Xl Semanal (España), Ixone Díaz, 27.09.2023

Todos hemos recurrido alguna vez a un libro de autoayuda para que nos guíe en los momentos oscuros de nuestra vida. Pero lo cierto es que muy pocos ponen esos consejos en práctica después de leerlos. Marianne Power, una periodista de 47 años, sí lo hizo. Te contamos lo que aprendió durante un año aplicando todos los mandamientos de los libros de ayuda.

La revelación le llegó una mañana de resaca. Marianne Power tenía treinta y tantos años, trabajaba como periodista freelance en medios británicos como el Daily Mail o The Telegraph, bebía demasiado, no tenía pareja estable y era incapaz de gestionar su dinero. Siempre había tenido libros de autoayuda en la mesilla, pero nunca había seguido sus consejos realmente.

El primer libro de autoayuda que leyó fue Aunque tenga miedo, hágalo igual de Susan Jeffers, cuando tenía 24 años, porque que se lo prestó una amiga. A pesar de que Powell no estaba muy convencida de leerlo por sus prejuicios hacia el género, reconoce que le encantó. De hecho, ese libro que trata de dejar de tener miedo de mover ficha en la vida, le impulsó a dejar un trabajo que detestaba y encontrar su primer empleo como periodista.

Hasta que no pasó la treintena y le invadió la inseguridad no se decidió a arreglarlo. ¿Su primer paso? Se propuso leer los clásicos del género y aplicarse el cuento. En concreto, doce: uno al mes durante todo un año. «Pensaba que, si hacia todo lo que me decían, mis problemas desaparecerían. Obviamente, eso no sucedió», explica. Después de plasmar su experiencia en su blog, escribió Help me!, un superventas traducido a 27 idiomas y que se editó en España de la mano de Grijalbo.

Aquel año, Marianne leyó libros como El secreto, El poder del ahora o Los siete hábitos de la gente altamente efectiva y se aplicó sus recetas subiéndose, por ejemplo, a un escenario y haciendo un monólogo cómico a pesar de su pavor por hablar en público. «Fue terrorífico, me sentí enferma antes de empezar. Pero supuso un momento de cambio real en mi vida. Me enseñó que podía hacer mucho más de lo que yo pensaba».

También posó desnuda para una clase llena de alumnos de arte, saltó en paracaídas, acudió a terapia de grupo y hasta se acercó a un desconocido para ligar en el metro. Y se sometió a una ‘terapia de rechazo’ que resultó reveladora. «Tuve fantásticas conversaciones con extraños y conseguí mi primera columna en un periódico porque me atreví a mandarle un e-mail al director. Me di cuenta que había sido yo la que me había rechazado a mí misma casi toda la vida», cuenta.

La selección de los títulos que escogió Marianne se basó en una mezcla de los diferentes ámbitos de la vida que le preocupaban: el dinero, las relaciones, el ‘mindfulness’… Aunque tenía claro cómo comenzaría: Aunque tenga miedo, hágalo igual, el primer libro de autoayuda que leyó y que, en cierta manera, era perfecto porque te obligaba a hacer cosas.

Eso sí, el proceso del año de lectura de los libros de autoayuda no fue positivamente progresivo. La escritora confiesa que tuvo momentos buenos y malos, pero que esto le permitió alcanzar una estabilidad donde se conoció a sí misma y lo más importante, se aceptó. Por supuesto, también hubo amagos de abandono e incluso en varias ocasiones se sintió ridícula porque no sabía muy bien lo que hacía.

Uno de los mandatos –aprendido durante el proceso– que aplica de forma constante es no comparar su vida con las imágenes de las redes sociales de los demás. Porque el resto de mortales hace exactamente lo mismo que ella: filtran sus publicaciones para salir siempre sonriendo, en lugares interesantes… Además, como no hay peor enemigo que uno mismo, desvela que le ayudó mucho hablarse a sí misma en el espejo y reírse de la «ridiculez» de sus autocríticas.

Aunque Marianne nunca ha sido precisamente escéptica, tiene ciertas reservas sobre la eficacia del género de autoayuda. «Me encanta que pueda empoderar e inspirar a la gente, pero si tu vida no mejora después de la lectura parece que es culpa tuya. Es injusto poner toda la presión en el individuo para cambiar cosas que forman parte de un problema social mucho más grande», argumenta.

Marianne, que admite que este tipo de libros están llenos de promesas imposibles, dice que su vida no cambió de la manera en la que ella quería: ser delgada, famosa, rica y tener un novio guapo. Pero, al terminar, se dio cuenta que podía ser mucho más feliz y hacer las paces con sus imperfecciones, incluso siguiendo sin saber gestionar su dinero y estando demasiado enganchada a Netflix. Por cierto, Sony ha comprado los derechos del libro para llevar su historia a la gran pantalla.