El Confidencial (Filipinas), 9.09.2024

Hace casi 40 años, en Corea del Sur, Apollo Quiboloy estaba en un evento de un pastor estadounidense llamado Billy Graham. En ese lugar, escuchó la voz de Dios: “Te usaré”, le susurró. El presunto llamado le llevó a denominarse como «el Hijo designado de Dios» y a fundar años en Filipinas el Reino de Jesucristo (KOJC), una secta evangélica que afirma tener siete millones de miembros por todo el mundo. Casi siempre vestido con un traje blanco satinado, la imagen del predicador cambió radicalmente este lunes, cuando apareció ante las autoridades del país asiático vestido con una camisa naranja de detenido, gafas de sol, una gorra de Nike y mascarilla.

Quiboloy ha aparecido por primera vez en los medios de comunicación desde su arresto en por tráfico sexual de menores el sur de Filipinas. Ha sido el broche a una persecución que ha durado más de dos semanas y en las que se han involucrado más de 2.000 policías. Al puro estilo cinematográfico, los agentes fueron enviados a un complejo de más de 30 hectáreas que pertenece a la organización religiosa para capturar al predicador buscado también por el FBI.

Allí les esperaban sus más fieles seguidores, que se enfrentaron con las autoridades por considerar que las acusaciones contra su líder son inventadas. El pasado mes de agosto, cuando la policía llegó al lugar, se bloquearon partes de una carretera importante de la zona y se utilizaron gases lacrimógenos contra los «rebeldes y violentos» miembros de la secta, según los agentes.

Muchos de ellos formaron un «escudo» con una pantalla gigante donde retransmitieron sermones de Quiboloy. Se sentaron en sillas de plástico mientras miraban al cielo, aplaudían y cantaban. Durante las refriegas, más de 100 fieles evangelistas y 60 policías resultaron heridos, mientras una persona murió por problemas cardíacos, según el recuento oficial.

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A pocos metros de las confrontaciones, estaba escondido el evangelista. Estaba dentro del complejo que se ha convertido en sede de Reino de Jesucristo y que alberga unos 40 edificios, entre ellos una catedral, una escuela e incluso un hangar. Concretamente, estaba escondido en un búnker subterráneo llamado por la congregación como Nueva Jerusalén. Según la policía filipina, descubrieron su paradero gracias a unas imágenes térmicas y un radar que identifican los sonidos del latido de un corazón bajo tierra.

Después de una negociación con las autoridades y de un ultimátum de 24 horas, Apollo Quiboloy se entregó junto a otras cuatro personas de su organización. «Basado en información confiable, nuestro cliente, el pastor Apollo C. Quiboloy, se entregó voluntariamente a las Fuerzas Armadas de Filipinas, específicamente al Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas», dijo el abogado del líder religioso, Ferdinand Topacio, en un comunicado.

Los tentáculos de la secta religiosa consiguieron, a lo largo de las décadas, traspasar las fronteras de Filipinas hasta países como Ucrania, Brasil, Hong Kong y Estados Unidos. Fue precisamente el Departamento de Justicia de este último el que acusó por primera vez a Quiboloy en 2021 de tráfico sexual de menores, fraude, coerción y contrabando de grandes cantidades de dinero. Por su parte, el FBI afirmó que traficaba con niñas y mujeres en el país. También exigía a sus asistentes personales mujeres, llamadas «pastoras», que tuvieran relaciones sexuales con él.

El ‘asesor espiritual’ de Duterte​

Las acusaciones parecieron caer en ese momento en un saco roto porque, en un país de origen, el predicador evangelista tenía cada vez más importancia en el ámbito social y político. Quiboloy se convirtió en el «asesor espiritual» del expresidente filipino Rodrigo Duterte, señalado por liderar una sangrienta guerra contra las drogas y sus detenciones extrajudiciales, y sus vínculos parecieron protegerle de un enfrentamiento con la justicia.

Según medios filipinos, el presidente se ha desempeñado como administrador del complejo de la organización religiosa. «Su papel dentro del complejo lo coloca en el centro de este escándalo en desarrollo, y el público merece respuestas claras sobre su participación», afirmó el diputado filipino Joel Chua. Dos legisladores, Chua entre ellos, han pedido una investigación sobre el papel de Duterte y la vicepresidenta para ocultar al teleevangelista fugitivo.

