación y se ha erigido en la principal fuerza opositora a la inmunización obligatoria. Unos vínculos que han llegado hasta el punto que un estudio señaló que había un nexo entre un porcentaje importante de voto al partido radical y los estados teutones con unas tasas de infecciones por COVID-19 más elevadas. «Si Alternativa por Alemania ganó un punto porcentual más en un distrito, entonces la incidencia allá fue más alta a la primera fase de la pandemia, con una media de 2,2 puntos porcentuales», indicó a Der Spiegel uno de los investigadores que había participado de la investigación.
Esta conexión no ha sido exclusiva de la ultraderecha que representa Alternativa por Alemania, sino que se ha extendido al resto de grupúsculos de extrema derecha con perfiles todavía más radicalizados. En el estado de Renania-Palatinado, por ejemplo, el negacionismo se ha alimentado de los nacionalistas de extrema derecha nostálgicos del imperio alemán. También ha sido el caso del terrorista que mató a un trabajador de una gasolinera por pedirle que se pusiera una mascarilla, el cual bebió de ideólogos ultraderechistas y de teorías de la conspiración de todo tipo.
Sin la potencia que ha conseguido en estos dos países europeos, el negacionismo pandémico ha emergido en el Estado español con manifestaciones contra la mascarilla, la vacunación o la implantación del pasaporte COVID. Siguiendo el patrón observado a sus vecinos del viejo continente, las convocatorias del movimiento antivacunas español ha contado con la presencia de organizaciones neonazis, como por ejemplo Democracia Nacional, una organización residual que integra dirigentes condenados por el asalto a la librería Blanquerna. Sus canales de comunicación se han convertido en altavoces contra la inmunización hacia el coronavirus y, incluso, se han situado tras las pancartas de grupúsculos negacionistas como los llamados chalecos blancos.
En la organización de este colectivo residual, según los videos publicados en sus redes sociales, ha aparecido José Ignacio Vega, quien fue miembro de Vox por Toledo y que actuó como representante de los ultraconservadores en reuniones con empresarios de la ciudad castellano manchega. Un militante ultraderechista que, tal como publicó La Marea, tenía un pasado truculento como integrante de Acción Radical, un grupúsculo neonazi que operó en Valencia durante los años noventa del siglo pasado, que aportó musculatura militante al graderío radical de Mestalla y que se caracteriza por acumular un historial amplio de agresiones en el País Valenciano.
Vega fue condenado, precisamente, a cuatro años de prisión, de los cuales solo cumpliría uno, por participar en una brutal paliza a un joven profesor de sociología de la Universitat de Valencia. Después de estar hospitalizado durante dos semanas, una operación y una larga rehabilitación, la víctima se quedó con una discapacidad reconocida del 20% para toda la vida. Señalada por la Fiscalía valenciana como coordinadora del movimiento skin neonazi a escala mundial, Acción Radical estaba conectada con el histórico dirigente fascista José Luis Roberto. El nexo entre el grupúsculo neonazi y Roberto, según publicó EL TEMPS, radicaba en el hecho que la dirección de contacto de Acción Radical facilitada al fanzine neonazi Zyklon B, denominado así en referencia al gas que mató millones de judíos en los campos de exterminio, coincidía con el domicilio del sindicato falangista y la compañía en manos del líder ultraderechista.
El presidente de España 2000, ex letrado de la patronal de los clubes de citas, empresario de la seguridad y protagonista de intimidaciones como la efectuada al domicilio de la vicepresidenta valenciana Mónica Oltra ha destacado, justamente, en los últimos meses, por su activismo contra la vacunación y por el apoyo como ha dado su formación a las convocatorias de los antivacunas en Valencia, como por ejemplo a la concentración que se celebró a mediados de enero para oponerse en el pasaporte COVID y la inmunización frente al coronavirus. La promoción del acto por parte del partido fascista, así como la presencia de miembros de la organización residual y antidemocrática en las convocatorias impulsadas por Unión Activa Valencia o Triple V, no ha sido rechazada, ni tampoco condenada por estos grupúsculos negacionistas.
