El Día de Tenerife (España), Abel Cobos, 22.05.2023

Hasta hace poco, el horóscopo era ese contenido de dudosa calidad que llenaba revistas de información banal, páginas ociosas hacia el final del diario y programas decadentes a altas horas de la madrugada. Ahora es todo lo contrario: fuente de memes virales, inspiración para ensayos y novelas, tema que vertebra ‘apps’ que mueven millones de personas, sujeto de conversación en programas de alta cultura y hasta una herramienta válida de filtraje en páginas de ligoteo. Bienvenidos al ‘boom’ astrológico.

Que haya pasado de ser una rama que, aunque extendida, tenía un recorrido limitado (especialmente en cuanto al prestigio, ya que se consideraba algo en los márgenes de la intelectualidad), y se haya convertido en un campo dentro de lo ‘cool’ y de lo aceptable en las élites intelectuales de las generaciones Z y ‘millennial’, es sujeto de reflexión para muchas personas, la mayoría de las cuales lo achacan al contexto actual.

Teorías tras el auge

La autora sueca Liv Strömquist explora en su libro ‘Astrología Liviana’ diversas teorías que puedan responder al por qué de este despertar de los astros en las generaciones digitales. Algunas de sus hipótesis más interesantes son las que relacionan la astrología con la sociedad neoliberal, obsesionada con el yo. “No hace falta ser Einstein para darse cuenta de que vivimos en unos tiempos en los cuales hay una presión/atención increíble sobre el propio ‘yo’ y ‘la propia identidad’. ¿La astrología parece divertida porque ofrece una posibilidad más de obsesionarnos alrededor nuestro y deleitarnos con nosotros mismos?”, se plantea, en tono jocoso.

Así pues, la astrología no despertaría interés por sí misma, sino que se usaría para aprovisionarse de metralla narcisista. Menciona otros ejemplos para demostrarlo (y reírse de ello), como el test de las 16 personalidades del Myers-Briggs, o el de las 8 personalidades de Jung, o el de los cuerpos ayurvédicos, e incluso hasta el de qué temperamento soy según la teoría de los humores (sí, existen test de Buzzfeed para saberlo). Todos tienen el mismo objetivo: profundizar en quién somos, y comunicarlo a los demás.

Incertidumbre

Lo podemos comprobar echando un ojo a Tinder, donde está habilitada la opción para poner no solo tu horóscopo, sino también tu personalidad según Myers-Briggs. O en Buzzfeed, que después de un test sale automáticamente la opción para compartirlo en redes, y así hablar con tus seguidores sobre quién y cómo eres. Incluso en Twitter, donde cada semana aparecen nuevas formas de hablar de ti y de qué te gusta, como el ‘challenge’ de poner cuatro colores que reflejen tu personalidad. O el de qué Pokémons reflejan tu forma de ser. O qué canciones describen tu vida. Y un largo etcétera de posibilidades para hacer que tu presencia digital orbite a través de conversaciones sobre el yo.

Otra de las teorías con las que juega Strömquist en su libro es la del sociólogo Aris Komporozos-Athanasiou. Afirma que vivimos en la época de la incertidumbre y que cada vez nuestra vida está más afectada por la especulación, “desde escoger pareja hasta elegir gobierno”, así que todas nuestras decisiones están basadas en diversificar los riesgos. Sí, como quien invierte en varios fondos a ver cuál resulta rentable (y, como ejemplifica el libro, como el que habla con tres personas a la vez en Tinder a ver cuál funciona).

Contra la ansiedad 

En este sentido, la teoría del sociólogo es que, en este panorama incierto y con riesgos, la astrología no da respuestas claras, sino que brinda explicaciones inciertas con las que podemos justificar tomas de decisiones arbitrarias. Volviendo al ejemplo de Tinder, según Strömquist, escoger a alguien porque tiene Venus en Cáncer “es una forma de imitar la toma de riesgos y la forma incierta de conocer a una pareja aleatoria y guiadas por algoritmos”. Es decir, en una situación de gran incertidumbre (“como es citarse con extraños en línea”), apostar por la astrología es regirte por unos códigos reconocibles y así tener tus propias reglas para, en este mercado de la especulación, saber dónde invertir y dónde no.

También cita al filósofo Theodor Adorno, que relaciona la astrología con una estrategia para contener la ansiedad, ya que da una falsa sensación de control. “Oh, si esto me fue mal es porque estaba en mercurio retrógrado”, puede pensar un adepto a los astros para justificar una mala racha. Sin embargo, para Adorno este hecho es una mala gestión de la ansiedad, ya que de la misma forma que la astrología te da una frágil sensación de seguridad (por ejemplo, saber que tus suegros no son signos de tierra te puede tranquilizar con que no habrá broncas), también puede sugestionarte en que algo irá mal, como por ejemplo que tú eres fuego y tu pareja agua, con lo cual estáis destinados al fracaso, algo que puede acabar transformándose en un comportamiento obsesivo y hasta en una profecía autocumplida.

Estigma femenino

Adorno es uno de los muchos críticos con la astrología, al considerarla una mala herramienta para gestionar la introspección. Pero, como señalan muchas ‘influencers’ de este campo, también hay mucho estigma a su alrededor debido a que está feminizada. “El 80% de mis ‘followers’ son mujeres, según datos de la propia ‘app’. Es una realidad”, apunta Charas Vega, autora de ‘Me lo han dicho los astros’ y el rostro tras la cuenta Charcastrology, la cual, con 83,6k seguidores en Instagram, es una de las más reconocidas en el panorama astrológico español.

Esta feminización del horóscopo “viene porque tradicionalmente estaban en revistas femeninas”, mientras que la masculinidad imperante se desentendía “con cualquier práctica de entender emociones y hacer retrospección”, apunta. Así, se creó un prejuicio hacia la lectura del cosmos con una gran carga machista.

Cultura ‘hippie’

Añade otro mensaje, esta vez para los que creen que es una tendencia joven que se pasará rápido y sin demasiado que aportar. El horóscopo, “como cualquier otra moda”, ha tenido picos y ahora ha vuelto con fuerza. Señala hacia los años 70 como otro ‘boom’ de la astrología. En ese caso, debido a que permitía llenar el hueco casi paradójico que dejó la pérdida de adeptos del catolicismo mientras eclosionaba la cultura de lo ‘hippie’ y las nuevas espiritualidades. “No es algo nuestro [de la generación ‘millennial’ y Z]”, matiza. Al fin y al cabo, los estudios astrológicos más antiguos están datados más allá de la Biblia.

Strömquist también tiene su propia nota a los ‘haters’ del horóscopo, incluido Adorno, del cual se ríe, recordando que su carta astral lo posiciona como una persona sumamente aburrida. Y recuerda que la astrología no tiene por qué tomarse literal y que, para muchos, es solo un juego con el que pasar un buen rato. Como concluye Charas, “los memes astrológicos son divertidos”, sin más pretensiones.