El Día (España), Claudio Moreno, 16.10.2024

El evento organizado por el Centro de Ayuda Cristiano en el Palau de Les Arts dejó al público extasiado, pero también generó molestar en algún viejo militante. Eduardo es argentino y durante más de 20 años perteneció a la Iglesia Universal del Reino de Dios en Buenos Aires y al Centro de Ayuda Cristiano en Alicante. Aunque hace tres años logró salir de este grupo que los expertos consideran una secta religiosa, el recuerdo sigue demasiado vivo.

Su relato comienza en la infancia, en el núcleo de una familia con problemas estructurales. Fue a principios de los 2000, su padre se implicó en un centro de la Iglesia Universal del Reino de Dios y mandó al niño a las reuniones para menores. «En esa etapa tienes la mente dócil y ya te dicen mediante dibujos que hay que dar el diezmo —un tributo a la Iglesia—, que tienes que pedir dinero a los padres para la ofrenda». Con el paso de los años, creció física y espiritualmente bajo la doctrina del predicador Edir Macedo, líder de la organización brasileña y propietario de la multimillonaria empresa de televisión RecordTV. Eduardo llegó a convertirse en pastor de su centro, algo que le dio acceso a determinados privilegios: «Ellos tienen una selección de mujeres. Cuando eres pastor te muestran un catálogo de ‘obreras’ disponibles para que te puedas casar. Lo eliges como si fueras un menú, con la foto y la edad. No hay noción en Europa de lo que es esta secta», asegura.

El creyente explica que la Iglesia les empuja a emparejarse con gente del grupo para evitar que las personas externas supongan un problema. El se casó con una compañera y se convirtió en un miembro muy activo de su ‘denominación’: «Yo como pastor tenía el propósito de proponer a través de citas bíblicas que la gente dejara ofrendas. Recuerdo que vino un padre y me dijo, mire, tengo a mi hijo internado en el hospital y está por morir. Estoy destruido. Yo le dije que hiciera una oferta de todo el dinero que tuviera a Dios para que este obrara el milagro y pudiera salvarlo. Fui un mercenario, pero entonces ni se me cruzaba por la mente. Estaba en mi plan de crecimiento como pastor. Quería mostrar a las autoridades que yo recaudaba mucho, porque los pastores son medidos en base al dinero que captan». Ruptura con su Iglesia Eduardo migró a Alicante en 2020 tras divorciarse y se metió en el Centro de Ayuda Cristiano de allí. Empezó de cero, como obrero —la organización piramidal está encabezada por obispos y sigue hacia abajo con pastores, obreros y evangelistas— y se implicó yendo al centro cada dos días. Conoció a una chica por internet, a otra obrera, pero el pastor de esta se opuso a la relación. «Me demonizaron porque al dejar de ser pastor te conviertes en un siervo de Dios caído. Ahí empecé a cuestionarme la relación con la Iglesia», relata. Antes de romper con su pasado aún pudo presenciar —en Alicante— un caso que le removió: «Un hombre acudió a la Iglesia con una enfermedad terminal y lo convencieron de que entregara una gran suma de dinero, algo así como una extorsión a Dios para merecer su sanación. El hombre ciegamente vendió el únicocoche que tenía, la familia se quedó sin vehículo y el señor terminó falleciendo sin remedio. En la Iglesia nunca dijeron nada».

Eduardo abandonó el grupo en 2021 sin oposición del resto de fieles, que enseguida le olvidaron. «Siguen la estrategia del rebaño. Cuando alguien se aleja se le da la espalda». Desde entonces siente que se ha sacado la presión de la cabeza, aunque el camino es duro y los daños grandes: «Un día te encuentras con una persona y ahí en tu cabeza dices, ah, se está cumpliendo lo que el pastor me dijo, que el diablo me iba a sacar de la Iglesia y me iba a hacer tomar alcohol. Te asaltan los flashes, no te dejan. Pero luego caes en que se trata de una tontería». S