OCTAVI MARTÍ – París – El País, 24/12/1995

«La muerte no existe, es pura ilusión». La frase corresponde al testamento espiritual de una de las 16 personas -entre ellas, tres niños- cuyos cadáveres fueron descubiertos ayer por la mañana en un bosque de los Alpes franceses, en la región de Grenoble, cerca del pueblecito de Saint-Pierre-de-Chérennes. Todos los indicios permiten pensar que las víctimas pertenecían a la secta conocida como la Orden del Templo Solar (OTS), que en octubre de 1994 ya propició la muerte de otros 53 de sus miembros. Los 16 cuerpos fueron encontrados carbonizados y dispuestos en círculo -en forma de estrella, con los pies en el centro y la cabeza hacia la periferia- en lo que parece haber sido un suicidio ritual.

La policía trabajaba anoche en el lugar de los hechos con todo cuidado para evitar la destrucción involuntaria de pistas. Desde el pasado miércoles, las autoridades suizas estaban alarmadas por la desaparición súbita de 16 personas (ocho suizos y ocho franceses).La policía de Ginebra explicó que el pasado jueves, cuando llegó al domicilio de Christiane B., la compañera de Patrick Vuarnet -uno de los muertos- se encontró con una mesa preparada, con la comida intacta, el televisor en marcha y las luces de la casa encendidas, pero sólo el gato permanecía en el apartamento.

Vuarnet había actuado como cartero de los suicidas de 1994, depositando en el buzón 60 cartas de despedida supuestamente escritas por quienes luego, en Suiza y en Quebec (Canadá), iban a ser descubiertos carbonizados.

Los 16 cadáveres encontrados ayer -el juez instructor ha hablado del probable empleo de un producto inflamable- fueron localizados desde un helicóptero a las nueve de la mañana. Entre ellos había tres niños de dos, cuatro y seis años.

Un cazador, Robert Arnaud, creía haber visto «dos niños entre los cuerpos carbonizados». «Allí había un olor insoportable a cabellera quemada», aseguró. El cazador facilitó a los gendarmes el acceso al lugar. Cuatro coches -tres con matrícula suiza y otro francés- abandonados desde hacía tres días a menos de dos kilómetros habían servido de pista para que 500 gendarmes, con la ayuda de perros, se lanzasen en busca de los desaparecidos.

En 1994, muchos de los cadáveres presentaban impactos de bala en la cabeza, puñaladas y rastros de narcóticos. Ahora habrá que esperar a las complicadas autopsias, mediante la comparación de sus piezas dentales con su historial odontológico y de sus muestras de tejidos con la información genética de sus familiares, para conocer la causa de la muerte. Por el momento, sólo ha trascendido que alrededor de los cuerpos se hallaron armas defuego.

Solsticio de invierno

La noche escogida, para este nuevo suicidio colectivo coincide con el solsticio de invierno, es decir, con la noche más larga del año. «En el mes más sombrío, durante la noche más oscura, surgirá la luz», había dejado escrito otro de los desaparecidos. Varios miembros de la secta habían manifestado en público que lamentaban permanecer vivos» y que se reprochaban no haber sido «convocados» en 1994 para sumarse «al tránsito hacia la otra vida emprendido por los miembros del círculo dorado».

Ninguno de los cuerpos ha podido ser identificado todavía. Se cree, sin embargo, que entre ellos están los de Patrick Vuarnet -hijo de un antiguo campeón olímpico de esquí-, su madre, su novia y un niño de seis años. Se baraja también la presencia de dos policías franceses, uno miembro de la policía judicial y el otro perteneciente a los servicios que se ocupan de problemas de inmigración. Uno de los agentes había desaparecido con su esposa y sus dos hijos. En 1994, los dos policías fueron relacionados con la secta, pero no se pudo precisar la naturaleza del vínculo. Ahora se supone que habrían dejado su domicilio llevándose las armas reglamentarias.

La policía suiza, por su parte, ha reconocido que no dispone de medios suficientes para controlar a los miembros de la secta y que, además, en su país no existen los delitos religiosos o de opinión que justifiquen un control estricto de quienes pertenecen a una organización de este tipo. «Desgraciadamente, no podemos descartar que un drama parecido se repita, reconocía Urs Rechsteiner, jefe de la seguridad helvética.

Una droga psíquica que lleva a los adeptos al más allá

Para Jeaninne Tavernier, especialista en sectas, éstas actúan sobre los adeptos como «una droga psíquica». No es difícil creer que «alguien se presentara ante algunos de los 16 muertos como un médium que estaba en contacto con los 53 muertos de 1994», para asegurarles «que les estaban esperando en el más allá». Según Jean Vernette, responsable en el Vaticano del estudio de las sectas, no hay que olvidar que estos grupos «hacen creer a quienes pertenecen a ellos que forman parte de una élite destinada a reunirse de nuevo en el otro mundo para reproducir sus fórmulas comunitarias».La Orden del Templo Solar (OTS) saltó a la celebridad el 5 de octubre 1994. Veintisiete cuerpos calcinados en Salvan (cantón suizo de Valais), otros 23 en Cheiry (cantón de Friburgo) y cinco más en una mansión en Quebec (Canadá), hicieron que el horror cambiase la imagen pintoresca que se tenía de los supuestos sucesores de la Orden de los Templarios, desaparecida en 1314 con la ejecución de Jacques de Molay.

El líder o gurú de la secta era un homeópata belga, Luc Jouret, que había sido condenado en Canadá por tráfico de armas. Mezclaba en su discurso la astrología, el yoga y la alquimia como vía para afrontar un inminente apocalipsis. Su brazo derecho era Joseph Di Mambro, un franco-canadiense que se ocupaba de las finanzas y que en 1972 se topó con la justicia francesa. Fue condenado por estafa. Los dos murieron en 1994 en un suicidio supuestamente propiciado por la ruina de la secta.

El diputado comunista Pierre Birard, miembro de la comisión parlamentaria que debe informar sobre las sectas en Francia, destaca que la mitad de los 16 muertos sea de nacionalidad francesa. Para Brard, no hay ninguna duda de que estos grupos «se han infiltrado en las altas instancias del Estado. En la magistratura, en el Parlamento, entre los intelectuales, hay miembros de las más de 300 sectas que actúan en Francia. Es urgentísimo reforzar el arsenal jurídico para proteger a los ciudadanos contra las sectas».