El País Andalucía (España), Cartas al Director, 26.02.1995
Como socios de Sierra 21, compartimos totalmente el hondo dolor y desesperación de los padres y de los hijos separados por la Consejería de Trabajo y Asuntos Sociales y queremos salir al paso de las mentiras que tan dramáticas consecuencias han tenido. Vaya por delante que es totalmente falso que existan denuncias por «reclutamiento» de menores por adopción.
Se dice en su artículo que «a los niños no se les dibuja el concepto de familia», cuando la realidad es justo la contraria. En varias ocasiones han llegado a Sierra 21 peticiones de padres para internar a sus hijos, que han sido rechazadas precisamente porque las técnicas pedagógicas utilizadas sólo surten efecto en un marco familiar, es decir, con una colaboración activa de los padres.
Con respecto a la acusación que «los chicos tienen un afán de superación obsesivo», nos haría sonreír si no fuera por sus gravísimas consecuencias. Sobre todo, teniendo en cuenta que les acogimos con un retraso que en algunos casos llegaba a los cuatro cursos escolares. Hicimos, eso sí, un esfuerzo especial para reducir dicho retraso ahorrándoles así los complejos inevitables cuando se comparan con otros niños de su edad pero con un pasado infinitamente menos desafortunado. Los profesores de las escuelas públicas en las que han estudiado nuestros hijos demostrarán en su momento la absurdidad de tales imputaciones. Es absolutamente falso que los niños cambien periódicamente de nombre. Los técnicos del Servicio de Atención al Niño ya nos habían informado que los niños en adopción suelen pedir el cambio de nombre como símbolo de ruptura con un pasado traumático, nada más. En ningún caso se les ha cambiado el nombre periódicamente.
Se dice también que «los miembros de Sierra 21 evitan en lo posible relacionarse con sus vecinos de Castillblanco, quienes les observan con desconfianza». El alcalde, el párroco y el director de la escuela, entre muchas otras personas, han declarado todo lo contrario a cuantas personas les han preguntado.
Añade el periódico que «si la visita no ha sido previamente concertada se muestras ariscos e incluso hostiles», lo cual es también totalmente falso. Otra cosa es que les dijera que la persona que mejor podía informarle no se encontraba ahí en ese momento.
Por lo demás, las palabras de Gabrielle Rogiers han sido profusamente deformadas. En ningún momento se le habló de «fisiopedagogía», sino de «psicagogía», es decir, aplicación del psicoanálisis a la educación, siguiendo entre otras, las enseñanzas de la célebre psicoanalista infantil francesa Françoise Dolto.
Y aquí tocamos el tema de los títulos y los diplomas. partiendo de su diploma de fisioterapeuta, G. Rogiers siguió una larga e intensa formación en psicoanálisis con un maestro de la Escuela Junguiana de Zurich, así como estudios sobre técnicas de grupo y terapia familiar. No existe titulación oficial en el campo del psicoanálisis en ningún país europeo, sin que esto invalide ni la formación ni la amplísima experiencia de la señora Rogiers.
También es falso que G. Rogiers «ordenara la adopción de niños a las parejas más fieles y dóciles». Los que han adoptado niños lo han hecho por su libre deseo de ser padres, como libre es la pertenencia o no al grupo. Nunca hemos hecho proselitismo ni propaganda, y varias personas que en algún momento han trabajado con nosotros podrán testificar que dejaron el grupo con libertad. Sabíamos desde hace tiempo que determinadas personas nos habían denunciado de forma interesada, lanzando sin escrúpulos graves acusaciones con el fin de obtener una sentencia de divorcio favorable.
Estamos en disposición de demostrar que los informes policiales citados en el artículo son un fuel calco de unos informes presentados por un grupo que, con el pretexto de luchar contra las sectas, arremete contra cualquier tipo de vida asociativa innovadora.
Michel Rogiers. Sierre 21. Castillblanco de los Arroyos.