LM Neuquén (Argentina), Camilo de Cabo, 26.06.2021

Hace mucho, mucho tiempo, 2021 años para ser precisos, Dios tuvo un hijo en la Tierra. Ese hijo, que vivió hasta la edad de 33 y murió crucificado, llevaba por nombre Yeshua, uno muy común entre el pueblo judío de aquella época, en cuyo seno había nacido. Con el tiempo, y producto de las traducciones del mismo a otras lenguas y alfabetos, Yeshua pasó a ser llamado Jesús. Pero el Jesús que todos conocemos al día de hoy no fue, es ni será Yeshua. No. El Jesús al que millones de cristianos aún adoran es un impostor. Y uno de proporciones bíblicas. ¿Quién fue, quién es, aquel hombre conocido como Jesucristo? Ni un hombre ni, mucho menos, el hijo de Dios. La verdad, oculta durante milenios, es que el Jesucristo que pusieron para que el mundo venerara fue un alienígena descendiente del mismísimo Diablo. Uno capaz de cambiar su verdadera forma reptiliana a una humana para así pasar desapercibido y dominar el planeta desde las sombras.

O al menos eso es lo que predicaba la líder de un culto nacido y desarrollado en Internet que llevó a una persona a la cárcel y a otras dos a la tumba. Una mujer estadounidense llamada Sherry Shriner.

Sherry Coberly nació el 11 de diciembre de 1965 en Carrollton, Ohio. Criada por una familia cristiana devota, Dios fue el eje central de su vida desde su más temprana infancia. Al igual que sus padres y hermanos, Sherry dedicaba gran parte de su tiempo a la religión, leyendo, interpretando y discutiendo la Biblia. Pero ella era distinta a sus familiares. Ella era especial.

Según contó mucho tiempo después, el propio Dios la eligió como una de sus principales laderas en la Tierra, sino la mayor. Y como tal le había encomendado una misión: combatir en su nombre a las fuerzas malignas de Satán. Pero ese mandato venía acompañado de un constante peligro que, supo desde ese momento, la acecharía hasta el fin de sus días.

«Una figura se paraba al pie de mi cama y me miraba fijamente mientras intentaba dormir. El miedo y el terror absoluto se apoderaban de cada músculo y hueso que tenía. Medía al menos siete pies de altura, era oscuro y malvado. Yo me metía bajo las sábanas y rezaba para que desapareciera. No sabía lo que era ni lo que quería, más allá de saber que era un ser maligno que venía directamente del infierno”, escribió en “Códigos de la Biblia revelados: la invasión OVNI que se avecina”, uno de sus tantos libros autopublicados. Fue recién hasta entrada su adolescencia cuando tuvo una revelación: esta figura que la acechaba por las noches era uno de los tantos demonios que le envió el Diablo a lo largo de su vida para matarla. Una de las tantas amenazas ante las cuales no pereció, gracias a la protección, también constante, que le brindaba el Altísimo.

Quizás fue por todo esto, y por todas las verdades ocultas que descubrió con el correr del tiempo, que la doctrina bautista con la que fue educada no le cerraba del todo. Sin embargo, se guardó sus críticas y opiniones personales para sí hasta la adultez. Después de un exitoso aunque longevo paso por dos universidades, la Liberty University de Virginia y la Kent State University de Ohio, Sherry obtuvo títulos en periodismo, ciencias políticas y justicia penal. E intentó llevar a cabo su máximo sueño: convertirse en una reportera televisiva. Se mudó a Washington DC y aplicó para un puesto en la CNN, la cadena de noticias de sus sueños. Pero al no conseguir el trabajo, ni ningún otro similar en ningún otro canal o emisora por falta de experiencia laboral, tomó la decisión de volver a su Carrollton natal. Es a partir de ese momento, cuando contrae matrimonio, se convierte en madre y, fundamentalmente, retoma sus propios y particulares estudios bíblicos, que Sherry adopta el apellido Shriner de su marido y comienza a dar a conocer al mundo su mensaje. Ya no necesitaba ningún medio de comunicación tradicional para poder hacerlo. Con esa maravillosa herramienta llamada Internet le bastaba y le sobraba.

