El Mundo, Quico Alsedo y Roberto Bécares, 10.11.2008

Hermano contra hermano en El Escorial. La historia comienza hace tres años en Sos del Rey Católico (Zaragoza), cuando José Luis Bueno le dice a su hermano Juan Carlos que va a ingresar en la Fundación Virgen de los Dolores para «hacer realidad el sueño de mi vida: ayudar a los demás».

Tres años después, aquí sigue José Luis, un tipo de aspecto sencillo y voz bajita. Juan Carlos se manifiesta cada sábado en Prado Alto para llamar «ignorantes» a los fieles del milagro, y ha movido Roma con Santiago para declarar a su hermano incapaz. Declara a quien le quiere oir que a su hermano, «a quien no me dejan ver, y a él tampoco le dejan salir de allí», le han «comido la cabeza» en la «secta».

José Luis, muy pausado, asegura tener «total libertad de movimientos», se declara «apenado» por los «delirios» de su hermano, y dice estar ahí «porque yo quiero, porque es mi forma de ayudar al mundo, de aportar mi granito de arena, y ya está».

Pedro de Sari, miembro de la comunidad, tercia: «Lo que pasa es que él era el típico hombre bueno que ayuda a todos en el pueblo, y claro, sus hermanos no querían que se marchara. ¡Pero si incluso cuatro días antes de entrar aquí ya habían presentado una denuncia por secuestro! Además, antes de entrar le dijeron: ‘Oye, por qué no pones tus tierras a nombre de los hermanos’. Él no quiso, y ahora le impiden obtener frutos de aquellas tierras. Le están haciendo la vida imposible».

De Sari muestra no menos de una decena de exámenes psíquicos que se le han realizado a José Luis en los últimos años, uno de ellos de la clínica López Ibor, todos ellos de resultado positivo. Sin embargo, otro aportado por su hermano Juan Carlos, se dice de José Luis que tiene «carácter inestable, introvertido, con poca capacidad intelectual y dificultades para la comunicación», que es «muy filosófico y soñador a su estilo» y que sufre «trastornos del comportamiento».

De Sari asegura que «es un informe amañado por un médico que ni siquiera le examinó en persona», y sugiere que quien no está en su sano juicio es Juan Carlos: «Bueno, él seguro que se cree lo que dice, pero hace cosas muy extrañas. Por ejemplo, días antes de que José Luis ingresara en la comunidad, le amenazó con tirarse de un balcón si no se iba a hacer un examen psiquiátrico».

José Luis parece llevar con resignación las críticas de su hermano pese a que le visitó al principio en la comunidad. «El ha estado aquí, ha conocido la casa donde vivimos. Yo quisiera decirle a mi hermano que le tengo muy presente, rezo y espero que cambie todos los días. Cuando me han pedido consejos para otras cosas me ha hecho caso, ahora pido que también me lo haga», indica José Luis, que dice que permanecerá en la comunidad «hasta que Dios quiera».

Habla sobre sus labores diarias de forma poco concreta. «Por la mañana ofrecemos las oraciones y contribuimos a la comunidad en lo que se necesite». ¿Cómo qué? ¿Qué hiciste ayer? «Seleccionamos alimentos para varias instituciones a las que ayudamos», responde.

Jose Luis niega que aporte dinero a la comuna religiosa. «Tengo todos los bienes a mi nombre y mi cuenta corriente», precisa, poniendo bajo sospecha la norma de entrar sin pertenencias en la comunidad. De Sari matiza que él «es la excepción». «Ellos me ayudan económicamente porque no puedo pagar mis deudas», añade José Luis.

Indica además que no ha visto «señales» místicas en el Prado, pero subraya que es «un lugar elegido por Dios». Aunque José Luis acabó en El Escorial, la llamada le llevó anteriormente a ayudar en la organización Teresa de Calcuta, donde «cuidaba a enfermos terminales». Intentó ingresar en esa orden. Finalmente se decantó por esta comunidad porque «pretendemos vivir como los primeros cristianos». «Aquí soy feliz. Se me ayuda en todos los sentidos. Es el mejor paso que he podido dar en mi vida», concluye.