Una de las señales claras de los vínculos entre el antiguo Ejecutivo y Quiboloy es que, tras la salida de la política por parte del mandatario en 2022, el líder espiritual fue finalmente acusado en su país por abuso infantil, sexual y trata de personas. Hace dos años que las autoridades emitieron una orden de arresto contra él y se encontraba huido de la justicia desde abril. No ha sido hasta este lunes que se ha sentado en el banquillo.

Su secta, sin embargo, parece lejos de desvanecerse. El pastor todavía cuenta con millones de seguidores en Filipinas, donde se saltó a la fama a medida que el teleevangelismo ganaba popularidad en el país de mayoría católica con una amplia tradición de apoyo a sectas religiosas.

Además, su orden de arresto ha sido motivo de un nuevo conflicto en las altas esferas políticas. Durante los enfrentamientos entre los seguidores de Reino de Jesucristo y la policía, Sara Duterte, vicepresidente del país e hija del expresidente, acusó a los agentes de abusar de su poder y de acosar a los miembros de la iglesia durante la redada al complejo.

La funcionaria no ha escondido su predilección por el predicador, ni siquiera cuando los agentes de policía llegaron al complejo de la secta para buscar a Quiboloy. El 1 de septiembre, el día en el que se cumplieron 39 años de la fundación del Reino de Jesucristo, la vicepresidente fue hasta Davao para apoyar a la congregación. Cuando se le preguntó sobre el paradero del «pastor Apollo», Duterte dijo que «está en el cielo». «Siempre estaré con ustedes en su oscuridad», prometió a los miembros de la secta.

El propio alcalde de la ciudad al sur de Filipinas, Sebastián Duterte (y también hijo del expresidente) denunció el uso «excesivo» de la fuerza por parte de la policía contra ciudadanos que calificó de inocentes y a quienes reconoció el derecho a protestar de “manera pacífica”. Las críticas del expresidente Duterte han ido en la misma línea que la de sus hijos, pero el mandatario actual, Ferdinand Marcos, ha defendido en todo momento el despliegue de las autoridades para detener a Apollo Quiboloy y evitar que huyera del país.

Un complot de ‘fuerzas malignas’

El Gobierno ha convertido la captura del líder de la secta en una prioridad durante las últimas semanas, y dijo que las acusaciones contra Quiboloy «atacan el núcleo mismo de lo que defendemos: proteger a quienes no pueden protegerse a sí mismos». Según la acusación, que consta de 74 páginas, niñas de 12 años han trabajado como asistentes personales del predicador.

Además, dos adolescentes de 14 y 15 años, fueron obligadas a realizar «servicios nocturnos», un eufemismo para referirse a realizar actos sexuales con el predicador. Las víctimas femeninas escribieron «cartas de compromiso» en las que dedicaban su vida y su cuerpo a su líder, según la acusación, arriesgándose a una «condenación eterna» si no lo hacían, informó The New York Times. Por otro lado, dos mujeres ucranianas afirmaron que fueron violadas por el líder de la secta. Otra mujer, de procedencia filipina, le acusó del mismo delito. Los representantes del pastor insisten en que es inocente de todos los cargos.

En redes sociales, sus seguidores han ido más allá y han afirmado que la detención de su máximo líder es un complot orquestado por «fuerzas malignas» en Estados Unidos. El discurso es la continuación de las palabras del propio Quiboloy en un vídeo de YouTube publicado el pasado febrero y en el que afirmaba que Washington estaba negociando con Manila para que fuera entregado a las autoridades de Washington.

En la grabación sostuvo que EEUU había pedido una recompensa de dos millones de dólares por su cabeza, unas afirmaciones que fueron desmentidas por el FBI. «No se trata solo de una entrega, sino también de una eliminación. Si es posible, pueden asesinarme», dijo el pastor evangelista.

Por ahora, el Gobierno de Ferdinand Marcos ha negado que una orden de extradición a Estados Unidos sea una prioridad para el país, aunque las palabras de Apollo Quiboloy en el vídeo publicado a principios de este año han resonado fuerte entre los seguidores de Reino de Jesucristo: «Me han entregado a extranjeros… Si esto es cierto, admítanlo. Si estoy equivocado, corríjanme. Mi vida ahora está en peligro», sentenció.