“Tenía mi vida planeada. Tenía metas, cosas que quería hacer, carreras que quería tener. Pero lo que tuve que hacer fue renunciar a todos mis deseos y sueños. Renuncié a todo por Él, porque me di cuenta que para ser parte de Él tenemos que renunciar a este mundo. Aprendí que estoy acá para Él en estos últimos días”, contó alguna vez ella misma en el programa de radio de su blog, uno de los tantos contenidos que comenzó a desarrollar desde ese entonces. Fuera esa explicación o la frustración por su fracaso laboral su disparador (como opinan sus ex compañeros universitarios o los distintos periodistas que la retrataron), lo cierto es que desde los primeros 2000 en adelante Shriner se dedicó a difundir su propio evangelio al mundo. Uno en el que nos alerta, en su calidad de embajadora del Señor en la Tierra, del apocalipsis pronto a llegar a manos de los alienígenas reptilianos descendientes del Diablo que se infiltraron en las grandes esferas del poder gracias a su capacidad de cambiar de forma y mimetizarse con la raza humana.

Para 2009, Sherry se comunicaba con una creciente (aunque nunca masiva) base de seguidores a través de más de diez vías web, incluidos blogs, sitios, redes sociales, un programa de radio y su canal de YouTube. Muchas personas de distintas partes del mundo, disconformes, desconfiados de las “verdades oficiales” y afines a las teorías de la conspiración, encontraron en ella respuestas a muchas de sus preguntas. Y Shriner, consciente del efecto que generaba en cada vez más hombres y mujeres, no tardó en erigirse como la líder profética y guerrera que juraba ser mientras, en el camino, recolectaba algunos cuántos dólares para su “causa”.

Tres eran sus principales medios para financiar su guerra contra Lucifer. En primer lugar, la venta de sus libros, que ella misma editaba. Sherry escribió tres: el ya mencionado líneas atrás, “Aliens en Internet” y “Entrevista con el Diablo: mi conversación con Lucifer”, en los que expone todos los secretos que le fueron develados por Dios, desde el funcionamiento del Nuevo Orden Mundial satánico-alenígena hasta los detalles de su charla con el Maligno, su archienemigo.

Por otro lado, gran parte de los ingresos de Shriner provenía de las donaciones excepcionales, regulares o extraordinarias que recibía de sus admiradores, a quienes, a cambio, nombraba como soldados divinos encargados de divulgar los ocultos conocimientos que ella les brindaba. Y por último pero no menos importante, de la ganancia que recibía gracias a la venta de un sagrado material producido por ella misma, capaz de proteger a quien lo poseyera de cualquier ataque extraterrestre o diabólico: el orgón.

Los objetos de orgón que Sherry y algunos de sus más devotos fieles comercializaban a través de Internet son objetos, la mayoría de ellos con forma de piedra, creados a través de la fusión de distintos minerales. Según Shriner, se trata de un arma que Dios le dejó a la humanidad para combatir a la maldad. Pero si bien cualquiera puede fabricar objetos de orgón, debemos tener cuidado de que el elemento que usemos para nuestra protección esté realmente hecho del material auténtico. Y nadie mejor que ella para certificarlo: “Mi trabajo en la Tierra es guiar a la gente de vuelta hacia Él, al mismo tiempo que liderar la guerra del orgón y la resistencia contra Satán y sus generales. Y hay mucha gente que compra de otra gente orgón que dice que es mío. No lo compren de alguien más que dice ‘este es el orgón de Sherry Shriner’. Cómprenmelo directamente a mí”, no se cansaba de repetir.