Aun así, la presencia de símbolos ultraderechistas, como por ejemplo banderas de la cruz de Borgoña y otras de inspiración de la extrema derecha norteamericana, y la asistencia de integrantes de la ultraderecha obligó Unión Activa Valencia a declarar su «apoliticismo» en Twitter. Una postura, al final, que permitiría la complicidad en la manifestación con la extrema derecha. «Se nos está tildando de Ultraderecha, de Nazis, recibiendo insultos y amenazas de muerte, precisamente por gente que se hacen decir «Progresistas», que son «Tolerantes», pero que no toleran manifestaciones masivas cuando los que están en el Gobierno son los suyos», sostenía una organización residual que promovió una movilización en diciembre del 2021 donde se produjo un fustigamiento a la prensa. A las manifestaciones, incluso, han acudido miembros destacados de Valentía Fórum, una troj neonazi que alimenta los elementos más radicales de la ultraderecha valenciana con personas a la órbita de Vox.
Los chats de la aplicación de mensajería Telegram de los dos colectivos antivacunas se han convertido en canales con proliferación de propaganda ultraderechista y con participación de reconocidos militantes ultraderechistas valencianos. Un ejemplo de los contenidos de extrema derecha que ha circulado por el grupo de Telegram de Unión Activa Valencia y que ha compartido el colectivo en la red ha sido un video del hitleriano Pedro Varela, el cual estaba difundiendo teorías de la conspiración contra la pandemia de la COVID-19. Condenado en dos ocasiones por apología por el holocausto nazi y para propagar ideales de carácter genocida, Varela saltó a la fama del universo ultra español como propietario de la librería Europa, localizada en Barcelona, y que fue clausurada para acoger, por ejemplo, conferencias negacionistas relacionadas con el exterminio judío. A Triple V , los mensajes de fantasías sobre las vacunas, como por ejemplo lo 5G, se han combinado con algún material propagandístico de Democracia Nacional.
Junto con el grupúsculo No al Nuevo Orden Mundial, que denota en su denominación una conexión con las teorías «contra el globalismo» que pregona de manera conspiradora los diferentes sectores que conforman la extrema derecha global, las manifestaciones de los antivacunas valencianos han sido organizadas por la asociación residual Policías por la Libertad. Un colectivo minoritario con policías sancionados por no lucir mascarilla en una movilización que, según publicó El Español, ha difundido lemas en las manifestaciones como por ejemplo «el virus está para controlarnos», y que está encabezado por el agente del cuerpo local de València Juan Manuel Ramos Mateo, quien combina su afición por el reiki con el negacionismo pandémico radical. No es la primera experiencia de este policía dentro de este mundo que conecta esoterismo, radicalización ideológica y conspiración: en 2017, según su página de Facebook, impulsó el Proyecto Coherencia Masa Crítica, el cual mezclaba el espiritismo con los valores ultraderechistas.
«Sus teorías han seducido a personas que, en algunos casos, han requerido de alguna intervención terapéutica para desengancharse», expresa el psicólogo especialista en sectas Miguel Perlado, que trabajó con una familia víctima de la inmersión en este universo de conspiraciones y ultraderecha: «Poco a poco, uno de los miembros de esta familia se introdujo en la organización. Lo hizo navegando por la red, pasando de un video a otro, y, finalmente, quedándose atrapado por unos mensajes que mezclan el espiritismo y la extrema derecha. La finalidad es finalmente manipular la mente de estas personas». «Existe, de hecho, una conexión entre la ultraderecha y el esoterismo. Es cierto que no son mundos superpuestos, pero conviene remarcar que existen puntos en contacto. Dentro del universo nazi, por ejemplo, existen un sector que se identifica con los rituales paganos y con la idiosincrasia nórdica», complementa, para afirmar: «Son mundos con tendencia a la retroalimentación, y que en estos momentos interaccionan significativamente dentro del contexto de las conspiraciones sobre la pandemia».
