A. V. El País, 02/02/1979

Durante veinte meses se hizo llamar Tania y fue el tormento del FBI y la héroe de millares de jóvenes norteamericanos. Luego, hasta que ayer fue puesta en libertad tras dos años y medio en la cárcel gracias a una orden de clemencia del presidente Carter, fue la víctima de un sistema judicial que examina hechos y no intenciones. Y desde hoy, volverá a ser la que siempre tuvo que haber sido y que el secuestro, el 4 de febrero de 1974, a cargo del fantasmal Ejército Simbiótico de Liberación, estuvo a punto de frustrar: Patricia Hearst, veinticinco años, la rica heredera de un imperio editorial que hizo historia en el periodismo norteamericano.

De su vida antes del secuestro, poco se sabe o poco merece la pena saber. Patricia era una joven normal, rica, que tenía un novio normal, menos rico que ella, Steve, que vivió con él alguna temporada con el consentimiento o la ignorancia de los padres, y que fue una estudiante más que normal en Berkeley. «Era extremadamente práctica -dijo de ella su ex novio Steve- y tenía muy apegado el instinto de superviviencia. Creo que nunca se convirtió, en los dos años de cautiverio con el ESL, a sus tesis revolucionarias. »La supuesta conversión de Patricia a las ideas de sus secuestradores fue la clave de esta historia que, quizá por afectar a una de las familias más ricas de Estados Unidos y más porque su padre domina la cadena de periódicos más extensa de Estados Unidos, ocupó la atención de la prensa norteamericana y mundial durante años. La propia Patricia, en unas memorias de su tiempo de cautiverio, reconoció que sí, que se convirtió al ESL, pero dentro de «un proceso de revelación».

«A las dos semanas de cautividad y convivencia con mis secuestradores -escribió- comencé a sentir simpatía por ellos. Empecé también a entender el ideario que ellos pretendían llevar a la práctica ( … ) y a las cuatro semanas, ya me dieron oportunidad de elegir entre liberarme o unirme a la guerrilla. »

El caso es que durante su permanencia con los simbióticos, Patricia Hearst no solo olvidó a Steve sino que pasó a ser Tania, la peligrosa revolucionaria, la atrevida asaltante de bancos y la fugitiva número uno del FBI. Previamente forzó a su padre, el multimillonario Randolf Hearst, a protagonizar uno de los espectáculos más estrambóticos de la historia de los « revolucionarios » recientes norteamericanos. Como precio del rescate de Patricia, el ESL exigió a Hearst que distribuyera por los barrios pobres de San Francisco más de cuatro millones de dólares en alimentos. El hijo del Ciudadano Kane lo hizo, pero a costa del mayor bochorno que pudo pasar en su vida. Los pobres de San Francisco asaltaron sus camiones repletos de alimentos, los destrozaron en la misma calle.

Detenida en septiembre de 1975, Patty fue juzgada por el asalto al Banco Hibernia, en las cercanías de San Francisco, y condenada a 35 años de cárcel por el juez Carter, la máxima pena que podía haber recibido. No obstante, el juez la envió a un psiquiatra para que analizara su proceso de «conversión» y su estado mental. La pena fue reducida a siete años por otro juez y, tras varias entradas y salidas a la prisión, un movimiento pro liberación de Patty, surgió en todo el país. El 11 de mayo de 1977, el New York Times se convirtió, en un editorial, a este movimiento y el pasado 29 de enero lo hizo Jimmy Carter, la única autoridad en EEUU para conmutar penas.

Y ahora Patty, la estudiante normal, la revolucionaria Patty, la perseguida Patty, la víctima Patty, protagonizará el último capítulo de esta increíble historia: se casará con su ex guardián, un apuesto policía que conoció en sus tiempos de prisión. El afortunado se llama Bernard Shaw y se enriquecerá el próximo 14 de febrero.