Informationsblatt (CH), nº1 & 2, Georg Schmid, 02.07. 2000 [Traducción de Miguel Perlado]

En la actualidad no hay un maestro hindú  que haya despertado tantas esperanzas y expectativas en tanta gente como Sai Baba. Con los “milagros” (materializaciones) que escenifica a diario ante tantos miles de seguidores desata tantas energías y  fuerzas de autocuración en la psique de las masas creyentes, que una y otra vez se hicieron posibles experiencias religiosas sugestivas en su entorno.  Para miles de personas, Sai Baba es la encarnación divina determinante de nuestro tiempo.

No obstante, tampoco ningún otro maestro de la actualidad ha defraudado tan profundamente a los muchos que se le acercaban. Estos defraudados  toman ahora la palabra, por ejemplo, en la recopilación de voces críticas realizada por Faye y David Bailey, “The Findings”, Londres. El matrimonio Bailey antaño exaltaba al Sai Baba en sus libros. Después de vivir experiencias traumáticas y muchas conversaciones con personas que sufrieron experiencias parecidas, presentan ahora sus testimonios y observaciones de ex adeptos desengañados. Sus historias se convierten en documentos de una experiencia que tal vez sólo sea comprensible para la gente que en otro lugar también ya encontraran un “Dios” y que al final, tras muchos sacrificios y una vida de abnegación sin discernimiento, tuvieran que reconocer que habían sido engañados.

El amor que sentían muchos ex adeptos por Sai Baba rompió por primera vez cuando comprendieron que Sai Baba trucaba sus “milagros”. A lo lejos, no se distingue dónde está el truco – como he podido comprobar personalmente. Las multitudes de creyentes quedan asombrados por cada “materialización” y responden con aplausos a todas las cenizas que acaban de aparecer de la nada. Otros que se le acercaron, podían ver claramente como se le caía de la mano  algo como una pastilla de cenizas que consistía de aquel material que el “Dios viviente supuestamente hacía aparecer en su mano derecha” desde la nada. Deducen que las cenizas “materializadas” las lleva  primero en forma de pastilla en su mano izquierda. U observan como el Maestro pasa los objetos que luego “materializa” de su mano izquierda ligeramente cerrada, a la mano derecha. Pero para los discípulos creyentes, más importantes que estos trucos son los testimonios de otros o las experiencias propias de sus reuniones personales con Sai Baba para los que escogía a seguidores masculinos jóvenes.

Un trágico asalto al Maestro por ex discípulos de una escuela de Sai Baba que acabó con el linchamiento de los asaltadores por la masa encendida, ya en 1993, condujo a observaciones críticas en las discusiones sobre los ritos de unción que celebraba con hombres jóvenes y sobre sus tendencias homosexuales. Últimamente las declaraciones respecto a abusos sexuales que sufren seguidores occidentales y estudiantes hindúes de la Academia Sai Baba han hecho crecer sobremanera la documentación provocadora de la humillación (“A un dios no puedo decir que no”) y del desengaño (“No puede ser un dios si me pide esto). Tanto es así que un observador crítico del Occidente se preguntaría por qué el Sai Baba, o bien, no demanda a todos sus críticos por calumnias, o bien no ha sido él mismo condenado ante los tribunales índicos. Mientras que hasta ahora la dirección que rodea Sai Baba ha conseguido en gran medida hacer callar a los muchos desengañados y víctimas de abusos, en estos momentos los defraudados y víctimas de abusos comienzan a organizarse, arguyen los contrarios.

A pesar de las demandas, aún son miles y miles los que siguen creyendo en la divinidad de su Maestro, en sus cualidades sobrehumanas y divinas y en sus milagros que comparan con los milagros de Jesucristo. Muchos discípulos creen que Sai Baba es el Jesucristo resucitado. Los cristianos rechazan esta comparación. Los milagros de Jesucristo no recuerdan, ni de lejos, a las actuaciones de circo del Sai Baba. Éste hace milagros más bien para entretener a las masas, Jesucristo para aliviar la necesidad apremiante de la gente. Todas estas objeciones rebaten la pretensión de Sai Baba de ser una encarnación divina determinante en nuestro tiempo. Sin embargo, no merman la impresión que también comparten los observadores críticos en Puttaparhi, que alrededor del Sai Baba todavía se reúnen huestes de personas idealistas y abnegadas, que en el fondo sólo quieren una cosa: un encuentro con Dios.