De acuerdo a la investigación de Tony Russo, un periodista que prepara un libro acerca de Shriner, Sherry sostuvo tanto la estructura de su “ministerio” como la de su “teología” a través de la organización de los guerreros voluntarios del orgón. Los mismos no eran otros que sus seguidores más convencidos, quienes, como parte de su aporte a la batalla contra el Diablo y sus alienígenas metamorfos, se dedicaban a llevar objetos hechos con ese material a distintas zonas geográficas “vulnerables a las fuerzas demoníacas” (identificadas por su líder, claro). Fue a través de estas misiones, como también gracias al miedo a la desprotección y a la dificultad para fabricar el material sagrado, que Shriner logró encauzar y dirigir a (y financiarse de) personas que no se conocían entre sí y que no compartían más que sus bizarras creencias.

“Lo que se ofrece en este tipo de cultos no es realmente solucionar los problemas de las personas que se acercan a ellos, sino sobresimplificarlos en una idea fácil de tragar y digerir”, asegura el periodista especializado en sectas MJ Banias, en una entrevista concedida a la serie documental de Vice “The Devil You Know”, que dedica su segunda temporada a la protagonista de esta nota. Un concepto similar aporta en el mismo programa el ya mencionado Russo, al explicar: “Cuando pensamos en líderes de sectas o cultos pensamos en un Jim Jones (NdR: líder de la secta El Templo del Pueblo que llevó al suicidio colectivo a 917 de sus miembros), en estos tipos de túnicas, barbas largas y un montón de fieles a su alrededor… Pensamos en retiros espirituales, en gente acercándose a los escritores de libros de autoayuda pidiendo una guía más personalizada… Pero las cosas no son más así ahora. Ahora, si queremos meternos en algo, primero nos metemos online. Nadie fue en busca de Sherry Shriner originalmente: fueron en busca de respuestas. Lo que hizo Sherry Shriner fue proveerles una ‘solución de bala de plata’ a todos los que llegaron a ella. Eso es lo que la volvió tan atractiva para tantos”.

“Siempre intentan señalarme como la líder de un culto. Y realmente no lo entiendo porque, primero que nada, todos vivimos en distintos lugares del mundo; no vivimos juntos en comunidad. Yo no lidero a nadie: yo lidero líderes. Yo enseño”, se atajó al respecto, una de las tantas veces que lo hizo, la propia Shriner. Claro que, siempre, lo hizo obviando su capacidad de manipulación y la manera en que ella y gran parte de sus seguidores se manejaban en las redes sociales. Es cierto que no puede tildarse a las personas que siguen sus enseñanzas como miembros de una secta en los parámetros tradicionales. Pero también lo es que quienes cuestionaban su “dogma” eran expulsados de sus grupos de pertenencia (Facebook y foros) en el mejor de los casos, y duramente criticados, acosados y hasta amenazados en el peor de ellos. Como la misma Shriner les dijo una vez: “El Señor me está protegiendo y manteniendo viva porque yo soy su línea directa con ustedes. Soy la que tiene la verdad, amigos. Nadie tiene el tipo de acceso a Él o al Cielo que yo tengo. Estamos en los últimos días, y la gente necesita conocer cuál es la verdad. El problema es que mucha gente quiere que la agarres de la mano, y yo no tengo tiempo para eso. Te mandan emails con millones de preguntas y esperan que seas la tutora de su propia investigación. Vienen a mis grupos con sus propias ideas teológicas… Y puede que amen al Señor y todo, no digo que no. Pero no tengo tiempo para eso. Aprenderán la verdad cuando estén en el Cielo”.

Sherry Shriner murió de un ataque al corazón el 8 de enero de 2018, en la misma casa desde donde manejaba su pequeño imperio divino. O eso al menos es lo que creen que saben quienes no creen en ella. El mito en torno a su partida de este mundo, construido, claro, por sus propios seguidores, es muy distinto. Cuenta la leyenda que, ese día de hace tres años, Dios le dijo que subiera a su habitación y se preparara para ir a la cama. Sherry obedeció y se acostó escuchando su música cristiana, hasta que en un momento Dios se la llevó. Según quienes conocen la Verdad, Sherry Shriner nunca murió: el Señor tomó su alma antes de que el Diablo pudiera matar su cuerpo humano y apropiarse de ella. Y son esos paladines de la Verdad quienes también están seguros de que algún día volverá. No con Jesús, aquel impostor que la inmensa mayoría de los cristianos sigue venerando contra sus propios intereses, sino con Yeshua, el auténtico mesías. Mientras tanto, su mensaje anti satánico-alienígiena continúa siendo propagado a través de la web por su hija Melanie y algunos de sus devotos más cercanos. Su legado está bien preservado, como también su necesaria y constante reserva de orgón… y cualquier dólar que pueda llegar a entrar por ahí.

