El Mundo (España), Isabel Munera, 8.03.2013
Su ídolo y mentor Hugo Chávez lo nombró su sucesor y, ahora, Nicolás Maduro ha recibido la bendición del movimiento de su santón, el popular líder espiritual indio, Sathya Sai Baba, fallecido en 2011 a los 84 años.
La relación de Maduro con este gurú indio se remonta a 2005, cuando el vicepresidente venezolano y candidato del chavismo lo visitó en India. De aquel encuentro quedaría una foto para el recuerdo de un Maduro mucho más joven vestido de riguroso blanco.
A esta visita, que no fue la primera, le siguieron otras tantas en los años siguientes. El hombre fuerte del chavismo estaba convencido de los beneficios que podía reportarle la compañía del famoso santón.
En aquella ocasión, Maduro, que ostentaba la jefatura de la Asamblea Nacional, acudió en compañía de su mujer, la procuradora general Cilia Flores, y varias personas de su entorno y «se alojó en durante dos días en la residencia VIP» del Centro Sai Baba de la localidad de Puttaparthi, según explica en declaraciones a Efe su portavoz, A. Anantharaman, que considera que «su fé influirá en su manera de hacer política».
Conductor de metro en Caracas, sindicalista, presidente de la Asamblea Nacional, ministro de Exteriores y vicepresidente, Maduro ha compaginado siempre su profesión con su fé, y en cada uno de sus despachos nunca ha faltado un retrato de su santón.
Aunque pueda parecer extraña esta veneración hacia un gurú indio, el movimiento de Sai Baba (que gestiona 6.800 millones de euros procedentes de donaciones) se estableció en Venezuela a principios de los 70 y goza de una gran popularidad en este país, donde cuenta con alrededor de 200.000 seguidores.
De hecho, cuando el gurú falleció hace dos años, el Parlamento de Venezuela emitió una declaración de duelo nacional, según publica el diario venezolano ‘El Universal’.
Sai Baba, cuyo verdadero nombre era Sathyanarayana Raju, tiene millones de seguidores en todo el mundo entre ellos políticos, actores y deportistas, que siguen sus enseñanzas basadas en «la universalidad del amor, la verdad y la paz».
Convencido de su naturaleza divina (creía ser una encarnación de la trinidad del panteón hindú formada por Brahma, Vishnú y Shiva), el gurú se hizo famoso en Occidente en la década de los 70 gracias al movimiento ‘hippie’ y su peculiar estilo: melena afro y larga túnica naranja.
Presumía de hacer milagros y afirmaba ser capaz de sacar comida de la ceniza y joyas de la boca. Aunque varios discípulos aseguraron haber sufrido abusos sexuales por parte del gurú, la policía no lo acusó nunca formalmente e incluso un ex ministro indio llegó a defenderlo públicamente. En su funeral no faltaron tampoco importantes personalidades indias como Sonia Gandhi, líder del Partido del Congreso, y Manmohan Singh, actual jefe del Ejecutivo.