RACC 1 (España), Rosanna Carceller, 14.09.2023

¿Recuerdas el señor del Monopoly con monóculo? ¿Pondrías la mano en el fuego que viste, en directo y por televisión, el intento de golpe de estado de Tejero, la noche del 23 de febrero del 1981? ¿Estás convencido de haber escuchado la frase «Sudo Ellen, eres un pendón», en la versión catalana de Dallas? Pues atención, porque son recuerdos colectivos, que todo el mundo tiene clarísimos en su memoria pero que, en realidad, son falsos y nunca existieron.

Es lo que se denomina «efecto Mandela», un extraño fenómeno de la memoria colectiva que hace que se instauren supuestos recuerdos compartidos, pero que en realidad son falsos. “El efecto Mandela tiene que ver con la disonancia cognitiva y los sesgos de confirmación, sesgos en nuestra memoria porque buscamos completar o entender cosas que creemos recordar”, dice a Rac1.cat Miguel Perlado, psicólogo clínico y forense, coordinador del Grupo de Trabajo Derivas Sectarias del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña. La disonancia cognitiva hace referencia a la tensión o carencia de armonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones que percibe una persona, que tiene a la vez dos pensamientos que están en conflicto.

“Este fenómeno de recuerdos individuales o colectivos falsos nos muestra también que nuestra memoria es distorsionable, manipulable, y no fidedigna”, añade el especialista. “No todo lo que recordamos es cierto, puesto que está teñido de experiencias emocionales y colectivas”, dice Perlado. Por eso, según el psicólogo, “se tiene que ser muy cuidadoso, especialmente ante ciertas terapias que aseguran desbloquear recuerdos traumáticos, en las que se estimula la rememoración de hechos de hace muchos años sin el cuidado necesario, y en donde se corre el riesgo de inyectar falsos recuerdos en el paciente (como traumas de supuestos abusos sexuales, por ejemplo)”.

Los motivos por los cuales nuestra memoria nos juega estas malas pasadas pueden ser diversos, y se han intentado dar diversas explicaciones, “incluso esotéricas, que no son ciertas”, según Perlado.

Algunos intentos de explicar el efecto

En primer lugar, el efecto Mandela se explicaría por cómo funciona nuestra mente. “Nos guiamos por una economía de pensamiento, simplificamos la realidad para ajustarla a nuestros estereotipos y puntos de vista, la vida es compleja y tendemos simplificarla”.

Un segundo nivel de análisis sería “que la memoria tiene un importante componente emocional, no es tan solo episódica, de manera que las emociones pueden modificar la experiencia y los recuerdos”.

En tercer lugar, se puede explicar este efecto porque “hay contextos de relación que también pueden hacer variar nuestros recuerdos. Por ejemplo, como comenta el especialista, en los contextos sectarios se promueven prácticas de grupo tendentes a avivar recuerdos muy tempranos de manera salvaje, lo que deriva en la inoculación de falsos recuerdos, y ésto termina por tener un efecto sobre la persona, ya que se modifican los vínculos y la percepción de la propia persona”.

Nelson Mandela no murió en la prisión

El primer ejemplo del fenómeno es el que le da nombre y tiene que ver con el expresidente sudafricano Nelson Mandela. Cuando Mandela murió el 2013, muchas personas pensaron que ya había muerto muchos años antes, en la década de los ochenta, en la prisión. Extrañamente, se había creado un recuerdo colectivo que no tenía nada que ver con la realidad.

No, nadie dijo «Sudo Ellen, eres un pendón»

Nadie nunca pronunció la frase «Sudo Ellen, eres un pendón» en la versión en catalán de la serie Dallas. Todo el mundo recuerda estas palabras en boca de J. R., cuando en realidad, en la escena en cuestión, era Jock Ewing el que decía: «Tu marido se está muriendo y tú haciendo el pendón, ¡ve a saber por dónde!».

El señor del Monopoly no lleva monóculo

Si preguntas a alguien de tu alrededor si el señor del juego del Monopoly llevaba o no llevaba monóculo, la respuesta casi seguro que es afirmativa. Es la imagen que todo el mundo se ha hecho en el jefe del logotipo de este juego de mesa. En cambio, el señor de la imagen nunca ha llevado monóculo, solo sombrero de copa y un bastón en la mano, además de su clásico bigote blanco.

Nadie dijo «Vuélvela a tocar, Sam», en ninguna de las versiones de la película

De la película Casablanca, todo el mundo recuerda «Vuélvela a tocar, Sam». Pues bien, en realidad no dice esto, sino simplemente, «Tócala, Sam». Y es así en todas las versiones de la película.

No viste por televisión el intento de golpe de estado del 23-F

Muchas personas tienen un recuerdo nítido de la noche del 23-F: afirman que lo estaban viendo por televisión, en directo. Es imposible porque el intento de golpe de estado se retransmitió solo por radio. Seguramente las imágenes posteriores que hemos visto han hecho que nos imaginemos que lo estábamos presenciando en directo por televisión mientras pasaba.