El Periódico (España), Juan Fernández, 16.01.2022

Internet se ha erigido en la principal base de operaciones de la brujería y ha dado alas a un negocio millonario en el que el culto a lo esotérico convive con la ciberdelincuencia y la adicción al chamanismo. La falta de regulación del sector alimenta todo tipo de fraudes.

Conocer anticipadamente los designios del destino forma parte de las pulsiones más primitivas del ser humano. Así era en las cavernas y en la Antigua Roma, y así sigue siendo en este siglo XXI tecnológico y monitorizado en el que ningún modelo de previsión digital supo anticipar hace dos años la pandemia que nos venía encima por más que todos hubiéramos agradecido saberlo. Hoy los líderes no toman decisiones tras desentrañar los augurios que esconden los vientres de las aves como hacían los césares, pero la curiosidad por saber qué nos depara el futuro y la tentación de manipular esa profecía a nuestro favor, aunque sea con el concurso de un conjuro, continúa figurando entre las motivaciones más básicas de la conducta humana.

También sigue siendo el motor que impulsa un lucrativo y millonario negocio, el de los adivinadores, médiums y chamanes, que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos para satisfacer la demanda de certezas y magia que late en la población. Hoy los hechiceros de la tribu no atienden en cuevas remotas, sino que lo hacen a través del móvil, y no necesitan susurrar al oído sus sortilegios, sino que les basta con emitirlos por Whatsapp, SMS o videollamada.

Tampoco precisan aparecer en las secciones de anuncios de los periódicos para darse a conocer como hacían en el pasado, pues las redes sociales y los buscadores de internet ya se encargan de surtirlos sobradamente de clientela. La red es actualmente la principal base de operaciones de la brujería. Es el consultorio de cabecera de quienes ansían saber qué va a ser de sus vidas el día de mañana o pretenden lograr sus objetivos con ayuda del ocultismo, y también el escaparate ideal para brindar sin límites ni control este tipo de servicios. De hecho, la web está inundada de páginas y plataformas de videntes, tarotistas y hechiceros de variado pelaje que prometen resolver cualquier inquietud que pueda asaltar a un individuo y satisfacer todas sus necesidades.

De la televidencia a la brujería ‘techie’

Y más allá de ellas. De la astrología a la cartomancia y de la numerología a la clarividencia, el menú de técnicas y soluciones esotéricas que se expende hoy en día en la red sirve tanto para adivinar el futuro como para quitar el mal de ojo, encontrar trabajo, conseguir que se disparen las ventas o recuperar a la pareja despechada, siempre previo pago de la consulta a través de Paypal, Bizum, transferencia bancaria o llamada a un teléfono de tarificación especial. Heredera de los canales de televidencia que alcanzaron su cénit tras la llegada de la TDT, la brujería online, constituye actualmente una próspera industria que ha disparado la oferta de servicios esotéricos hasta extremos nunca vistos y ha conseguido acercarla a la población hasta colarla en el teléfono móvil que llevamos en el bolsillo.

En ese variopinto ecosistema conviven especialistas del esoterismo de toda catadura y condición, y no todos reconocen sentirse cómodos con la atención que a veces se presta a los usuarios en este tipo de plataformas digitales. «Internet ha salvado a un sector que no tenía solución de continuidad con el formato anterior, pero también ha sido un coladero para los ciberdelincuentes y estafadores que perjudican tanto a los consultantes como a los profesionales», apunta Carmen Romero, responsable de relaciones externas del portal de tarotistas Suerteya, quien señala las situaciones de robo de datos bancarios, cobros desorbitados e injerencias de falsos profesionales que en ocasiones se dan al amparo difícilmente controlable de los negocios online. «El tarotista profesional es vocacional y tiene ética y moral, su misión es ayudar a la persona que consulta, no estafarle, pero esas malas praxis acaban generando desconfianza hacia todos», reconoce.

Más allá de las dudas o la fe que despierte lo esotérico, los recelos hacia ese mundo se ven alimentados por historias como la de Pepita Villalonga, una habitual de los canales de televidencia que acaba de ser condenada por la Audiencia de Barcelona a dos años y medio de prisión por haber estafado a una clienta, a la que extorsionó durante varios meses aprovechándose de su fragilidad emocional. O la de la madre y la hija de Benicarló (Castellón) que fueron detenidas la pasada primavera tras forzar a una vecina de Barcelona a pagarles 52.000 euros en concepto de servicios de cartomancia y asesoría para realizar conjuros. La contactaron en una línea telefónica 806, donde se hacían pasar por tarotistas.

