Clarín (Argentina), 10.08.2008
Una testigo clave, que tuvo responsabilidades en la Cateral de Santa Rosa y que tuvo cierto grado de amistad con los curas españoles denunciados Antonio Martínez y Ricardo Latorre (jefes del instituto secular Servi Trinitatis) declaró en la Justicia que «son admiradores de (Francisco) Franco» y también reveló los métodos que utilizaban para exigirle dinero a los files. Aseguró que a ella la presionaron por una herencia que recibió su esposo y cuando entregó una suma menor la echaron de la Catedral.
La mujer -odontóloga y profesional reconocida de la capital pampeana- dio su testimonio ante el juez Carlos Flores, que investiga una denuncia por «reducción a la servidumbre y defraudación» contra los dos curas. El suyo se suma a los 20 testimonios que ya hay en la causa, entre los que se cuenta el del sacerdote Ricardo Ermesino.
La causa se inició por impulso de 11 denunciantes, y ayer se agregó otro. Todos son familiares de internos o ex internos del Servi Trinitatis, que es un instituto secular con sede en Cuenca (España) y casas en Argentina y Venezuela.
La testigo fue muy cercana a la actividad de Servi Trinitatis hasta el año 2007. Además estuvo a cargo, como laica, de la Parroquia de Toay y de la dirección de la radio FM de la Diócesis de Santa Rosa, que abarca toda la provincia de La Pampa. La radio funciona en la Catedral y las chicas reclutadas en Servi Trinitatis trabajan allí.
Uno de los motivos de enfrentamiento de la pareja con los curas de Servi Trinitatis fue el pedido de dinero. «Nos pidieron una suma importante. Unos 18 mil pesos. Era para pagar una indemnización por un despido en el instituto. Nos presionaron. Finalmente le dimos una cifra menor», declaró. El aporte de dinero de los fieles era regular.
Cuando les negaron el dinero, los curas le reprocharon: «Cómo que no tienes dinero, si cobró una herencia». Después del entredicho, los curas le negaron la confesión a la mujer, argumentando que su marido era divorciado. Una fuente explicó que «le pidieron que se divorcie, porque el marido no pisaba la iglesia y era un poco anticlerical».
Fuentes judiciales precisaron que la mujer dijo que «le escuchó decir a (Antonio) Martínez que gracias a Franco soy sacerdote’ «. La testigo también declaró que «los curas son admiradores de Franco». En algún momento de diferencias le mandaron mensajes de texto a la testigo: «dile (al esposo) que demuestre su fe. Franco lo mira desde el cielo».
«Querían aislarla», aseguró alguien que conoce la causa. Cómo le insistían en que se divorciara, la mujer acudió al obispo (Fidel) Brédice, pero este le dijo que hablara otra vez con el padre Antonio (Martínez). «Entonces me expulsaron de la Catedral», dijo la testigo.
Una de las tareas de la testigo era la atención odontológica de unos 70 chicos que le enviaban los sacerdotes Martínez y Latorre. Entre ellos, las internas de Servi Trinitatis. «Me enteré de las prácticas que llevaban adelante. Vi como destruyeron física y sicológicamente a….. Y de lo que sufrían los chicas que salían, que escapaban del instituto», dijo la testigo.
Precisamente la odontóloga fue clave para contar lo que pasaba en el instituto secular. Un joven de 29 años -cuyo testimonio fue incluido en la denuncia- cuyas dos hermanas menores fueron reclutadas se animó a juntarse con ex internas y con familiares a partir de escuchar el relato de la profesional.