The New York Times (Argentina), Ana Lankes, 9.06.2024

Juan Percowicz era un contador con un pasatiempo insólito: enseñar clases de autoayuda por toda Buenos Aires con una fuerte dosis de filosofía antigua y espiritualismo new age. Era un éxito y, con donaciones de sus seguidores, construyó una organización llamada Escuela de Yoga de Buenos Aires o EYBA.

Pero ahora Percowicz, de 85 años, y más de una decena de miembros de la EYBA enfrentan cargos, acusados de dirigir una “secta” de carácter sexual, no una escuela de yoga, que coaccionaba a algunas de sus integrantes mujeres a entrar en la prostitución y lavaba las ganancias al adquirir bienes raíces.

Los fiscales afirman que la organización explotaba y drogaba a algunas de sus integrantes mujeres, obligándolas a vender sus cuerpos y generando cientos de miles de dólares mensualmente de clientes en Argentina y Estados Unidos. La EYBA también gestionaba una clínica ilegal donde se administraban drogas a sus miembros para inducir sueño prolongado como castigo o tratamiento, de acuerdo con los fiscales.

“Sectas hay aquí, pero nunca hemos visto una que operaba a este nivel”, dijo Ricardo Juri, el investigador que supervisó el allanamiento de propiedades de EYBA en agosto de 2022.

Las acusaciones contra la EYBA horrorizaron a Argentina, pero para algunas personas, también parecían extrañamente familiares.

En la década de 1990, Percowicz y su escuela ganaron notoriedad por primera vez después de que una familia argentina acusara a la organización de manipular a su hija. Durante esa investigación, algunas personas que habían sido integrantes del grupo contaron haber sido forzadas a trabajar como esclavas y dijeron que la escuela promovía la prostitución.

Pero el caso se estancó en los tribunales. Argentina aún no tenía leyes sobre la trata de personas o el lavado de activos, según los investigadores. El sistema de justicia del país todavía estaba siendo transformado tras el fin de la dictadura militar, más de una década antes, en la que decenas de miles de personas fueron asesinadas.

Un informe de 1999 del Departamento de Estado señaló que la justicia argentina estaba “obstaculizada por retrasos desmesurados, atascos procesales, cambios de jueces, apoyo administrativo inadecuado e incompetencia”.

También persistía una desconfianza en el gobierno y el sistema judicial, y algunos defensores de la EYBA usaron ese sentimiento, como Adolfo Pérez Esquivel, un Premio Nobel de la Paz argentino, y las Madres de Plaza de Mayo, cuyos hijos habían sido “desaparecidos” por el régimen autoritario. Acusaron a la justicia argentina de corrupción y de violaciones a los derechos humanos vinculados al caso.

Con el tiempo, la causa del caso contra la EYBA no avanzó.

Ahora, con nuevas leyes y una nueva acción penal, los fiscales vuelven a apuntar a Percowicz y sus seguidores en una nueva investigación que examina operaciones de la EYBA que datan de 2004.

“Las personas son las mismas, las decisiones son las mismas, las actividades son similares, pero hay dos leyes muy importantes con penas muy grandes ahora que prohíben las dos actividades centrales que tenía esta gente”, afirmó Ariel Lijo, uno de los jueces que supervisó la primera etapa del caso. En marzo, el presidente Javier Milei propuso a Lijo para la Corte Suprema de Justicia de Argentina.

En los allanamientos en la EYBA de 2022, los investigadores dijeron haber encontrado más de un millón de dólares en efectivo, cinco lingotes de oro, alijos de películas pornográficas, talonarios de cheques de bancos estadounidenses y expedientes de personas adineradas, algunas de ellas residentes en Estados Unidos. Las autoridades estadounidenses han cooperado en la investigación, según los investigadores argentinos.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos declinó hacer comentarios.

Los fiscales aseguran que las siete mujeres nombradas como víctimas fueron llevadas a la EYBA por sus padres cuando eran menores de edad, o que, siendo jóvenes, se unieron a la organización y con el tiempo fueron forzadas a ejercer la prostitución. Pero las mujeres del caso han negado haber mantenido alguna vez relaciones sexuales a cambio de dinero o haber sido víctimas de algún crimen.

