P. ALBALADEJO – El País, Elche – 08/04/2002
Jaume Valverdú, profesor de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, vivió durante siete meses en una comunidad Hare Krisna en Guadalajara. Francisco Ferrándiz, de la Universidad Deusto, se internó en el mundo de los espiritistas venezolanos. Carles Feixa, de la Universidad de Lleida, optó por integrarse en una banda juvenil en los suburbios de Ciudad de México.
Todos ellos son antropólogos y relatan, junto a otros profesores, sus experiencias en un libro Técnicas en investigación en antropología, que acaba de publicar la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH). ‘Se trata de un guía que muestra el trabajo de los antropólogos con casos prácticos’, explica Anastasia Téllez, coordinadora de la publicación, ‘la forma de entrar en un grupo social a estudiar, ya sea informando a sus miembros o de forma encubierta’, agregó.
El libro recoge trece investigaciones antropológicas sobre distintos fenómenos sociales, denominados trabajos de campo. Sin duda, uno de los más curiosos es el que ha realizado Jaume Vallverdú. El profesor catalán escogió la secta Hare Krisna, popularmente conocida por sus túnicas naranjas y largas coletas. En 1992, cuando comenzó su estudio, este culto se encontraba envuelto en un halo de misterio y cierta repulsa por parte de la sociedad española. Sin embargo, a pesar de presentarse como un investigador, Vallverdú no encontró dificultades para entrar como observador en la comunidad Nueva Vrajamandala, situada en un pequeño pueblo cercano a Madrid. Dieta lacto-vegetariana y diana a las cuatro de la mañana para comenzar las oraciones. ‘A esa hora, la alegría de los devotos al despertar para reencontrarse con Krisna contrastaba con mis nulas espectativas místicas’, recuerda el profesor. Vallverdú, quien afirma que tras estudiar los actos religiosos de madrugada decidió abandonar el horario de la comunidad y levantarse más tarde, por el cansancio y el estress que sufría. El profesor también resalta los paseos que una vez a la semana los fieles realizaban por Madrid, recitando el japa, una oración que debe ser repetida al menos 1.728 veces al día.
Carles Feixa viajó a Ciudad de México para conocer las bandas juveniles de los suburbios. Así conoció a los componentes de Colectivo Caótico, un grupo músical de estética punk, que le mostraron la mísera existencia de los habitantes de las ciudades dormitorio de Mexico. Los obreros de estas zonas ocupan hasta cinco horas al día para llegar al trabajo y se enfrentan con asiduidad a la extorsión de un cuerpo de policía corrupto.
Por su parte, Francisco Ferrándiz escogió como fenómeno de estudio las comunidades de espiritistas venezolanas. Investigó sus costumbres y las sesiones de posesión, en las que según explica, estaban de moda los espíritus vikingos, frente a los indios y chamarreros (campesinos).