La asociación policial disfruta otras caras visibles como por ejemplo la agente negacionista Sonia Vescovacci, quien ha hecho charlas digitales con el fundador de la plataforma policial de extrema derecha Jusapol y fanático de la formación ultraconservadora Vox, Jandro Lion. «Este agente está a la órbita de Policias por la Libertad y ha compartido el discurso efectuado por el grupúsculo contrario a las vacunas», explica Perlado. En su condición de youtuber policial de la ultraderecha e involucrado en el mundo de las criptomonedas, Lion ha diseminado críticas contra la ley de violencia de género del ejecutivo socialista de José Luis Rodríguez Zapatero y afirmó con una navaja en la mano «que se preparen los tipos [acrónimo despectivo que se emplea para criminalizar los menores no acompañados migrados]».
Identificada ideológicamente con el discurso de Jusapol, referente del espacio comunicativo del trumpismo español y antigua fundadora de Vox, la valenciana Cristina Seguí es otra de las conexiones entre el movimiento antivacunas y la extrema derecha. El activista ultra libra una guerra desde las redes sociales de oposición a la inmunización contra la COVID-19 y ha protagonizado varias polémicas para intentar señalar establecimientos de restauración que piden el pasaporte COVID. Desde su cuenta de Twitter, por ejemplo, ha apoyado a la convocatoria de los grupúsculos mencionados anteriormente realizada en València a mediados de enero.
En esta órbita que conjuga ideología ultraderechista y negacionismo pandémico, se ha situado Defendemos Valencia (sic), una plataforma residual que encarnó durante el año 2017 el viejo azulismo de perfil escuadrista. Con personas procesadas que formaron parte de las agresiones fascistas del 9 de octubre del 2017 y recomendaciones de publicaciones de troyanos neonazis, como era Hogar Social Madrid, han promocionado las movilizaciones antivacunas en Valencia, así como también han lanzado mensajes de oposición al pasaporte COVID, la obligatoriedad de la mascarilla y la vacunación a los niños.
Ultraderecha negacionista
El rastro del neonazismo en el universo que profiere mensajes negacionistas hacia la pandemia de la COVID-19 y de la vacunación como elemento de protección frente a la enfermedad vírica conduce hacia la formación antisemita Alianza Nacional. A través de su cabecilla, Pedro Pablo Peña, quien tiene a su historial una condena para preparar explosivos y fue detenido el verano pasado por un presunto delito de odio, se ha ubicado dentro del conspiracionismo pandémico. Bastión Frontal, un grupúsculo neonazi señalado por organizar vareos contra las personas migradas en la Comunidad de Madrid y en el País Valenciano, así como por estar detrás el renacimiento fallido de los radicales ultraderechistas del Valencia CF, también ha promocionado propaganda contra las restricciones por el coronavirus y la inmunización vacunal. Uno de sus líderes, con reconocimiento mediático para intimidar el exvicepresidente Pablo Iglesias durante un acto electoral en Coslada (Madrid), ha sido detenido este viernes para propinar una paliza a un miembro de la misma organización residual.
Si Falange Española de las JONS, con dirigentes actuales condenados por el asalto a la librería Blanquerna y caracterizados por haber gritado consignas como por ejemplo «matar por España», ha practicado el escepticismo contra la vacunación, una antigua militante falangista y exdiputada en el parlamento andaluz por Vox se ha erigido en líder de los antivacunas. Se trata de Luz Belinda Rodríguez, que está en listas de su propia formación, Libres, mientras continúa en la cámara andaluza como representante no-adscrita. No en balde, su antigua formación, ha coqueteado con el discurso negacionista, hasta el punto que algunos jerarcas no han revelado si han recibido vacuna.