Los abogados defensores de Percowicz y de los actuales miembros de la EYBA han negado todas las acusaciones, argumentando que nadie en la organización fue explotado. En su lugar, afirman que los acusadores —cuyas identidades están protegidas en el caso— quieren vengarse de la organización por motivos personales.

“Es una causa de trata de personas sin víctimas de trata”, dijo Jorge Daniel Pirozzo, un abogado que representa a Percowicz y a otros cinco miembros de la EYBA. “Porque no está probado que nadie haya sido explotado sexualmente”.

Percowicz y los miembros de EYBA se negaron a hacer comentarios.

Si bien la prostitución en Argentina no es ilegal, sí lo es promover o explotar económicamente el ejercicio de la prostitución mediante engaño, abuso o intimidación. Los fiscales dicen que pretenden demostrar que las víctimas no se reconocen como tales porque Percowicz y sus aliados manipularon psicológicamente a las mujeres durante años.

Mientras ambas partes se preparan para el juicio, la organización sigue contando con aliados destacados, incluso en Estados Unidos.

En octubre de 2022, el reverendo Jesse Jackson Sr. envió a Lijo, el juez, un correo electrónico, que fue revisado por The New York Times. El mensaje señalaba que los miembros de la EYBA eran “víctimas de brutales y atroces violaciones de los derechos humanos por parte de elementos del sistema judicial argentino”. No quedó claro por qué Jackson, de 82 años, envió el correo electrónico.

No respondió a las diversas peticiones de comentarios.

“Le levantaron la autoestima”

Caterina Sanfelice era una peluquera de unos cuarenta años cuando una amiga la invitó por primera vez a una charla de la EYBA, alrededor de 1993. Era, dijo, “como si fueras a un café concert con un orador”.

Percowicz hablaba de encontrar la fuerza interior, recordó, enganchando a la gente con promesas de respuestas en la siguiente sesión. Sanfelice dijo que empezó a ir a las charlas al menos una vez a la semana con su familia.

Al final, dijo, quedó claro que algo estaba raro. Sanfelice contó que Percowicz le dijo que “él se creía Dios”. Sus seguidores más cercanos empezaron a llamarle “ángel” o “maestro”. Después, en una fiesta de la EYBA, Sanfelice dijo que dos mujeres le hicieron proposiciones a su esposo mientras otros miembros se desnudaban para prepararse para una orgía. Se fue del lugar.

Cuando Sanfelice le dijo a su esposo que no quería volver, él le contestó que la escuela veía en él lo que ella no veía: un gran arquitecto. “Le levantaron la autoestima”, dijo. “Y ahí empezó a sentirse importante. Y ahí la bruja era yo”.

Sanfelice dijo que su esposo, que no pudo ser localizado para hacer comentarios, la dejó en 1993 y permaneció involucrado con la EYBA. Dijo que estaba exasperada y sentía que nadie le creía.

Entonces llegó cierta validación: el primer caso penal contra la EYBA, que captó la atención internacional.

Al centro del caso estaba María Valeria Llamas, quien tenía 20 años y no tenía trabajo cuando una amiga de la familia se ofreció a llevarla a una charla de la EYBA en 1990.

“Hubo un momento donde se percibió como una cuestión positiva”, dijo Martín Sommariva, medio hermano de Llamas. “Pasamos de esta Valeria que no salía, que estaba todo el tiempo metida en la habitación, a la Valeria que se subía a un colectivo, que tenía un interés”.

Pero en los años siguientes, la escuela consumió su vida, dijo su familia. Llamas rompió con su novio y perdió el contacto con sus amigos. Dejó de ir a reuniones familiares. Empezó a trabajar en una farmacia dirigida por miembros de la EYBA.

Poco después, según su madre, se enteró de que la escuela había presionado a Llamas para que se hiciera un aborto ilegal. Cuando su familia la interrogó, Llamas respondió que Percowicz era “un ángel inmortal”.