El nombre de Sherry Shriner jamás hubiera salido del submundo de las teorías de la conspiración si, como suele suceder, no hubiese estado ligado a ninguna tragedia. Pero eso fue justamente lo que pasó, y en dos oportunidades.

La primera de ellas sucedió el 28 de diciembre de 2012, cuando Kelly Pingilley se suicidó a la edad de 22 años. Kelly, una fanática de las enseñanzas de Shriner desde 2010 a quien la “mensajera de Dios” no solo conocía sino a quien también le encargaba la transcripción muchas de muchas de las emisiones de su programa de radio, condujo ese helado día de invierno hacia una alejada zona boscosa en el condado de Jackson, en su Michigan natal. Allí, se bajó del coche y caminó entre los árboles. Ingirió una gran cantidad de pastillas para dormir, se sentó sobre la nieve y, poco tiempo después, murió. La autopsia no pudo determinar si falleció por sobredosis o por hipotermia. Cuando la Policía encontró su cuerpo al día siguiente, también dio con una nota que le había dejado a sus padres. Decía: “Mamá y papá: me voy a cumplir mi destino. ¡Los amo! Perdón que no puedo decirles a dónde voy. No sé cuándo volveré, así que quería asegurarme de que supieran que los amo. También… perdón por el auto”.

El mensaje escrito de su puño y letra puede sonar confuso y hasta contradictorio en una primera leída. Pero si se lo interpreta en relación a las creencias de Shriner, uno puede comprender la motivación y el significado del mismo con otros ojos. “No creo que Kelly pensara que estaba quitándose la vida de manera permanente. Una vez que empezás a prestar atención a las cosas que estaba escribiendo y diciendo durante la época previa a su muerte te da la genuina sensación de que ella pensaba que realmente iba a volver. De que ella realmente creía que era un ángel encarnado. Para mí, ella en verdad creía que podía ir al Cielo y, luego, volver a la Tierra. Lo puso en manos de Dios. Kelly no creía estar haciendo algo tan permanente que Dios no pudiera arreglar”, analiza Russo al respecto, teniendo en cuenta muchas de las “enseñanzas” de Sherry. A fin de cuentas, era la líder quien decía que el Señor le había revelado que existía un segundo Cielo al que un grupo de elegidos eran enviados al morir para luego ser regresados al mundo. Y que esos elegidos eran “gladiadores, guerreros, transportadores, ángeles encarnados enviados de vuelta para servir como sus soldados en la Tierra”.

Los diarios íntimos de Pingilley, pero sobre todo el blog que llevaba adelante, reflejaban mucho del estado mental que presentaba la joven antes de la toma de su drástica decisión. En ellos, aseguraba haber sufrido una abducción extraterrestre cuando tenía 12 que su memoria reprimió durante una década, a la vez que describía con lujo de detalles las vejaciones de las que habría sido víctima en ese entonces. Por otro lado, toma como propias algunas de las experiencias personales narradas por Shriner en distintas oportunidades. Kelly estaba convencida de que era un ángel encarnado igual que Sherry, y que ella misma podía dirigirse a Dios sin su intermediación.

Como era de esperarse, eso molestó a su otrora “gurú”, quien la expulsó de sus grupos de pertenencia online. Pingilley no solo sufrió un duro cuestionamiento por parte de los seguidores de Shriner antes de su fallecimiento, sino también una utilización conspirativa del mismo. Según Sherry, la decisión de Kelly de quitarse la vida no fue suya, sino que los malditos reptilianos la obligaron a suicidarse para que la sociedad la culpara a ella y a su “ministerio” de la muerte de una inocente. Después de todo, Shriner quizás no tenía la conciencia tan tranquila.

