La Capital del Mar de Plata (Argentina), 22.03.2022
En una nueva audiencia en el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata del juicio contra la secta yogui liderada por el fallecido Eduardo Nicosia, la siniestra organización que funcionó en el Hotel City y que captó y acogió al menos a 32 personas en situación de vulnerabilidad con el fin de reducirlas a la servidumbre y explotarlas, pudo dar testimonio desde la embajada argentina en Venezuela una de las víctimas y contar los tormentos y torturas que sufrió durante toda su vida.
“Esperé toda la vida para poder hablar”, dijo el hijo de Nicosia desde la embajada argentina, quien dio un contundente testimonio de manera remota en el que narró su vida en la secta, las torturas sufridas, el daño psicológico y el horror que soportaron junto a sus hermanos y hermanas.
La declaración de J.N. (quien prefiere que su nombre no salga a la luz) fue una suerte de relato histórico desde que nació en 1976 hasta que se radicó finalmente en Venezuela en 2005. En su extenso testimonio, detalló una serie de torturas y episodios traumáticos que vivió y que lo marcaron de por vida, como por ejemplo el haber sido sumergido en agua fría en los inviernos para que no llorara, algo que le dejó secuelas, como su miedo a estar bajo agua.
En su relato, explicó que desde los tres años tiene recuerdos cabales de las torturas que sufrió. Explicó que en 1984, cuando Nicosia es liberado de la cárcel en Venezuela, volvieron a Argentina y pararon en un hotel de Mar del Plata que hoy ya está demolido.
Luego se fueron al Hotel Sarmiento en Buenos Aires, para más tarde ir a la casa de uno de los seguidores de Nicosia. Esto fue entre 1986 y 1990, hasta que nuevamente van a Venezuela.
Durante ese período narró que Nicosia constantemente los torturaba y que, incluso, disfruta con sus acciones. Los castigos eran constantes y entre los tormentos mencionó golpes con una fusta, descargas eléctricas -a modo de picanas- con una máquina de acupuntura y quedar colgados boca abajo como si fuesen un péndulo.
Mientras narraba su historia de vida, J.N. aseguró que Silvia Cristina Capossiello era la segunda al mando de la secta y la única persona que podía hacerle frente a su padre. Además, señaló que los otros imputados, Sinecio de Jesús Coronado Acurero y Luis Antonio Fanesi tenían un rol activo en la organización.
Para evidenciar el rol de Capossiello y su conocimiento en los horrores que se vivían en la secta, J.N. contó que cuando Nicosia embarazaba a una de sus propias hijas, era la mujer quien juntaba a los hermanos y hermanas y explicaba que “iba a venir un alma superior, porque así lo había decidido el ‘gurú’”.
“Les pido por favor que hagan justicia, porque si no lo van a volver a hacer”, dijo finalmente J.N. al hablar directamente con los magistrados Roberto Falcone, Fernando Machado Pelloni y Nicolás Toselli.
Por otra parte, ayer también dieron testimonio testigos presentados por la defensa, dos trabajadores del Hotel City que no pertenecían a la secta.
Una de las personas era el conserje del lugar, quien trabajaba desde el 2004 y aseguró que en el último tiempo desconocía exactamente quién era su jefe. También habló una mujer, profesora de música, que iba hasta el hotel a darle clases a los más jóvenes de la secta.
También declaró otra hija de Nicosia, que no se considera víctima de lo sucedido, pero no pudo brindar testimonio y tuvo que ser desestimada por los jueces ya que, por ley, no puede declarar contra sus progenitores.
Se espera que el próximo lunes la defensa presente a sus últimos testigos, miembros de la organización que no se reconocen como víctimas y, el 5 de abril, serán los alegatos.
Cabe recordar que tras la muerte del líder de la secta Eduardo Nicosia, quien falleció en enero del 2021 en el Penal de Ezeiza, y el psicólogo Fernando Ezequiel Velázquez, que murió a principios de marzo de este año también en el penal de Ezeiza, solo quedan tres imputados en el debate: Silvia Cristina Capossiello, quien era la esposa de Nicosia, Sinecio de Jesús Coronado Acurero y Luis Antonio Fanesi.
Una secta en pleno centro
Los hechos por los cuales llegaron a juicio se sucedieron, al menos, desde principios de la década de 1970 y a partir del 2005 y hasta el allanamiento del 3 de julio de 2018. La organización actuaba desde el inmueble del Hotel City, ubicado en diagonal Alberdi 2561, en pleno centro marplatense.
Nicosia, con la complicidad de los acusados y mediante engaños, falsas promesas, fuerza, violencia y abuso de situaciones de vulnerabilidad, valiéndose de su rol de líder religioso o espiritual, “sometió a las personas integrantes de la congregación previamente captadas y a los miembros de su grupo familiar a diferentes delitos contra la integridad sexual: les efectuó personalmente tocamientos, abusos sexuales con acceso carnal y a su vez, obligó a contraer relaciones sexuales a los discípulos y a los integrantes del grupo entre sí”.
Por su parte, y siempre de acuerdo a la hipótesis fiscal, Capossiello, que era la pareja del líder, “controlaba a los damnificados en ausencia de Nicosia y estaba al frente de la cooperativa administradora del complejo hotelero”.
En tanto, Coronado Acurero “era una persona de confianza de Nicosia, colaboraba en las actividades ilícitas investigadas y el permanente control de las personas damnificadas”, mientras que Fanesi “perteneció a la organización, cuanto menos, desde el año 1973 y participaba del control sobre las víctimas, acompañándolas en los viajes dispuestos con el objeto de disponer reubicaciones estratégicamente ordenadas tendientes a captar nuevos adherentes al grupo”. “En los últimos años, esta función la cumplía como recepcionista del Hotel City, a lo que se agrega que los testimonios de autos dan cuenta de su actuación en el ocultamiento de la sumisión sexual por parte de Nicosia hacia otros integrantes del grupo”, sumó el funcionario de la fiscalía Carlos Fioriti.
De acuerdo a los relatos de las víctimas tomados durante la investigación, Nicosia habría tenido al menos quince hijos e hijas, trece de ellos con seis madres diferentes y los otros dos con dos de sus hijas biológicas. Salvo un caso, los menores de edad fueron inscritos o registrados como hijos biológicos de otros miembros de la congregación, quienes habrían sido instigados para ello por Nicosia y otros imputados.