No denunciar por vergüenza

«Pero luego están los casos que no se publican y los que ni siquiera llegan al juzgado por la vergüenza que sienten las víctimas a que se sepa que han sido timadas por una bruja de medio pelo», advierte Alberto Mondragón, impulsor del portal Denuncioestafa, donde se hace eco de los fraudes que padecen los usuarios de todo tipo de servicios, entre los que el ocultismo online constituye una fuente inagotable de historias sonrojantes. «Tenemos identificadas 2.000 páginas webs que se dedican a engañar a la gente ofreciéndoles falsos servicios de magia y videncia», asegura el experto, que añade: «Lo grave no es eso, sino casos como los de Rocío y Jesús, una pareja de Sevilla que me contactó tras gastarse 70.000 euros en una vidente de Conil, en Cádiz, e incluso llegaron a mudarse a vivir a su casa para que les hiciera rituales a diario. O el de María, una profesora de Madrid que acabó dedicándose a la prostitución para pagar los servicios del Maestro Ignacio, un brujo que le había hecho un amarre de amor para que recuperara a un viejo novio. Esa gentuza se aprovecha de la debilidad de las personas».

La web de Mondragón no recopila los testimonios de quienes acudieron a un adivinador o un hechicero on line y sí encontraron orientación o consuelo en lo que les contaron. «El tarot ayuda a muchísima gente, eso es un hecho. Hasta la Policía acude a veces a nosotros para resolver sus casos», recuerda Carmen Romero.

El parteaguas de este debate, según el psicólogo Miguel Perlado, se sitúa en la relación que el usuario mantiene con su vidente. «Creer en el esoterismo no es un problema. Acudir a un vidente puntualmente, tampoco. El problema
lo tenemos cuando la persona es incapaz de tomar una decisión sin consultarla antes con su vidente. Cuando hay dependencia y adicción, hay peligro, y es más fácil que se den esas situaciones en momentos de crisis como el actual, en el que la gente está emocionalmente más frágil y, además, tiene el acceso a esos servicios tan al alcance de la mano», explica el coordinador del grupo de trabajo de derivas sectarias del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña.

La cuestión es si la brujería online, tal como está diseñada, fomenta, o no, esa dependencia. Macarena Herrera es una tarotista profesional que atiende en persona en su casa de Gavá (Barcelona), situada en medio del bosque, aunque también ofrece consultas por videollamada. Antes de «huir a la montaña», trabajó en Barcelona para varios canales de televidencia y empresas de esoterismo. Cuenta que dejó aquella vida por el estrés al que se veía sometida, pero en su decisión también influyó la visión «industrial, orientada únicamente a ganar dinero» que tenían en esas empresas acerca su trabajo.

Intrigas y enganche

«A ellos solo les preocupaba que estuviera con los consultantes el mayor tiempo posible para facturar más minutos. Me pedían que les dijera algo intrigante cuando fueran a colgar y así incitarles a llamar al día siguiente. Para mí el tarot es un servicio que ayuda a las personas, pero allí solo buscaban que engancháramos al cliente aprovechándonos de su ignorancia espiritual», dice sobre una experiencia laboral que mantuvo durante varios años porque era joven y necesitaba dinero, pero en la que nunca se sintió feliz. «No es cómodo saber que el mismo empresario que me contrataba, a la vez, explotaba varias páginas web dedicadas al juego online y el porno.

Todo era lo mismo, se trataba de vivir de la adicción y la debilidad de la gente», señala. Resulta imposible saber cuántos videntes y chamanes ejercen hoy en España, ya que esta labor no figura bajo ningún epígrafe profesional ni existe registro alguno de trabajadores o empresarios dedicados a la brujería. Solo la Ley General de Comunicación Audiovisual identifica como «servicios de ocio» los que ofrecen los canales de televidencia. «Pero eso es un engaño por definición, porque quien llama a esos números de teléfono no lo hace por ocio, sino que está apurado y busca ayuda», distingue Rubén Sánchez, portavoz de la asociación de consumidores Facua. En su opinión, esta actividad se desarrolla en un difuso territorio fuera de los márgenes de la legalidad. «Como mínimo, debería estar restringida su publicidad», propone.

En 2017, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) multó con 270.000 euros al canal TarotVisión por emitir en horario de especial protección al menor. Aunque su presencia en la TDT no es tan masiva como en el pasado, hoy sigue habiendo emisoras locales ofreciendo consultas de tarot las 24 horas del día. Pero no hace falta encender la tele para verlas: en sus páginas web se puede seguir la misma emisión fuera del control de la CNMC o de cualquier organismo público. No es casual: conocer el futuro sigue siendo una pulsión que mueve mucho dinero.

De horóscopos caninos a amarres de amor con orina
Una vuelta por las webs y plataformas que ofrecen servicios online de videncia y chamanismo permite concluir que la clásica tríada ‘salud, dinero y amor’ resiste en el podio de las preocupaciones humanas, aunque los métodos que muchos de estos portales proponen para abordarlas son, más que novedosos, un prodigioso ejercicio de creatividad
esotérica. La magia, aparte de misteriosa, puede acabar resultando muy entretenida.

