VICE (Alemania),Matern Boeselager, 6.04.2018

Nada más terminar el instituto, László Erffa decidió unirse a los Legionarios de Cristo, una polémica y ultraconservadora congregación religiosa clerical católica. Pocos días después de su decisión, el entonces joven de 19 años comenzó su formación como seminarista en el estado alemán de Renania del Norte-Westfalia. Su familia estaba desolada y preocupada por la posibilidad de no verlo nunca más.

El mexicano Marcial Maciel fundó los Legionarios de Cristo en 1941. Algunos exmiembros han tachado a la congregación de ser una secta y, durante décadas, el Vaticano ha negado las acusaciones vertidas contra Maciel por haber abusado sexualmente de seminaristas. Finalmente, se le declaró culpable de agredir a docenas de menores, algunos de tan solo 12 años, gracias a una investigación que se hizo del Vaticano en 2006. Tras la muerte de Maciel en 2008, dos años después de que László se uniera, se descubrió en una segunda investigación que Maciel había tenido varios hijos con al menos dos mujeres.

Los problemas de los Legionarios no terminaron con la muerte de su fundador. En un informe de las Naciones Unidas de 2014, el grupo fue acusado de distanciar a jóvenes seminaristas de sus padres de forma deliberada, incluso, en ocasiones, hasta restringiendo la comunicación a solo unas pocas veces al año. Además, recientemente, en octubre de 2017, se ha descubierto que el antiguo líder del seminario romano de los Legionarios tiene dos hijos secretos.

A pesar de que algunos miembros han abandonado la congregación como respuesta a estos escándalos, László continúa en ella. Después de más de una década intentando convencerle de que lo deje, su hermana Zita ha decidido rodar un documental sobre la vida de László en Los Legionarios para comprender mejor su decisión de quedarse. Su documental, The Best Thing You Can Do With Your Life, se ha proyectado este año en el Festival Internacional de Cine de Berlín y ha sido nominado a mejor documental. Hablé con Zita acerca del documental y de qué se siente al perder a un hermano por culpa de una congregación religiosa.

VICE: ¿Cómo te enteraste de la decisión de László de unirse a los Legionarios de Cristo? Zita Erffa: Fue muy sencillo: me llamó y me lo dijo. También me contó que ya había estado allí tres días. Le estuve gritando durante media hora y no volví a hablar con László hasta que lo volví a ver un año después, la primera vez que podía tener visitas.

¿Cómo descubrió la congregación?
Gracias a nuestra tía. Los Legionarios organizaban campamentos de verano para adolescentes y un año nos preguntó si queríamos ir. Como también iban nuestros primos, mi hermano y yo decidimos apuntarnos. Aparte de la hora diaria de educación religiosa, no fue nada extraño; al contrario, fue bastante divertido. Hicimos senderismo y un montón de actividades chulas. Fue un verano maravilloso.

Entonces, ¿intentaron hacer que os unierais en el campamento? 
Sí. Tenían un club de adolescentes llamado ECYD (Educación, Cultura y Deporte), en el que la actividad física era lo que distinguía a los legionarios del resto de congregaciones —se enorgullecían de ser delgados y estar en forma—. Las personas del club animaban a todos para que nos uniéramos y todo aquello comenzaba a parecer demasiado sectario. A mí me parecía evidente que ninguno de nosotros lo haría nunca, pero está claro que me equivocaba.

Durante mucho tiempo, no he podido comprender la razón por la que se unió. Me sentí traicionada, ya que pensaba que los dos habíamos calado a esta gente, pero terminó firmando y eso hizo que yo odiara al grupo.

¿Qué pasó después?
Básicamente despareció los años siguientes. Podíamos visitarlo un vez y llamarlo tres veces al año. Todas las cartas que le mandamos las abría y las leía la congregación. Después de nuestra primera visita, alrededor de un año después de su admisión, mi madre me dijo que hubiera preferido no verlo, ya que fue muy duro para ella comprobar de primera mano lo mucho que había cambiado su hijo.

¿Por qué László no dejó la congregación tras conocerse que Maciel había abusado de tanta gente?
Ya había rumores sobre los abusos cuando mi hermano se incorporó a la congregación. Muchos de los líderes de los Legionarios debían de saber lo que Marcial Maciel estaba haciendo con esos menores, pero los miembros no suelen decir nada a sus superiores, por muy grave que sea.

¿Cómo se te ocurrió la idea de rodar un documental sobre László?
Durante el semestre que estudié en una escuela de cine en México, tuve que pensar un tema para un documental. Al principio, consideré hacerlo sobre la congregación en general, pero luego pensé que sería más interesante centrarme en mi hermano y su vida en el grupo. Él accedió a hacerlo, así que nos quedamos a rodar con su congregación en Connecticut, donde vive actualmente.

¿Por qué la congregación te permitió rodar allí?
Tengo la sensación de que eran conscientes de su mala reputación y querían hacer algo para cambiarlo. Es posible que vieran mi documental como una manera de abrir sus puertas al mundo para demostrar que no tienen nada que esconder.

Pero tu documental muestra que la vida en los Legionarios está llena de restricciones y controles.
Desde luego. Por ejemplo, la congregación todavía no permite a los menores juntarse por parejas porque creen que los seminaristas serán más fieles si permanecen en grupos grandes. Esa es la razón por la que, si los ves pasear en el parque en un descanso, los vas a ver siempre a todos juntos.

¿Hacer este documental te ha ayudado a comprender mejor la razón por la que se unió tu hermano?
No, todavía no estoy segura de por qué lo hizo, pero, por primera vez en años, pude hablar en condiciones con László y él pudo disculparse por haber desaparecido tan de repente. También me gustó conocer a los otros curas, ya que eran personas muy amables y acogedoras. Esto me sirvió mucho porque, al final, he podido saber que por lo menos mi hermano es feliz y eso me tranquiliza.