Panorama (Venezuela), Sabrina Machado, 21.08.2012

Cánticos en sánscrito inundan el bulevar de Sabana Grande. El motivo: venerar a Sathya Sai Baba, líder hindú que arropado por el misticismo, la fe y los milagros levantó una legión de seguidores que lejos de llorar su muerte espera con anhelo su reencarnación.

El 24 de abril del año pasado falleció en el hospital de Puttaparthi, su ciudad natal, a la edad de 84 años, al presentar un fallo cardiorrespiratorio. «Sathya Sai Baba ya no está con nosotros. Ha muerto a las 7:40 horas como cualquier otro paciente humano», dijo el médico que le cuidaba, A. N. Safaya.

Con cordialidad y una amplia sonrisa dan sus seguidores la bienvenida al centro Sai de Sabana Grande, el primero del país. Son bien recibidos desde el curioso hasta el fiel devoto. La única condición es mostrar respeto hacia una devoción fundamentalmente oriental, quitarse los zapatos y si la mujer va un poco escotada enseguida se le ofrece una pashmina para que esté a gusto y acorde con las exigencias del ambiente.

De las distintas actividades que realizan en la semana los grupos Sai en Venezuela, la de los jueves: “cantos devocionales”, es considerada como una de las más importantes. En ella se rinde tributo de manera especial al líder religioso.

Quienes lo veneran no dudan en llamarlo Dios y sentirse fielmente comprometidos con sus enseñanzas, fundamentadas en cinco principios básicos: verdad, rectitud, paz, amor y no violencia. Desde los 14 años —que se erigió como la reencarnación del Dios Shirdi— hasta los 84 años profesó estos valores entre sus millones de devotos, desplegados en 125 países a nivel mundial.

Venezuela no escapó a esta filosofía de vida. Arlette Meyer fue la responsable de profesar las enseñanzas del llamado santón hindú en la patria de Bolívar en los años 80. Esta mujer, nacida en Suiza, emigró a Venezuela, huyendo de las miserias de las guerras europeas. A los pocos años se convertiría en la traductora oficial al idioma español de las obras de Sai Baba.

Prestó su vivienda para abrir las enseñanzas del Dios hindú a Venezuela. Este primer grupo lo integraron siete personas. Con el paso del tiempo fue necesario buscar espacios más amplios para dar cabida a los nuevos creyentes.

El edificio Acapulco, erigido en los años 40, y declarado bien de interés del patrimonio cultural, albergaría ahora a los seguidores de Sathya Sai Baba. En 1987, este primer centro fue acreditado legalmente por la Organización Sai a nivel mundial.

En la actualidad el apartamento ubicado en el primer piso puede albergar a 200 personas que desean conocer de cerca a Sai Baba. A medida que se acercan las seis y media de la tarde el salón se vuelve cada vez más cálido. En la entrada del centro está una vitrina donde se observan distintos objetos con el rostro del moderno Dios y, al frente, un mueble donde se guarda el calzado de las personas que asisten a la reunión.

Inmediatamente se abre una foto tamaño natural de Sathyanarayana Raju —su verdadero nombre—. En el salón no hay menos de 30 retratos de la misma persona. El altar tiene como figura principal esta amplia imagen, flanqueada por la fotografía del Dios Shirdi y de Jesucristo. Llama la atención una túnica color salmón dispuesta limpiamente sobre una silla, que evoca al maestro.

El ritual devocional comienza de manera puntual, los hombres aparte de las mujeres, una alfombra roja marca la división. La presencia femenina es mayoritaria y las edades varían, desde una niña de siete años que acompaña los complicados cánticos hasta una anciana con pequeños platillos metálicos que ameniza los himnos.

“Todo en este mundo objetivo es transitorio e irreal. Por lo tanto, debemos contemplar la verdad y realidad eternas… La actividad primordial a la que el hombre debería dedicarse es al servicio a los seres humanos. Por lo tanto, ¡Encarnaciones del amor! Deben siempre dedicarse al servicio de sus semejantes… No hay nada más grande que el servicio a la humanidad. El servicio al hombre es servicio a Dios”, palabras de Sathya Sai Baba entregadas la noche del jueves, en compañía de los cánticos para su adoración.

Alejandro Requiz, coordinador regional de la organización Sai, reconoce que este centro es uno de los más importantes en el país. En Venezuela a lo largo de tres décadas se han constituido cerca de 40 puntos de reunión, entre centros y grupos Sai. La década del ochenta fue muy productiva en este sentido.

