Te Interesa (España), 22.03.2014

La Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal (AEMINPU),  la secta a la que pertenecía el secuestrador de la menor marroquí rescatada en Bolivia, está implantada principalmente en los países andinos, fundamentalmente Perú y Bolivia, pero también en Argentina y Colombia. La mayoría de sus fieles pertenecen a comunidades de esas naciones y tienen escasos recursos.

Entre los requisitos para promocionarse en esta secta está casarse con una virgen menor de 10 años y ese, posiblemente, fue el objetivo del raptor de la menor. Pero los delirios no acaban ahí.  Esta ‘Iglesia’, presuntamente cristiana, que también asegura ser católica, tiene su propio profeta y patriarca, el zapatero peruano Ezequiel Ataucusi, además de sus propios diez mandamientos, que están escondidos en Machu Pichu esperando que alguien los encuentre. Consideran que Jesucristo es Hijo de Dios y que Atacusi es su reencarnación, lo que le hace objeto de culto y un equivalente al Espíritu Santo.

La congregación de la Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal tuvo su origen en el pueblo de Piñaplas, en Junin, Perú. Así, este país es la nueva «nación escogida”.

En su doctrina se recoge que Dios es peruano, que el fin del mundo tendría lugar en el año 2000, a excepción de la selva amazónica y que Atacusi serái presidente del Gobierno –lo intentó en 1990- y que resucitaría al tercer día de su muerte. La secta fue acusada hace años de asesinatos, desapariciones y bigamia.

Ya detenido y encarcelado, Grover Morales Ortuño, imputado por secuestro, trata y tráfico y abuso sexual contra una niña marroquí de 9 años ha recibido en la cárcel de Bolivia las consecuencias de sus actos. El raptor de Nada fue “castigado” por los reclusos del penal que “no perdonan a quien viola a niños”. Le raparon la cabellera, lo amarraron a una cruz y lo maltrataron.

La investigación señala que el secuestrador, que tenía la intención de casarse con ella, trató a Nada como si fuera su mujer, la obligó a trabajar en explotaciones cocaleras y a fabricar y vender zumos en mercados locales. Además, al notar la presión policial, el detenido emprendió junto a la niña caminatas de varios días por la selva para ocultarse en poblados recónditos de muy difícil acceso.

La investigación policial disparó todas las alarmas cuando los agentes comprobaron que la intención del vecino era no regresar: había cancelado todas sus cuentas bancarias en España, había puesto su piso en alquiler, sólo había comprado billetes de ida y había vendido todo el material de su trabajo como albañil.

Además, los agentes comprobaron que el secuestrador había sido encarcelado en Bolivia por violación y que, en vez de ser musulmán -como les había dicho a los padres para ganarse su confianza-, era devoto de la Asociación Evangélica de la Misión israelí del Nuevo Pacto Universal.

En Bolivia, el secuestrador contó con la cobertura logística y económica de su madre -que ha sido detenida- y sometió a la chica a un «infierno», debido a la dureza de la selva en la época de lluvias, a su incomunicación -porque no entendía el quechua- y por su sometimiento, por lo que cuando fue liberada el pasado sábado rompió a llorar ante los agentes de la Guardia Civil.