Al día siguiente, dos miembros de la EYBA se presentaron en la casa, escoltados por agentes de policía, según la familia y los registros judiciales del caso. Dijeron que estaban demandando a los padres por privación ilegal de libertad. La policía trasladó las pertenencias de Llamas a un apartamento propiedad de la organización, según la familia. Llamas acusó posteriormente a su padrastro de agredirla sexualmente, según consta en los registros judiciales.

“De repente se nos vino el mundo encima”, recordó su madre, Elena. “Y decíamos: ¿qué vamos a hacer ahora?”.

Nunca se presentaron cargos de violación contra los miembros de la familia. Llamas no respondió a las solicitudes de comentarios.

La familia presentó una denuncia penal en 1993, acusando a la escuela de ser una secta que le había lavado el cerebro a su hija. La acusación acabó en la lista de casos de Mariano Bergés, un joven juez que empezaba su carrera. En el sistema judicial argentino de la época, los jueces podían investigar los casos y supervisar los procedimientos judiciales. Como parte de la investigación, dijo Bergés en una entrevista, autorizó un allanamiento de la sede y de algunas otras propiedades de la EYBA.

Dijo que en los allanamientos se encontraron cajas con cartas que demostraban que los miembros pagaban a Percowicz para obtener un mayor rango espiritual en la organización. Esto no era ilegal, pero, combinado con el testimonio de antiguos miembros, llevó a los investigadores a creer que había una actividad ilegal en marcha. Bergés ordenó entonces escuchas telefónicas de Percowicz y sus principales ayudantes, que, según él, indicaban un plan para robar los bienes de un miembro fallecido de la EYBA.

En declaraciones revisadas por el Times, varios antiguos miembros de la EYBA declararon posteriormente que Percowicz y su círculo más cercano obligaban a los seguidores más jóvenes a ser “esclavos” de los miembros de mayor rango, obligándoles a realizar trabajos, como tareas domésticas, sin remuneración. Los antiguos miembros también afirmaron que la organización fomentaba la prostitución, según muestran las declaraciones, aunque ninguno afirmó haber sido prostituido.

Como juez en la primera investigación de la EYBA, en la década de 1990, Mariano Bergés ordenó escuchas telefónicas al líder del grupo, que revelaron un plan para robar bienes de un miembro fallecido de la organización (Sarah Pabst para The New York Times)
Como juez en la primera investigación de la EYBA, en la década de 1990, Mariano Bergés ordenó escuchas telefónicas al líder del grupo, que revelaron un plan para robar bienes de un miembro fallecido de la organización (Sarah Pabst para The New York Times)
Pero como no existían leyes sobre trata de personas ni lavado de activos en Argentina, dijo Bergés, tuvo que construir un caso basado en el fraude, la promoción de la prostitución y una acusación endeble conocida como corrupción de adultos.

A finales de 1995, Bergés se retiró del caso después de ser amenazado con un fuero por el Congreso argentino. En una entrevista, dijo que el Congreso y la Corte Suprema, así como grupos defensores de los derechos humanos, lo presionaron para apartarse del caso al afirmar que sus métodos de investigación, como el uso de escuchas y allanamientos, violaron los derechos civiles de los sospechosos. Bergés niega esas acusaciones.

Fuera de su casa, dijo: “Estaban todas las paredes enchastradas de carteles y cosas contra mí”.

Para mediados de la década de 1990, la EYBA había abierto empresas de bienestar y una fundación en Chicago, Las Vegas y Nueva York. Había ganado reputación como un centro de pensamiento filosófico y bienestar entre cuyos miembros había académicos, profesionales y músicos.

La EYBA también había cultivado simpatizantes en el Congreso de EEUU, aunque no está claro cómo es que los legisladores se enteraron de la existencia de la organización o si alguno de ellos tenía conocimientos reales del grupo o conexiones con el mismo.

En Argentina, el caso contra la organización siguió recorriendo las cortes. Más de 50 miembros del Congreso enviaron cartas al gobierno para pedir que la investigación se cerrara, según el registro de la Cámara de Representantes. (No hay pruebas de que algún político estadounidense fuera integrante de la EYBA o que haya sido investigado por funcionarios argentinos).

