Materia21 (España), Patricia Fernández de Lis, 16.08.2012
Sanal Edamaruku está muy lejos de casa. Algo más de 7.999 kilómetros separan la residencia de los amigos que le acogen en Finlandia de su hogar en Nueva Delhi. Pero no tiene dudas de que pronto va a volver, incluso aunque se enfrente a la posibilidad de acabar en la cárcel por haber destapado que un milagro era, en realidad, un simple problema de fontanería.
Sanal Edamaruku (1955, Kerala, India) ha escrito 25 libros y centenares de artículos, y ha recorrido su país tratando de desmitificar los supuestos poderes sobrenaturales de faquires y santones, aldea por aldea, un trabajo que después fue recogido en el documental Cazadores de gurús. También retó a un conocido faquir (abajo) a que le matara en directo en un programa de televisión. Cuando no lo consiguió, el mago aseguró que a Edamaruku debía de protegerle un poderoso dios. “Soy ateo”, se limitó a responder.
Sobre Edamaruku pesa una orden de arresto en su país por haber cometido un delito de blasfemia, tras demostrar que un crucifijo venerado por la jerarquía católica india porque de sus pies brotan chorros de “agua bendita” no es el producto de un milagro, sino de una mala obra de ingeniería: cerca de la iglesia hay un desagüe con fugas de líquido. A pesar de ello, Edamaruku va a volver a la India. “Mi trabajo está allí. Tengo una misión muy importante que cumplir”, explica a MATERIA desde Finlandia.
Sanal Edamaruku es uno de los más conocidos racionalistas del mundo. Lleva luchando contra la pseudociencia y la superstición en su país desde que tenía 15 años, y preside la organización Rationalist International. Pero sus auténticos problemas empezaron cuando decidió desafiar a la iglesia católica. El pasado mes de marzo, fue invitado por una cadena de televisión a investigar un supuesto milagro que cada vez se estaba haciendo más popular. En la iglesia de Nuestra Señora de Velankanni, cerca de Bombay, había comenzado a brotar agua de los pies de un crucifijo, lo que había atraído a miles de personas, deseosas de beber y recolectar el “agua bendita” de la iglesia, que se autodenomina “la Lourdes del Este”.
Edamaruku tardó unas horas en explicar en televisión el origen del goteante milagro: había un tubo de drenaje cerca de un cuarto de lavado, y el agua se estaba filtrando debido a la capilaridad.
La iglesia no se tomó demasiado bien el reportaje. El obispo auxiliar de Bombay, Agnelo Rufino Gracias, pidió a Edamaruku que se disculpara por “herir” a la comunidad católica, y al menos tres asociaciones católicas locales denunciaron al experto ante la policía local. Su delito: “Herir deliberadamente sentimientos religiosos y planear actos maliciosos para ultrajar sentimientos religiosos de cualquier clase o comunidad”, una ofensa castigada con prisión según la Sección 295(a) del Código Penal indio.
El pasado 3 de julio, las autoridades de Nueva Delhi se presentaron en casa del experto para arrestarle, pero él estaba ya viajando a Finlandia. “Este viaje estaba planeado con anterioridad”, explica. “Con suerte, no estaba en casa. Si no, ahora estaría en prisión”.
La comunidad internacional se ha movilizado para defender el caso del racionalista indio. Una petición en la web change.org ha recogido más de 10.000 firmas para reclamar a la Archidiócesis de Bombay que retire su denuncia, y otros reconocidos racionalistas, como James Randi, han denunciado la situación. El principal objetivo de estas acciones es acabar con una ley que “puede ser invocada por cualquiera que denuncie que sus sentimientos religiosos han resultados heridos”, explica Edamaruku, y que permite que la policía “arreste a cualquier sospechoso sin una orden y pueda mantenerlo en prisión el tiempo que quiera”.
Edamaruku explica que en su caso, además, la denuncia choca frontalmente con la Constitución india, que obliga a los ciudadanos a desarrollar un “espíritu científico y humanista, y de investigación y reforma”. “En realidad, denunciado el crucifijo goteante yo hice precisamente eso. Una ley que permite que los ciudadanos sean criminalizados por cumplir su deber constitucional debería ser abolida”, dice el racionalista.
“Una ley que permite que los ciudadanos sean criminalizados por cumplir su deber constitucional debería ser abolida”.
Edamaruku reconoce que “queda mucho camino hasta que India llegue al siglo XXI”, pero es optimista. Cree que la televisión e internet han aumentado “drásticamente” el alcance de sus denuncias y ha supuesto “una revolución silenciosa” en su país. “La superstición es contagiosa. Pero resulta que la inmunización del racionalismo funciona. Con los años, se ha abierto un camino hacia la razón y la tolerancia”.
El racionalista está ahora preparando su defensa para cuando vuelva a su país. Apunta al arzobispo de Bombay como responsable de su caso, y también, directamente, al Vaticano, “una organización internacional muy poderosa con una gran ambición para conquistar la India. En este contexto, mi denuncia no es solo muy embarazosa, si no que amenaza esas ambiciones”. La declaración Ecclesia in Asia, promulgada por el papa Juan Pablo II en 1999, asegura que el objetivo del catolicismo en el tercer milenio debe ser “plantar la cruz” en suelo asiático, como hizo en Europa en el primero, y en África en el segundo.
Edamaruku no duda al responder “sí” a la pregunta de si volvería a denunciar el engaño que se esconde tras un milagro, incluso sabiendo que podría ir a la cárcel por ofender “sentimientos religiosos”. “Llevo más de 30 años haciendo lo que hago, y no tengo intención de parar. Usaré cada oportunidad que tenga para desmontar una actividad paranormal, y para que la gente entienda la ciencia que hay detrás de cada supuesto milagro. Y no hay diferencia entre que ese milagro lo reclame el hinduismo, el islam o la cristiandad”.