La segunda tragedia, la que definitivamente puso en el ojo público al culto de Sherry Shriner, tuvo lugar la noche del 15 de julio de 2017 en Pensilvania, cuando Barbara Rogers fue arrestada por el asesinato de su novio, Steven Mineo. Según la Policía local, Rogers, de 42 años, ejecutó a Mineo, de 32, de un tiro en la frente. Pero de acuerdo a la propia Rogers, las cosas no ocurrieron de esa manera.

Al ser interrogada en la comisaría, Barbara contó que su concubino le había pedido que lo matara. Les dijo que estaba en crisis por el acoso que sufrían por parte de los miembros de una secta online a la que ambos habían pertenecido. Que él no soportaba más estar vivo. Que ella le rogó que recapacitara, pero que él la hizo sujetar la pistola, se arrodilló ante ella, tomó sus manos y le hizo apretar el gatillo.

Steven Mineo era un joven retraído y anti social, cuya vida se desarrollaba casi por completo en Internet. Se pasaba la mayor parte de sus días navegando la web y era particularmente permeable a cuanta teoría conspirativa se cruzara por su camino. Pero fue cuando dio con las creencias de Shriner que encontró su doctrina definitiva. Rápidamente, se convirtió en uno de los seguidores más devotos de la carismática líder, al punto de que, si bien nunca se conocieron en persona (NdR: Sherry era muy celosa de su privacidad), él desarrollaba y administraba blogs para ella, quien lo aconsejaba y funcionaba como una especie de figura materna. Ambos mantenían una relación virtual muy estrecha… hasta que Steven conoció a la chica de sus sueños. Su primera y última novia.

Barbara Rogers se enamoró de Mineo en ese mismo mundo online. Uno al que se había volcado de lleno luego de divorciarse de su última pareja y padre de uno de sus hijos. Empezaron a charlar en el grupo de Facebook de Sherry y, al poco tiempo, se fueron a vivir juntos. Fue para ese momento cuando Shriner le soltó la mano a su fiel y querido discípulo. Y, de paso, aprovechó para pisarle la cabeza. Una vez, Barbara posteó en la mencionada red social una foto de su más reciente plato favorito: una comida hecha a base de carne cruda. Eso fue lo que confirmó las sospechas de Sherry: Rogers era una bruja alienígena reptiliana que, como los satanistas y a diferencia de cualquier verdadera “chica cristiana”, era amante de la sangre y el canibalismo.

Las acusaciones de Shriner contra su amada alteraron sobremanera a Steven, quien hasta sometió a Rogers a un “test” con distintos objetos de orgón para probar que no se trataba de una diabólica impostora reptiliana. Pero tanto Sherry como sus seguidores siguieron atacando a la mujer y, por ende, también a él. Mineo acusó a su otrora líder de “falsa profeta” y se dedicó a despotricar contra ella en las redes, lo cual incrementó el “trolleo” contra él y su pareja. Para la época en que terminó perdiendo la vida, los cuestionamientos e insultos se volvieron amenazas de muerte. Incluso, uno de sus ex compañeros le envió una foto del frente de la casa que compartía con Rogers a modo de intimidación. Fue en ese contexto, en ese estado de desesperación y quiebre mental y emocional, que le rogó a Barbara que lo ayudara a terminar con su sufrimiento.

A pesar de que mucho de lo declarado por Rogers es corroborable, la Policía nunca le creyó. Para los investigadores, la muerte de Mineo se veía más como un crimen que como un suicidio. Y lo mismo pasó con la Justicia. En 2019, Barbara fue encontrada culpable de asesinato en tercer grado y condenada a un mínimo de 15 años de prisión, con un máximo de 40. Tanto ella como su defensa siguen asegurando que si bien su dedo pudo haber estado en contacto con el gatillo del arma asesina fue Steven quien se lo empujó. Y que sin el accionar de Sherry Shriner y sus seguidores su muerte nunca hubiera ocurrido.