Edolphus Towns, congresista que representaba una parte de Brooklyn, dijo en un testimonio en la cámara baja que los miembros de la EYBA habían sido encarcelados de manera ilegítima y que habían sido objeto de antisemitismo. Percowicz y algunos de sus encargados principales son judíos.

Towns, de 89 años, se retiró en 2013 y no respondió a las peticiones de comentario.

Robert A. Underwood, un excongresista por Guam, quien firmó una de las cartas dirigidas al entonces presidente Bill Clinton para pedirle que interviniera, dijo que dichas misivas eran usuales. “La verdad que nadie le piensa mucho, porque siempre estás firmando cartas”, dijo en una entrevista.

En su último año de gobierno, Clinton respondió a los miembros del Congreso en septiembre de 1999, y dijo que los funcionarios de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires habían “reiterado recientemente a altos cargos de Argentina la importancia de resolver ese caso tan pronto como fuera posible”, de acuerdo con una carta entregada al Times por la Biblioteca Presidencial Clinton.

La respuesta escrita de la Casa Blanca al Congreso “refleja el grado de intervención del presidente Clinton en esto”, dijo Angel Ureña, un portavoz de Clinton.

En Argentina, la causa penal contra la EYBA se cerró finalmente a principios de la década de 2000 sin condenas.

Intentando hacer 1000 millones de dólares

Durante las siguientes dos décadas, y con poca atención de las autoridades argentinas, la EYBA prosperó. En este tiempo, Percowicz fue transparente sobre su intención de ganar dinero.

“Si lo que quisiéramos hacer acá fuera, supongamos, escribir un libro sobre la vida de Jesús, no puede ser que estemos pensando en cualquier cosa menos la vida de Jesús”, dijo Percowicz a sus seguidores en un video de 2006 que los investigadores obtuvieron. “Pero acá lo que tenemos que hacer es hacer 1000 millones de dólares, ¡un mierdoso 1000 mierdante millones de dólares de mierda!”

Con el tiempo, la EYBA volvió a tener problemas.

En 2021, la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas abrió una investigación a la organización.

Los investigadores intervinieron los teléfonos de Percowicz y algunos de sus aliados, captando conversaciones que, a decir de los fiscales, evidencian la labor de manejo de una operación de prostitución.

Las transcripciones presentadas ante el tribunal muestran que en una llamada Percowicz revisa la logística de coordinar lo que, según los investigadores, fue un encuentro sexual. En otra grabación, una gerente de la EYBA le dice a Percowicz que una mujer solo ingresa 6000 dólares mensuales, una cantidad insuficiente de dinero, insinuando que debe generar más para la organización.

Las escuchas también registraron conversaciones con un hombre que los fiscales aseguran es Plácido Domingo, uno de los cantantes de ópera más famosos del mundo, y quien en años recientes ha enfrentado acusaciones de acoso sexual. En una llamada el hombre habla con una mujer a la que la fiscalía ha señalado de ser una integrante importante de la EYBA con el fin de planificar cómo hacerla llegar a su habitación de hotel en Buenos Aires sin ser percibida.

Los fiscales argentinos no han presentado cargos contra él en conexión con el caso EYBA.

En un comunicado, su vocero dijo que el tenor no ha sido imputado y que “es completamente ajeno a la investigación”.

Los fiscales creen que la mayor parte de los ingresos de la EYBA se derivaban de actividades de trata con fines de explotación sexual, que luego eran blanqueados a través de bienes raíces en Argentina y Estados Unidos; han estimado que para diciembre de 2020 los activos totales de la EYBA ascendían a casi 50 millones de dólares.

La fiscalía dice estar confiada de que las pruebas y las nuevas leyes les permitirán llevar ante la justicia a Percowicz y otros acusados. El caso está actualmente en los tribunales. Aún no se ha fijado fecha para el juicio.

Para Pablo Salum, a quien su madre lo llevó a la EYBA cuando tenía solo 8 años, la justicia llega demasiado tarde. Dejó la organización cuando tenía 12 años y no tiene más vínculos con su madre y hermana, quienes siguen participando en la EYBA.

“Esto podría haber terminado hace 20 años”, dijo. “No tendría que haber pasado todo lo que está pasando, y yo hasta podría haber recuperado a mi familia”.