Mujer Hoy (España), Silvia Vivas, 18.08.2021

Está siendo un año durísimo para la mujer del príncipe Alberto de Mónaco, la princesa Charlène. Desde el principado no cesan los rumores de divorcio o de una nueva paternidad del príncipe fuera del matrimonio. En Sudáfrica, Charlène recibe críticas en sus propias redes sociales por su marcha forzosa del principado y el hecho de no estar con sus hijos. Y la situación no parece que vaya a mejorar en breve. El viernes pasado la princesa tuvo que someterse a una nueva intervención quirúrgica para solucionar el problema de salud que la mantiene retenida en Sudáfrica desde hace meses… y podría no ser la última. No es extraño que en situaciones como esta la cuñada de Carolina de Mónaco haya decidido reforzar su círculo íntimo de confianza sudafricano: su propia familia… y su «bruja» de confianza, la numeróloga Dawn Earl.

La princesa Charlène y su numeróloga, una relación extraña

Por todos es conocido que los inicios de la actual princesa consorte de Mónaco en el Principado no fueron sencillos. Ella misma definió el hogar de Alberto de Mónaco a una amiga íntima como «un pueblo de tiburones y víboras». El no estar en su ambiente natural y no saber en quién confiar propició la alianza más extraña posible: la de la princesa con una «bruja» profesional.

La numeróloga escogida por Charlène como asesora de confianza es un personaje un tanto oscuro. Se llama Dawn Earl, y según el Paris Match, antes de escalar posiciones como confidente y asesora de la princesa de Mónaco fue la superviviente de un oscuro culto/secta en Australia basado en la numerología. Así lo explicó el periodista Stéphane Bern en la publicación francesa tras afirmar, además, que a estas alturas «Charlène de Mónaco no toma la más mínima decisión sin el consejo de su adivina».

Desde 2017 el nombre de la adivina y la princesa parecen ir de la mano. Hasta ese momento Charlène había lidiado como podía con un principado que se burlaba de su limitado francés , una familia política que la había recibido con nula calidez por no ser suficientemente glamourosa para representar al Principado, una corte que no entendía ni su mentalidad ni su sentido del humor, una prensa que la atacaba a diario por no ser Grace Kelly… Tras el nacimiento de los gemelos que aseguraban el relevo al trono Charlène esperaba que los ataques cesaran, pero no fue así.

En esas circunstancias Dawn Earl llegó a la vida de la princesa y se convirtió en la brújula que necesitaba para «hacer limpieza». De la noche a la mañana la adivina que relaciona números con energías cósmicas se convirtió en la asesora personal de la princesa y juntas se dedicaron en hacer una «purga» de su círculo de confianza monegasco: siguiendo sus consejos Charlène eliminó de su lista de allegados a personalidades de la alta sociedad de Mónaco por supuestamente formar parte de los «tiburones y víboras» que la acechan.

Tras la purga de nombres llegaron los consejos sobre a qué citas acudir y a cuáles no y, como apunta el portal Vanitatis, la bruja se convirtió en imprescindible en la toma de decisiones de la princesa y hasta la acompañó en viajes oficiales de la casa monegasca al extranjero en calidad de asesora.

Como cuando a Madonna le dio con la Cábala y a Diana de Gales con la astrología, parece que la princesa de Mónaco también ha caído víctima del pensamiento mágico para orientarla en algunos aspectos de su vida. Lo malo es que ha escogido para esa orientación a una persona que parece un fantasma: todo el mundo sabe que existe pero no hay ni una sola foto suya ni ningún monegasco se atreve a hablar sobre el tema, lo único que tienen claro es que si Charlène está en Sudáfrica, su bruja también.