El Faro de Vido (España), 4.02.2015
Sin prisas pero sin pausa. El Juzgado de Instrucción y Primera Instancia número 1 de Tui prosigue la investigación sobre Orden y Mandato San Miguel, cuyo líder Miguel Feliciano Rosendo ingresó en prisión provisional imputado por los supuestos delitos de abusos sexuales y asociación ilícita meses después de ser destituido por el obispo de Tui-Vigo, Luis Quinteiro, quien además suprimió la asociación ante el «grave escándalo» causado.
El juez decano de Tui Marcos Amboage, que instruye el denominado caso de la secta de Oia, ha imputado en las últimas semanas a otras tres personas por presunta asociación ilícita, con lo que eleva a 7 el número de implicados, según informó el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG). Estas tres personas se suman a Miguel Rosendo; su mano derecha, Marta Paz (que fue detenida pero quedó en libertad aunque con cargos); y otros dos exmiembros de la orden, también en libertad.
Entre los nuevos imputados figuran la que era abogada de la Orden de San Miguel -antes de que se destapasen las supuestas irregularidades que llevaron al Obispado de Tui-Vigo a destituir al líder- y su marido, un ingeniero y profesor de profesión. Ambos, asentados en Madrid, tuvieron en su día relación estrecha relación con Orden y Mandato y habrían sido uno de los apoyos en Madrid de Rosendo cuando abandonó Galicia tras ser destituido al frente de los miguelianos por el Obispado de Tui-Vigo. La relación era muy cercana, pues los padres de la letrada son propietarios de la vivienda colindante a la de Rosendo en Mougás.
El juez de Tui, tras las nuevas imputaciones, ha abierto una nueva ronda de declaraciones. El matrimonio afincado en Madrid ha sido citado para que comparezca el próximo 12 de febrero y hace un par de semanas el magistrado citó por sorpresa y con apenas 24 horas de antelación a otro de los nuevos imputados. Una celeridad, de un día para otro, que no dejaba margen para que el abogado defensor de Rosendo pudiera desplazarse desde la capital de España, donde tiene su despacho, por lo que presentó un escrito de recurso.
Miguel Rosendo, un seglar casado y padre de dos hijos que fundó Orden y Mandato de San Miguel hace una década en Vigo, y su «brazo derecho», Marta Paz, fueron detenidos el pasado 11 de diciembre en Madrid.
En las semanas previas al arresto, varios familiares de adeptos y exintegrantes de este grupo habían denunciado públicamente que la orden actuaba como una secta y que en su seno se cometían abusos sexuales y otras vejaciones. El informe de un detective resultó demoledor y el Juzgado de Tui ordenó a la Guardia Civil verificar todos sus extremos.
Esta investigación, todavái en marcha, es la que ha llevado ahora a las nuevas imputaciones judiciales. El juez Marcos Amboage mantiene la causa bajo secreto de sumario, que va prorrogando cada mes, por lo que apenas transcienden datos.
La denuncia de un sacerdote, que durante los últimos 7 años había sido capellán de Orden y Mandato, por presuntas irregularidades morales y económicas de su fundador, llevó al obispo Luis Quinteiro a investigar y a destituir la primavera pasada a Miguel Rosendo al frente de la asociación pública de fieles y a nombrar a un sacerdote como comisario extraordinario. Expulsado Miguel, muchos de sus seguidores se dieron de baja y apenas quedaron en Orden y Mandato, bajo la dirección del Obispado, 27 de los 400 seguidores que llegó a tener.
El exlíder y algunos de sus adeptos se trasladaron desde la ‘casa madre’ en Mougás (Santa María de Oia), a Madrid, donde intentaron implantarse bajo la denominación de La Voz del Serviam. Pero el arzobispo Carlos Osoro frenó en seco esta posibilidad al advertir públicamente que no era una asociación reconocida por la Iglesia y que no tenía autorización para usar la denominación de católico. El pasado mes de diciembre, con la investigación judicial en marcha y el ingreso de Rosendo en la prisión de Teixeiro, el obispado de Tui-Vigo suprimió la Orden de San Miguel por su grave escándalo. Una disolución que afectó a los únicos 26 miembros que seguían formando parte de la misma y entre las que se encuentran las cuatro falsas monjas que trabajaban en un geriático madrileño.