El País (Uruguay), 4.03.2025
La historia de Serena Kelley ganó destaque en la prensa internacional luego de conocerse que logró escapar de una secta originada en Estados Unidos. La mujer se atrevió a revelar, casi como si fuera una ficción, los horrores que experimentó en un grupo religioso y recordó uno de los episodios más atroces, cuando se casó, con apenas tres años, con un hombre de 67.
La memoria de Kelley tiene claridad a pesar de los duros momentos, y sus consecuentes efectos emocionales, que vivió en la secta Hijos de Dios, también conocida como La Familia Internacional.
Esta es una secta que fue liderada por David Berg desde 1968 y que a lo largo de las últimas dos décadas del siglo XX fue señalada por diferentes tribunales judiciales por pedofilia y abuso de poder. Fue en ese contexto que esta mujer, que hoy tiene 41 años, se crió.
Antes de su nacimiento, los padres de Serena, Alfred y Sara, ya formaban parte del movimiento que había ganado popularidad entre los hippies.
En declaraciones al medio de comunicación británico The Sun, Serena explicó que cuando tenía tres años, su madre la entregó como esposa al líder de la comunidad, que vivía en un complejo en Manila, Filipinas.
Era 1983 cuando nació Serena Kelley. Como sus padres eran cercanos a Berg, el hombre se encargó de elegir su nombre y el futuro que tendría. «Incluso eligió mi seudónimo, Mary Dear, y narró mi infancia en las publicaciones de la secta, enviadas a seguidores de todo el mundo para mostrar lo que era posible cuando se criaba a una niña ‘buena'», indicó. Según informes, el abuso que sufrió a manos de Berg comenzó cuando tenía dos años.
Otros hombres también la atacaron sin que nadie interviniera. «Era parte de la vida diaria para mí y los otros niños», recordó. Cuando cumplió cuatro años, el líder la envió junto con su madre y su hermana a una comuna en Japón, donde fue separada de su familia y puesta al cuidado de un hombre y una mujer que no solo abusaron de ella, sino que también la golpearon.
«A veces me enviaban un coche para llevarme a Berg, que se había mudado a Japón, pero en 1989, cuando tenía seis años, mi madre, mi hermana y yo nos mudamos a una comuna en Brasil y nunca lo volví a ver», dijo.
Sin embargo, el horror no terminó allí. En Sudamérica la enviaron a mendigar en las calles, mientras su madre ocupaba un puesto de poder en la comuna de Río de Janeiro.
Cuando Kelley cumplió 11 años, Berg murió. El anciano fue enterrado en Portugal y más tarde sus restos se incineraron. Nunca pagó por las acusaciones de abuso sexual contra menores de edad.
«Pero cuanto más mayor me hice, más destrozada me sentí. Quería salir, pero no tenía dinero, teléfono ni acceso a Internet. Me rebelé cortándome el pelo y usando ropa holgada, dos cosas que estaban prohibidas. Mi madre decía que era una decepción, pero prefería verme ‘fea’ porque significaba menos abusos por parte de los chicos y los hombres que me rodeaban», dijo a The Sun.
La historia de Serena Kelley luego de abandonar la secta en la que fue abusada sexualmente
En 2002, cuando tenía 18 años, volvió con su madre a los Estados Unidos. Ese fue el inicio para abandonar la secta. Contra toda prohibición de su madre, escapó y logró financiar sus estudios universitarios en Austin, Texas. Se graduó en 2015 como Licenciada en Comunicaciones Corporativas y ese mismo año empezó otra carrera en Tecnologías de la Información.
En 2019 perdió su trabajo como ejecutiva de cuentas y eso disparó en ella una necesidad de contarle al mundo quién era realmente. Durante sus años en la universidad mintió sobre su pasado. Dijo que sus padres ayudaban en una ONG en el exterior y que ella había nacido en un país lejano.
Luego del descargo que hizo en Instagram, recibió una ola de apoyo de parte de sus amigos, lo que la impulsó a hacer una modificación en su vida.
En la actualidad, utiliza su trágica experiencia para concientizar a otras personas sobre el abuso sexual infantil y el tráfico de niños. Mediante las redes sociales utiliza los diferentes canales de comunicación para advertir sobre las nuevas sectas y los peligros que existen al ingresar a ellas.