“Durante este tiempo hubo mucha participación y actividades, y a medida que la organización fue madurando comprendió que lo más importante es entender el mensaje de Baba, que es la búsqueda interna de cada persona”, explicó el directivo.
Las ciudades más importantes dentro de la organización Sai de Venezuela son Caracas, Maracay, Valencia, Maracaibo, Puerto Ordaz y San Cristóbal. En el estado Zulia están constituidos dos centros: uno en Sabaneta y otro en el centro comercial Villa Inés, donde se congregan más de 200 personas en los eventos especiales.

A nivel nacional la cifra de seguidores asciende a 200 mil personas, aproximadamente, entre ellas cerca de dos mil mantienen contacto directo con el comité central. El 23 de noviembre se celebrará un nuevo aniversario del natalicio de su ángel.

Requiz tiene la responsabilidad de supervisar cuatro países: Venezuela, Colombia, Perú y Ecuador, y reconoce que el nuestro es el más activo en cuanto a seguidores y actividades desarrolladas por el comité central. “El venezolano es muy devocional, muy dado a este tipo de cosas, además lo más importante es que Sai Baba no es una religión. Él entregó un tratado de espiritualidad práctica”.

Zulima Fleites es otra fiel devota del líder oriental, conoció su mensaje siendo catequista y no dudó en llamarlo Dios apenas vio su fotografía. Cuando visitó la India por primera vez, en 1999, sintió que “valió la pena nacer”.

Hoy con 35 años es coordinadora del Área Metropolitana de Caracas de la organización Sai, participa y coordina las reuniones de estudio de los martes, los actos devocionales de los jueves, los estudios de vedas los viernes y las labores sociales los fines de semana.

Los representantes de la organización Sai ensalzaron la labor social realizada en el país. En el poblado de Avejales, estado Táchira, se fundó un colegio Sai en el año 2000, donde —a parte de cumplir con el contenido programático del ministerio de Educación— se aplica el programa de valores humanos creado por Baba. En Cúa, estado Miranda, se encuentra el Instituto Sathya Baba en valores humanos, que atiende las necesidades de educación superior.

Fleites señaló que los fines de semana realizan jornadas médicas de oftalmología, odontología, pediatría, medicina general en diversos centros rurales. En el área de la región central se han realizado en Carapita y La Guaira y cada tres o cuatro meses practican jornadas de operación de cataratas. “La gente en Venezuela siente mucho amor por Baba y por sus enseñanzas. El amor hace milagros”, dice con orgullo la mujer.

Tanto Requiz como Fleites admiten que la muerte del maestro ha afectado un tanto el entusiasmo de sus seguidores, pero lo creen normal. Afirman que las enseñanzas transmitidas por el líder a través de tantos discursos no se perderán, porque están conscientes que no se ha arado en la nada.

“Yo viajé a la India el año pasado y fue distinto, él ya no estaba físicamente, estaba su ataúd y para nosotros, el occidental, la muerte es muy difícil de aceptar. La partida de Babita nos entristece, para quien lo conoció y vio tiene la certeza que no lo verá más, y el que no pudo viajar no tendrá oportunidades, pero jamás sentí que él me abandonó, que me dejó sola, nunca, su muerte no afecta su presencia”, afirmó esta devota que espera con ansias la reencarnación prometida.

Un factor que sí ha afectado a la organización Sai durante los últimos años, generando el cierre de alrededor de seis centros a nivel nacional, ha sido el económico, y la migración de familias que han decidido irse de Venezuela.

No creen que las críticas surgidas sobre corrupción, abuso sexual, pederastia cernidas sobre este Dios hindú hayan afectado su imagen, su mensaje y sus enseñanzas, porque “todo lo que ha surgido por Internet no tiene asidero legal, en ningún país hay una demanda legal contra Sai Baba, ni siquiera en la India”, dice de manera tajante Requiz, quien considera que ese es el precio al mensaje del líder oriental.

“Creo que Sai vino a dar un mensaje muy novedoso, y personas muy conservadores y ortodoxas pueden no estar cómodas con él. Además toda figura importante siempre es fuente de críticas, nadie se escapa”, indicó el coordinador regional de la organización.

Por su parte, Fleites estima que estos ataques pueden provenir de la misma ignorancia, al desconocer costumbres que son ajenas a las personas del mundo occidental. La relación del hombre y la mujer de este lado del mundo es distinta.

Al mismo tiempo indicó conocer a varios estudiantes de la escuela de Sai en la India, y fue testigo del amor que profesó Baba por sus estudiantes, sencillamente se desvivió por ellos. “Es un tema de elegir que creer y lo que he evidenciado ha sido extremadamente positivo”, afirmó con los ojos llenos de convicción. Definitivamente es un tema de fe.