El amor es, sin duda, la mina que explotan con más determinación los brujos digitales. No hay
página ni portal de adivinación o hechicería que no tenga su correspondiente apartado dedicado a
tratar en exclusiva las cosas del querer, con asistentes especializados en la materia –sobre todo asistentas: nueve de cada diez «profesionales de la adivinación» que se anuncian en estas páginas son mujeres– y soluciones muy variopintas que van desde los sortilegios «para volverse irresistible con ayuda del vudú Condomblé» que ofrecen en la web de la bruja Alicia Collado, a los «baños y rituales de amor y atracción» que promete detallar el mago Joseph a quien marque los números de su teléfono 806. En la página de Orula Tarot presumen de conocer artimañas infalibles para alejar a los ex y librarnos de los celos despechados.

Pero si hay una condición afectiva de la que el esoterismo online saca petróleo es la del desamor.

«Amarre» de apego con orina

Para este hechizo basta con una foto del amado (ojo, sin gorra ni gafas de sol) bañada en un frasco con la primera orina de la mañana, como la que te encarga el urólogo. Se deja el tarro bajo la luz de la Luna y lanzas un conjuro («ahora eres mío…»). Al día siguiente, se tira el mejunje por el wáter y, zas, el amor viene.

El lenguaje de los números

Siguiendo la estela de Pitágoras, que en el 530 aC. habló de la «vibración numérica» de los planetas y de su influjo, la numerología explota la veta de esas ‘frecuencias’ sobre el consultante. Con una operación simple (número del día de nacimiento + número del mes + año, reducida la cifra a dos dígitos y esta, a una), te aclaran tu barullo mental.

La magia se brinda como la herramienta perfecta para ahuyentar las rupturas amorosas y que solo sepamos de ellas cuando miremos las revistas del corazón, pero nunca cuando buceamos en el nuestro.

Auténtico zoco

En la red hacen furor los «amarres de amor», paradójico concepto que no por inquietante –imposible no evocar la imagen del amante sujeto con bridas– tiene menos predicamento. «A través de la magia blanca podemos hacer que la persona que amas vuelva a tu lado», avisan en la página Almas Gemelas. Son muchos los chamanes que se ofrecen para hacer «el amarre perfecto que nunca se suelta», pero si hay una especialista en la materia, esa es la vidente Manuela Prado, que asegura saber hacerlos con velas, miel, ropa interior, sapos, palomas y hasta con orina. La explicación de este último sistema de encantamiento amoroso la acompaña con una foto de varios vasos transparentes llenos de líquido amarillo sobre una paleta de pintor, para que no queden dudas del objeto del conjuro.

La magia está en todos lados, solo hace falta saber verla. La pitonisa Gloria asegura leer el futuro en los posos del café; el vidente Amaranto lo consigue mirando fotos familiares, y la bruja Vieira Ramos utiliza la técnica de la numerología: «Esta maga te conectará con tu número mágico y te ofrecerá, a través de este, las espectaculares revelaciones que el universo te hace», avisa en su web.

En el zoco esotérico de internet hay soluciones para todas las situaciones. Carlota, la vidente tarotista, desciende a las miserias de la cotidianidad y plantea: «¿Te levantas por la mañana sin ganas de empezar el día, estás agotada, te sientes desganada y sin fuerzas? Llámame, mi don te dará las fuerzas que necesitas». La hechizera Rafaela Vílchez, por su parte, ofrece ritos para «aclarar las ideas, evitar los accidentes de tráfico, quitar la negatividad, curar los dolores de piernas y lograr que los hombres estén por ti». Con un servicio casi 360º, a esta ocultista no se le escapa ni la mascota y en su menú de atenciones ofrece también el de «horóscopo perruno». Todo es susceptible de ser objeto de consulta con una bruja online.

Charlar con los muertos

Aquí entra en juego el ‘médium’, intermediario entre los vivos y los muertos. Aunque la edad de oro del espiritismo moderno abarca el periodo entre 1857 –año en que Allan Kardec publicó ‘El libro de los espíritus’– hasta la Segunda Guerra Mundial, siempre fue un filón y lo sigue siendo.

Vudú y candomblé

De matriz africana y extendido en Brasil, es un ritual de magia blanca que se vende como una bomba esotérica para recuperar a los ‘ex’ y contra la mala suerte persistente. Hace falta un muñeco, ay, para reforzar el encantamiento. Si el operativo no se hace bien, advierten, las consecuencias pueden ser fatales.

Las 7 Potencias Africanas

Importada por los africanos llevados como esclavos al Caribe, la invocación de los ‘orishas’ –Eshu Elegbara, Ogun, Obatala, Yemaya, Oshun, Shango y Oya– despejan las nubes de tu vida.